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playa El Gigante de Rivas

Algunos pescadores elaboran la bomba, aseguran los comunitarios de Pie de Gigante, en Tola, Rivas. LAPRENSA/W. LÓPEZ

Pesca sin bombas en playa El Gigante de Rivas

A pesar que se han hecho múltiples esfuerzos para detener la mala práctica de pesca con bomba, esta prevalece en la zona norte del Pacífico del país, según la organización Fundenic SOS.

De lejos parecieran ser las mismas bombas que se utilizan para las festividades de Año Nuevo y Navidad, pero no lo son. Su detonación condena al exterminio a diversas especies marinas, mientras los otros peces son capturados. Son las heridas que provoca la pesca con bombas.

Hace cinco años, en la comunidad Pie de Gigante, en Tola, Rivas, los pescadores de la zona vivieron en carne propia las consecuencias de la pesca con bomba, cuando a esas costas llegaron diez pangas provenientes de Masachapa y Casares. Los visitantes utilizaban esa mala práctica de pesca y afectaron de un tajo la producción de los locales, debido a que los peces se alejaban cada vez más de la costa.

Uno de los que sabe muy bien del problema es Ivan Arriola, líder y pescador comunitario de la localidad Pie de Gigante, en Rivas. “La pesca con bomba afecta porque desbarata todo, la larva y es más lo que desperdician, que lo que aprovechan”, dijo.

Arriola está consciente que se debe esperar, por lo menos, tres años, para que la piedra que fue bombardeada con los explosivos, se recupere y nuevamente se vean peces en el risco. La pesadilla acabó hace cinco años, cuando con el apoyo de la Fuerza Naval y la Policía Nacional se logró sacar a los pescadores. Sin embargo, el problema se repitió en el 2016, cuando una lancha quiso de nuevo pescar con bombas en Pie de Gigante. También la sacaron, pero el temor persiste y por ello, los pobladores siempre están pendientes si ven algún movimiento raro o a una persona extraña en la zona.

Arriola forma, junto con otros 86, el grupo de hombres que faenan el mar en Pie de Gigante y saben que deben cuidar el pescado. Por tanto, solo pescan de forma tradicional. Ellos usan trasmallo, y eso les ha permitido conservar el recurso marino, y no alejarse mucho de sus hogares para obtener una buena cantidad de producto, tanto para venta, como consumo.

A escasos cuatro kilómetros o a diez kilómetros de la costa, los pescadores pueden encontrar langostas, pargo rojo, curvina, macarela, entre otras especies. Esa zona, que se ha mantenido a salvo de la pesca con bomba, en un día normal, una lancha puede traer entre cien y doscientas libras de pargo rojo, y en los días mejores, se traen cuatrocientas libras, o incluso, en algunos casos de más éxito, se pueden obtener mil libras, en un día de pesca.

Por cada libra de pargo rojo los pescadores reciben 55 córdobas. Todo esto se perdería si dejan entrar la pesca con bomba, expresó Orlando Pineda, presidente comunitario de Pie de Gigante, quien aseguró que el bombardeo del mar finalmente se ha parado.

En efecto, la pesca con bomba es más recurrente en el norte del Pacífico nicaragüense. Costas como Padre Ramos, Jiquilillo, Masachapa, Pochomil, Casares, son playas donde se practica con más constancia, pero no se sabe, a ciencia cierta, cuántos son los pescadores que están involucrados en esta actividad, aseguró Rosario Sáenz, directora ejecutiva de Fundenic SOS, organización que lleva unos diez años trabajando en el tema.

“Se ha querido investigar, dijo Sáenz, pero hay una red de personas que avisan a los pescadores, y por ende, no se ha podido constatar cómo se trabaja. Para la fundación es una prioridad, desde el punto de vista de la defensa de los recursos naturales, pero también de la defensa de las comunidades pesqueras”, sostuvo Sáenz.

Y es que la pesca con bomba no trata solo acerca de la conservación del pez, sino de la actividad pesquera de la que dependen miles de familias en el país, explicó la ambientalista. De acuerdo con datos de Fauna y Flora Internacional, en Nicaragua la pesca artesanal involucra a 14,000 pescadores en 112 comunidades costero marinas, que se traducen en 81,000 personas que dependen de la actividad como tal.

En las costas del Pacífico, desde El Astillero hasta el Ostional, se considera un terreno libre de pesca con bombas, principalmente gracias a la vigilancia de los lugareños; sin embargo, en otras zonas de esa franja se ha incrementado a tal punto, que lo hacen en los esteros, lugar donde llegan a desovar las especies y funciona como un criadero marino, explicó Sáenz.

El impacto de la pesca con bomba

Cuando una bomba explota en el agua arrasa con todo el ecosistema marino, y a pesar que los primeros en morir son las especies que no tienen gran valor comercial, el papel que estas juegan dentro de la cadena alimentaria aporta a mantener el equilibro biológico en el océano, aseguró Edgar Castañeda, buzo y biólogo.

Hasta el momento, no se cuenta con un estudio que compruebe con exactitud el alcance del impacto de la bomba sobre el agua en el lecho marino, pero sí se ha logrado promediar que esta afecta alrededor de cien metros en todas las direcciones.

Esto facilita a que los pescadores puedan obtener gran cantidad de producto marino. Sin embargo, este tipo de mala práctica pesquera acaba con los pescados rápido, ya que el recurso se sobreexplota y si el impacto de un explosivo acaba en una piedra donde anidan los peces, el impacto es mucho peor. Luego, estos pescadores van a otro lado y hacen lo mismo.

“Uno de los efectos directos es que cada vez más, los pescadores deben ir más lejos para encontrar producto y eso incurre en más gasto de transporte, faenas más exhaustivas y desgaste natural”, aseguró Sáenz de Fundenic SOS.

Proponen una zona de vida marina

Orlando Pineda es uno de los organizadores para convertir en realidad el proyecto de una zona marina de vida y desarrollo Pie de Gigante, que supone ser una localidad en el mar de uso controlado bajo manejo comunitario, explicó la organización que les asesora.

Esta área abarcaría 62,340 hectáreas frente a la costa del municipio de Tola, zona que se caracteriza por la variedad en los tipos de fondos y la presencia de formaciones rocosas a profundidades de 18 a 40 metros, donde se concentran crustáceos de los cuales dependen la vida y subsistencia de la comunidad.

Lea además: Pescando con la muerte 

La propuesta incluye como puntos claves prohibir totalmente el uso de explosivos o bombas en las labores de pesca, además del uso de trasmallo de tres y media pulgadas dentro de los límites de la zona, la prohibición del uso de carnada viva para la pesca dentro de los límites de la zona, entre otras acciones en pro del recurso marino.

Como parte de los trabajos que Fauna y Flora Internacional inició hace dos años, uno de los que está relacionado con la pesca con bomba es el monitoreo de peces. Se han identificado 382 especies, y la disminución de estas podría estar asociada con el uso de artes de pescas insostenibles y efectos del cambio climático.

Qué dice la Ley de pesca

En el artículo 35 de la Ley 489, Ley de Pesca y Acuicultura se deja claro que “se prohíbe el uso de explosivos, venenos u otra forma de pesca destructiva, así como el uso de redes de enmalle y bolsas de bocanas, esteros, canales de tránsito y arrecifes naturales”.

Sin embargo, de acuerdo con Sáenz, esto no se cumple, porque en la realidad, la pesca con bomba está matando el lecho marino. Entonces, qué se puede hacer, pues una de las propuestas de Sáenz es que en el caso de los pescadores reincidentes les deberían de quitar las licencias de pesca, además de implementar las multas.

“Deben de haber multas para las personas que pesquen con bombas, o más bien hacerlas cumplir, ya que la ley también lo contempla: la sanción por pescar con elementos explosivos es una multa en córdobas, equivalente a cinco mil dólares”, enfatizó Sáenz.

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