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Franck Briceño Marenco

A 159 años del Cañas-Jerez

En esta nueva etapa de mi vida, quizás el último tramo de la carrera, como catedrático universitario y revisando mis notas al preparar mi clase, descubro que recientemente se ha cumplido el 159 aniversario del Tratado Cañas-Jerez, el cual se suscribió un 15 de abril de 1858, para paliar y solucionar la creciente tensión limítrofe que existía entre las dos naciones. Poco después de la anexión del partido de Nicoya a Costa Rica, Nicaragua reclamó en muchas ocasiones este territorio, se suscribieron seis tratados antes de suscribir el Cañas-Jerez.

Han pasado 159 años y seguimos enfrascados en tensiones, demandas en La Haya, Harbour Head, caños y demás problemas limítrofes, inmigrantes y tantas cosas que nos distancian con los costarricenses. Desde la conquista, pasando por el periodo colonial, la independencia, hasta llegar a la época moderna nos ha tocado caminar juntos con los ticos los avatares de la historia, avanzaron más rápido ellos, por la visión de hombres grandes y de mentalidad democrática como José Figueres, que cambiaron fusiles por lápices, y tanques por cuadernos y escuelas.

Hoy a 159 años del Cañas-Jerez, suscribimos un acuerdo canalero y tenemos un marco jurídico para ello la Ley 800 (Ley del régimen jurídico del gran canal interoceánico de Nicaragua. 07.12.2012) y seguimos dando traspiés históricos para avizorar y alcanzar el deseado y codiciado desarrollo económico sostenible en el caminar mañanero del siglo XXI.

Vemos con tristeza como desde 1837-1840, cuando se contrató a John Baily, ingeniero experimentado, quien al concluir su estudio manifestó la perspectiva de realizar tan magno proyecto y en 1858 con la firma del tratado Cañas-Jerez, Nicaragua obtiene derechos exclusivos de canalización y navegación sobre el río San Juan, comparando su caudal con el San Lorenzo o el Misisipi, y nuestros 8,430 kilómetros cuadrados del Cocibolca maximizados para la navegación mercante del siglo XXI.

Como profesional, como padre, abuelo y maestro, no puedo más que revisar la historia y darme cuenta que hemos transitado por 159 años la vereda equivocada, y que es mi obligación moral y profesional señalar que nuestra riqueza, nuestro desarrollo económico, está en la tierra, está en la agricultura, está en proyectos como La Cota 100. La verdadera riqueza de esta bella tierra está en su gente, está en los jóvenes, está en las mujeres y hombres trabajadores, pero principalmente está en Dios, para que ilumine a nuestros gobernantes y los guíe para transitar la vereda de la paz, la sabiduría y el trabajo que lleva a la prosperidad colectiva a base de educación.

Para finalizar esta reflexión y estas efemérides invito a hombres probos e ilustres de inteligencia reconocida a nivel nacional e internacional, como don Alfredo Fernández Holmann y el doctor Humberto Belli, a tomar su pluma para edificar a nuestros jóvenes, pues sus escritos, los he analizado palabra por palabra con mis alumnos universitarios de la carrera de Derecho y Psicología, los admiramos y nos gusta como se defienden, como dos esgrimeros, pero los admiraremos más cuando unan ese caudal de experiencia, de sabiduría y de erudición y que sea en beneficio de los jóvenes que tanto necesitan una balista en lo alto que los ayude a encontrar el rumbo correcto de sus vidas.

Las nuevas generaciones de nuestra Nicaragua y las páginas de la historia los recogerán como dos faros, que en este mar embravecido nos ayudaron a llegar a puerto seguro.

Un abrazo a ambos y nuestra admiración

El autor es Ingeniero

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