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Efectos de las pantallas
Gonzalo Cardenal M.

Consecuencias de la gran mentira

La canción romántica tiene además otro elemento. Expresa las emociones del que las crea o las canta; pero las buenas —como ciertas novelas— son incluso capaces de producir una réplica de esa emoción. Rebela, si es enamoramiento: amor.  Una muchacha envuelta en estas emociones, es alguien que ya está enamorada y que solo anda buscando en quién volcar su enamoramiento. A quién colgarle su fantasía amorosa. Ciertas canciones y ciertas novelas se venden porque con ellas la persona puede mantenerse enamorada sin tener de quién, y experimentar casi lo mismo que si lo tuviera.

Podría seguir ilustrándoles las consecuencias de un mundo que nos mantiene en la niñez haciendo niñerías porque nos mantienen en un mundo de fantasía que no existe. Ese mundo irreal tiene un precio y el precio suele ser toda la vida.

Igual para el soldadito que ya no pudo ser lo que quería por andar jugando a la guerra, como para la muchacha romántica que creyó que el matrimonio era una fiesta y la felicidad un derecho.

Para el muchacho idiotizado porque ya no sabe ni leer ni pensar, como para el aburrido que no soporta el mundo real y ha perdido la capacidad de divertirse por sí solo. Para el muchacho drogadicto que después de experimentar sensaciones tan fuertes ya no es capaz de adaptarse al mundo normal, ni tiene ya la edad para empezar una vida nueva, como para la muchacha que pensando que todo es permitido para los enamorados se quedó cargando un niño sin matrimonio y sin amor.

La gran mentira es el pensar que el mundo es una fiesta, y que los jóvenes de hoy están gozando la vida como nunca. Las estadísticas demuestran lo contrario.

De 1953 para acá en los Estados Unidos el porcentaje de suicidios en los jóvenes aumentó en un 230 por ciento.  La cifra es tremenda si nos damos cuenta que entre los adultos el aumento fue solo de un 25 por ciento.  Es decir casi diez veces menor. El porcentaje de homicidios entre jóvenes aumentó en un 2.730 por ciento.  Y el 40 por ciento de los homicidios los cometieron jóvenes entre los 16 y 24 años. El número de nacimientos ilegítimos aumentó en un 800 por ciento entre las muchachas de 15 a 19 años. Y esto a pesar del uso generalizado de contraceptivos. El 23 por ciento de los jóvenes de secundaria tienen problemas de alcoholismo. El 64 por ciento de los estudiantes de secundaria consume drogas.

En Nicaragua, según la Organización Mundial de la Salud del 2010 al 2015, las estadísticas oficiales de la Policía indican que entre los 15 y 29 años las muertes por suicidio aumentaron  un 25 por ciento y que el 72 por ciento fue cometido por  hombres.

(Aquí intercalo un par de estadísticas que interesan a los padres). En una encuesta que se hizo en colegios de los Estados Unidos haciendo las mismas preguntas a padres e hijos separadamente los resultados fueron los siguientes: A la pregunta de si su hijo había ingerido licor en los últimos treinta días, solo el 35 por ciento contestó que sí. Pero el 67 por ciento de los hijos confesaron haberlo tomado. Mientras el 3 por ciento de los padres dijo que su hijo fumaba marihuana, el 28 por ciento confesó fumarla. Al preguntárseles a quién creían que acudirían sus hijos en caso de problemas por abuso de drogas, más de la mitad de los padres aseguraron que recurrirían a ellos. Pero el 70 por ciento de los hijos contestó que recurrirían a un amigo. El 20 por ciento que a sus padres, y el 8 por ciento a otro tipo de personas.

Esta encuesta refleja el engaño en que viven los padres con respecto a la realidad de sus hijos.

El autor es miembro del Consejo de Coordinadores de la Ciudad de Dios.
[email protected]

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