¿Cuál sería el último concierto de su vida?
Silvio Rodríguez.
¿Lo más vergonzoso que le ha pasado?
Ir a un museo en tiempos de la guerra con unos tacones. Todo el mundo iba con tenis y había que subir unos grandes pedregales. Yo me imaginaba que había que ir elegante e iba de lo más ridícula.
¿En qué animal le gustaría reencarnar?
En un venado.
¿En qué película le hubiese gustado actuar?
La de Frida Kahlo.
¿Hasta qué edad creyó en Santa Claus?
Tal vez los siete. A las doce nos decían “todo el mundo a acostarse porque va a venir Santa Claus”. En una de esas, a mi tía se le cayó algo, abrimos los ojos y ya vimos que era ella.
¿Baila?
Sí, bailo y canto en las mañanas en mi casa para hacer ejercicio: merengue, salsa y la música disco de los setenta y ochenta me encanta.
¿Ha estado a punto de morir?
En los tiempos de la guerra… Otras veces ahogada en el mar. Y dicen que chiquita, como en tres ocasiones, me escapé de morir en un río.
¿Tiene alguna pesadilla recurrente?
Sí, que veo casas desordenadas. Dicen que es por el país.
¿Fobias?
A los sapos.
¿Cuál es el objeto más extraño que tiene?
Pueden ser las bacinillas que se usaban en los tiempos antiguos, como en los años treinta.
¿Qué olor le recuerda su infancia?
El olor a anís, porque recuerdo cuando andábamos con mi papá en las montañas.
¿Qué es lo más loco que ha hecho?
Andábamos apagando un incendio forestal y cuando llegamos al final llega el Ejército (diciendo) que el camino que recorrimos está lleno de minas.
Si no tuviese su oficio ¿qué le gustaría hacer?
Me encantaría ser de un conjunto y tocar la batería.
¿Toca algún instrumento?
Me encantaba aprender a tocar piano, pero hicimos una huelga en el colegio en los tiempos de Somoza y la señora que me enseñaba a tocar dijo que yo estaba poseída por el demonio, porque nos habíamos tomado el colegio, que era de monjas.
Lea también – León Núñez: “Siempre he sido suertero con las mujeres”