Al estrenarse en Estados Unidos ¡Huye! se convirtió en un genuino fenómeno cultural. La película de Jordan Peele apareció como de la nada, para insertarse en la conversación sobre el racismo, la violencia institucional contra el hombre negro, la apropiación cultural, y los sentimientos de culpa del blanco privilegiado. Estos complicados temas se refractan inteligentemente en un eficiente ejercicio de horror psicológico. Sin embargo, al sacarlo de su contexto específico, pierde algo de filo. Nicaragua no está exenta de racismo, pero aquí se manifiesta de otras maneras.
Chris (Daniel Kaluuya) es un joven fotógrafo neoyorquino, preparándose para un viaje de fin de semana a la casa de los padres de su novia, Rose (Allison Williams). Este mundano ritual de cortejo amoroso se complica porque él es negro y ella es blanca. A pesar de las supuestas inclinaciones progresistas de la familia, siempre queda en el aire la pregunta de cómo reaccionarán ante la realidad, la tangible presencia de Chris. Hasta aquí, pareciera que estamos ante una versión actualizada de Guess Who’s Coming to Dinner? (Stanley Krammer, 1967), la clásica película en la que Sidney Poitier le enseñaba a Spencer Tracy y Katherine Hepburn como no ser racistas. Pero ¡Huye! no quiere ser cine de prestigio, sino un filme de género, intencionalmente chocante.
Mientras menos sepa sobre el desarrollo de la trama, mejor. Baste decirle que Bradley Whitford y Catherine Keener son más que efectivos a la hora de proyectar una presencia amenazante, como los padres de Rose. La pregunta del millón es si guardan intenciones siniestras, o si Chris simplemente está proyectando sus ansiedades en ellos. Lilrel Howery es excelente como el mejor amigo de Chris, ofreciéndole apoyo vía telefónica. Al menos, mientras su teléfono funciona.
El comediante Jordan Peele debuta como director. Tiene un lugar asegurado en el panteón de la cultura popular gracias a Key and Peele (2012-2015), la serie de sketches cómicos que desarrolló junto a Keegan Michael Key, una aguda sátira de la sociedad norteamericana que no se amilanaba a la hora de poner en evidencia el racismo en todas sus variantes. Con mucha frecuencia, su agudeza política ponía en vergüenza a veteranos como Saturday Night Live.
En ese sentido, ¡Huye! se siente como una progresión natural. Lo que sorprende es su facilidad con el estilo y el ritmo del suspenso en clave de “serie B”. La película emite las vibraciones de un filme independiente de los setenta, pero imbuido en la sensibilidad contemporánea. No se afrenta de usar efectos de sonido y claves musicales repentinas para generar tensión. También tiene el espíritu de un buen episodio de Dimensión Desconocida, pero más sensacionalista.
Es irónico, porque el joven actor británico Daniel Kaluuya llegó a nuestras pantallas a través de Fifteen Million Merits, el segundo episodio de la primera temporada de Black Mirror, disponible en Netflix. Esta serie es clara heredera del legendario programa creado por Rod Serling. Probablemente Peele vio el estelar trabajo de Kaluuya, y entendió como podía anclar su alegoría en términos terrenales, creando un personaje que no solo funcione como símbolo, sino también como hombre de carne y hueso. Esto es importante porque la dimensión de horror a la cual ¡Huye! progresa, tiene que funcionar en términos humanos. Debe prepararse si tiene una aversión particular por la violencia gráfica. Pero después de todo, vivimos en la era en que Facebook Live transmite videos de policías ejecutando sumariamente a civiles, solo por el color de su piel. No tema las imágenes de ¡Huye!. Seguramente verá peores cosas en su celular.
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