La noche del sábado el mundo del boxeo pensó encontrar otra gran pelea como la vivida en Inglaterra (Joshua vs. Klitschko). Sin embargo, la furia quedó engavetada. Saúl “El Canelo” Álvarez consiguió uno de los triunfos más fáciles en su carrera boxística ante peleadores de “élite”, sin rasguños y sin necesidad de acelerar hasta el fondo.
Hubo sorpresas: el hombre más grande, con brazos más largos, más peso, mayor poder, mejor aguante, y con un histórico apellido se defraudó a sí mismo y por ende al público del pugilismo.
En realidad Chávez Jr. no tenía nada que perder, su fama estaba por el suelo, su apellido se lo había devorado, su carrera en la línea de la extinción. Tal vez por ese motivo —más los detalles físicos que en el boxeo significan mucho—, se le había brindado oportunidad. No obstante, perdió ante un “Canelo” que se potencializó, se apoderó rápidamente del cuadrilátero, atacó cuando quiso, realizó algunas pausas e hizo gala de su resistencia y cualidades.
Las Vegas vivió un combate que consiguió que todos acertaran en las puntuaciones: ningún asalto para Chávez, quien se refugió en las declaraciones alegando que el cuerpo no le respondió y que ahora saltará a las 168 libras.
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Pero para los verdaderos boxeadores cuando el cuerpo falla es cuando el corazón se activa. El alma y el corazón no se forjan en el gimnasio, todo peleador los posee desde su concepción o carece de ellos.
“Canelo” no tenía por qué permanecer en las cuerdas y lo hacía para burlarse de la incapacidad de Chávez, tampoco debió salir al choque en el último round cuando ya todo estaba consumado, arriesgándose a un golpe inesperado como el que sufrió el argentino Sergio “La Maravilla” Martínez, pero el nuevo generador de dinero (Canelo) lo hizo por orgullo.
Sin furia
¿Y dónde estuvo la furia? Si algo se le puede criticar a Álvarez en este combate —en el que se manejó de una forma inmejorable—, es que no es el tipo de boxeador-pegador que olfatea el nocaut.
No se arriesga hasta el exterminio de sus oponente como lo hacía Tyson o el mismo Chávez (padre).
Ahora, después de ver reflejadas algunas debilidades de Gennady “GGG” Golovkin en su última pelea y observar cómo se creció “Canelo” ante el reto de Chávez Jr., no hay duda que el 16 de septiembre habrá una verdadera pelea de choque.