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La doctora Lieschen Quiroz es jefa del área de medicina pélvica de la mujer y cirugía reconstructiva de la Universidad de Oklahoma. LA PRENSA/ CORTESÍA

La nica experta en cirugía robótica

Lieschen Quiroz siempre quiso ser médico. Su sueño nació en Corinto y se cumplió en Estados Unidos. Ahora es experta en cirugía robótica y uroginecología.

La corinteña Lieschen Quiroz fue la primera doctora en llevar a Oklahoma, Estados Unidos, una de las cirugías más avanzadas, conocida como cirugía robótica, consiste en hacer pequeñas incisiones en los pacientes a través de un robot. Ella es una nicaragüense que llegó a Estados Unidos a mediados de 1984 para convertir su sueño de ser médico en realidad, el mismo que le nació en las calles de su pueblo natal: Corinto. Y ahora también es la jefa del área de medicina pélvica de la mujer y cirugía reconstructiva de la Universidad de Oklahoma.

La última vez que ella y su mamá Consuelo Arana estuvieron en Nicaragua fue en julio de 1984. Unos meses antes, la escuela donde ella cursaba cuarto grado de primaria y la empresa donde su mamá trabajaba las habían cerrado por la guerra. La escasez de productos, a causa del bloqueo económico, era notoria y aunque tenía 10 años sabía que el cambio era necesario. Por eso, cuando su mamá le dijo que se iban de su pueblo natal, Corinto, ella asintió.

Salieron de Corinto, Chinandega, con maletas en mano rumbo a Holanda, donde tenían familiares, iban con la esperanza de recibir asilo político, y Lieschen iba con el sueño de convertirse en doctora. En su familia no había ningún médico, es más ninguno de ellos había concluido el bachillerato. Los planes no salieron como pensaban, pues al llegar les negaron el apoyo que buscaban y al poco tiempo tuvieron que regresar a Nicaragua, pero convencidas que en Estados Unidos (EE.UU.) tendrían mejores oportunidades. En agosto de ese año, su mamá Consuelo, su hermana mayor Lydia, quien antes vivía en Guatemala y Lieschen llegaron a EE.UU. y la lucha por convertir su sueño en realidad comenzó.

La decisión

Lieschen Quiroz (centro) junto a su mamá Consuelo Arana (i) y su hermana mayor Lidya (d). De ellas solo su hermana ha regresado a Nicaragua desde que se fueron en 1984. LAPRENSA/ CORTESÍA
Lieschen Quiroz (centro) junto a su mamá Consuelo Arana (i) y su hermana mayor Lidya (d). De ellas solo su hermana ha regresado a Nicaragua desde que se fueron en 1984. LAPRENSA/ CORTESÍA

En Nicaragua vivía solo con su mamá, su papá se había divorciado y no tenía ninguna relación con él. Su hermana Lydia, quien era mayor por 13 años, estaba casada y vivía en Guatemala. Por eso solo ella y su mamá emigraron hacia Holanda. Al volver se reunieron con su hermana y junto a una vecina planearon el viaje a EE.UU. allá tenían unos familiares que podrían recibirlas, pero el camino sería difícil porque se irían ilegales.

Contrataron a un coyote que las condujo hasta allá y pasaron aproximadamente un mes cambiando de autobús en autobús mientras atravesaban Centroamérica hasta llegar a México. “Eso fue algo que no voy a olvidar. Íbamos con miedo, yo sabía que no era necedad, había que portarse bien y poner atención. Yo creo que por eso maduré mentalmente y hasta este día mi mamá es la mujer más valiente que he conocido, yo no sé si yo podría hacer lo que ella hizo”, recuerda aún con asombro, vía telefónica desde Oklahoma.

Llegaron a Los Ángeles a casa de una familiar, pero estuvieron por poco tiempo allí. Pidieron asilo político y mientras analizaban su estado legal les dieron una tarjeta de seguro social con la cual tenían derecho a un empleo y a pagar impuestos. Después se trasladaron a Miami y allá su mamá consiguió un par de empleos y Lieschen retomó sus estudios. Sin saber por cuánto tiempo iban a estar en esa situación.

“Nosotras veníamos muy limitadas. Mi mamá tuvo que trabajar en dos empleos y yo casi no la veía”, cuenta Quiroz. Sabía que todo ese esfuerzo era por su bien y fue entonces cuando decidió esforzarse para cumplir sus metas.

Al año siguiente ya sabía hablar inglés y comenzaba a ganar premios por sus calificaciones. Pero por su condición legal, que cada vez se alargaba, ir a la universidad pública no era una opción. Lo único que podría hacer para entrar en la carrera de Medicina era aplicar a un programa de becas. Al finalizar la secundaria ganó una en la Universidad de Brown, Rhode Island, una de las ocho universidades más prestigiosas de EE.UU.

La cuerda floja

Al año siguiente se trasladó de Miami a Rhode Island para iniciar su carrera y antes que terminara el primer semestre recibió una citatoria con Migración, donde les daban un mes para demostrar que realmente debían quedarse en Estados Unidos.

“Nos mandaron una carta donde decían que teníamos 30 días para mostrar más documentación que demostrara que nos teníamos que quedar aquí o si no nos iban a deportar”, recuerda la doctora Quiroz.

Esa carta fue alarmante, veían caerse ante sus ojos todo lo que habían construido en los casi 10 años de vivir en EE.UU. “Era unos días de terror, estábamos con una ansiedad horrible. Para ese tiempo yo estaba terminando mis exámenes de mitad del año y no sabía si iban a deportar”, narra.

Regresó a Miami, donde estaba su mamá y hermana, sin saber si podría regresar a la universidad. Días después se reunieron en la Corte con un abogado, para demostrarle al juez que deportarlos sería una injusticia. Lieschen Quiroz consiguió una carta firmada por el presidente de la universidad donde estudiaba que mostraba sus buenas calificaciones y resaltaba su desempeño como estudiante. Para su suerte, después de esa cita, les dieron una tarjeta de residencia permanente en Estados Unidos, conocida como la Green Card y así pudo regresar a la universidad.

Sueños cumplidos

La doctora Lieschen Quiroz espera regresar a Nicaragua con su esposo y sus dos hijos para que conozcan el lugar donde ella nació. LA PRENSA/ CORTESÍA
La doctora Lieschen Quiroz espera regresar a Nicaragua con su esposo y sus dos hijos para que conozcan el lugar donde ella nació. LA PRENSA/ CORTESÍA

Después de graduarse hizo su residencia en Miami y estudió una especialidad en Ginecología. Luego viajó a la universidad de Johns Hopkins en Baltimore para una subespecialidad en Uroginecología. Ahí se volvió experta en cirugía robótica para laparoscopia y cuenta que fue la primera en Oklahoma en aprender este tipo de procedimiento quirúrgico.

La doctora Lieschen Quiroz usa el cabello corto, su piel es blanca y su rostro delgado resalta sus ojos almendrados. Al hablar no se le nota el acento y cuando conversa en español de vez en cuando se le escapan palabras en su segundo idioma: el inglés. Desde que llegó a EE.UU. junto a su mamá no han regresado a Nicaragua. Pero a futuro le gustaría mostrarles a sus dos hijos el lugar donde nació. A Corinto, lo recuerda tal cual lo dejó, las calles, el mercado, el puerto y de vez en cuando se queda pensando en todo lo que ahí vivió.


Estudios y logros

  • Estudió en la Universidad de Brown en Rhode Island, Estados Unidos.
  • Ingresó en la Escuela de Medicina de la Universidad de California.
  • Hizo su residencia en Jackson Memorial Hospital de Miami y sacó una especialidad en Obstetricia y Ginecología.
  • Hizo una subespecialidad en Uroginecología en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Maryland.
  • Actualmente es jefa del área de medicina pélvica de la mujer y cirugía reconstructiva de la Universidad de Oklahoma.
Universidad de Oklahoma, Estados Unidos.
Universidad de Oklahoma, Estados Unidos.

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COMENTARIOS

  1. Xavier Navarro
    Hace 7 años

    Muchas felicidades a Lieschen, un gran logro y un orgullo para Nicaragua

  2. Mario Alberto Escobar Cruz
    Hace 7 años

    Saludos a la profesional nicaragüense, a triunfado, espero sepa que es un ser humano más con una profesión. Bien para usted Dra, su familia y Nicaragua. Bendiciones

  3. Espíritu de Universal
    Hace 7 años

    Una Ciudadana Nicaragüense ejemplar , orgullo de Nicaragua, que puede aportar a la medicina en Nicaragua con congresos médicos.

  4. Tackblocked Vlo
    Hace 7 años

    Mis mas sinceras felicitaciones a la Dra Quiroz! … si se hubiera quedado aquí no sería ni la mitad de lo que hoy es… un sacrificio bien recompensado! Felicidades a su sacrificada madre.!! Algo muy bonito es su verdadera humildad a pesar de haber llegado tan alto profesionalmente, que no ha olvidado sus raices y quiere compartirla con sus hijos (aqui un pobre indio gana un poco bien o tiene un poco de dinero y se infla tanto …)
    Mis respetos Dra, es digna de admiración!

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