El destape que hizo la directiva de padres de familia de los Pipitos tiene a toda la nación estupefacta, pues jamás nos imaginamos que la Organización Teletón y los Pipitos eran dos cosas distintas, permítanme hacer un breve análisis de cómo vemos dicha disputa la gran mayoría de los nicaragüenses.
La asociación de los Pipitos es una organización conformada mayoritariamente por padres de familia con hijos con habilidades diferentes a los que un buen día se les aparecieron unos “samaritanos” ofreciéndoles apoyo a través de un teletón. De esta manera se recaudaría más dinero con el apoyo de grandes empresas, medios de comunicación y organizaciones caritativas que se involucrarían en una colecta nacional.
En vista del salto cuantitativo que se tendría a partir del Teletón, los “samaritanos” propusieron una sociedad en que ellos administrarían lo recaudado. Con ese dinero se pagaría a los administradores y se sufragarían los gastos para la atención de los niños y niñas. Hasta allí todo va aparentemente bien, aunque a decir verdad, una vez más queda demostrada la veracidad de la frase acuñada por el premio Nobel de economía Milton Friedman: de que no existe el almuerzo gratis.
Digo esto porque por más de quince años el pueblo se volcó en apoyo al Teletón creyendo que el producto de la recaudación ingresaba a las cuentas manejadas por los Pipitos, cuando en realidad iba a parar a las cuentas de Funte corporación de los organizadores del Teletón. El hecho de que toda la promoción alrededor del Teletón fuera mostrándonos a los niños y sus padres pidiendo el apoyo para su digna causa, debería ser motivo suficiente para que el encargado de dirimir la litis planteada sea dilucidada a favor de los Pipitos, pero desgraciadamente no creo que les sea tan fácil a la organización de los Pipitos recuperar los bienes adquiridos por la Fundación Teletón de Nicaragua (Funte).
Sorpresa me causó darme cuenta que entre los principales socios de Funte figuraba José Evenor Taboada, abogado de mucho éxito económico, que cuenta entre sus clientes al famoso Wang Jing y se le considera el redactor del acuerdo que hoy es ley de la República, en donde se concesionó la construcción del Canal por Nicaragua, concesión que tiene en ascuas a nuestro pueblo.
Si me preguntan si es delito ser el abogado de Wang Jing, la respuesta es no, si me preguntan si es delito haber participado o redactado el acuerdo en donde se concesionó el Canal, mi respuesta vuelve a ser no aunque sí lo considero antipatriótico. Pero si me preguntan que si este señor y uno que otro de su junta directiva califican como filántropos, les comento que la filantropía es un sentimiento que consiste en amar al género humano sin fines de lucro o solicitar nada a cambio. La Academia de Platón indica que filantropía es un estado de buenas conductas emanadas por el amor a la humanidad. Si me apego a la anterior descripción de filantropía, tengo mis reservas para contestar afirmativamente a la última pregunta.
Para finalizar, les dejo otra frase de Milton Friedman. “Nadie gasta el dinero de otro con el mismo cuidado que gasta el propio”. Por amor a Dios señores de Funte regresen a los Pipitos lo que siempre fue de los Pipitos.
El autor es analista político.