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Los más grandes incendios que han ocurrido en la historia de Nicaragua se han producido principalmente en zonas de alta actividad económica. LA PRENSA/ ARCHIVO

Los más grandes incendios que han ocurrido en la historia de Nicaragua se han producido principalmente en zonas de alta actividad económica. LA PRENSA/ ARCHIVO

Así se ha quemado Nicaragua

La historia del país está salpicada de apocalípticos incendios. La mayoría de ellos han ocurrido en centros comerciales pero otros han estado ligado a la vida política

Quienes vieron a Tomás Matus de pie frente al fuego que devoraba su restaurante conocido como La Miniatura, dijeron que el hombre intentó lanzarse a las llamas entre las cuales se consumía su establecimiento, pero que unos vecinos intervinieron a tiempo y evitaron el suicidio. Lo que Matus dijo, un día después del incendio, fue que quería encontrar al alcalde de Bluefields, Juan Santamaría, para pegarle, porque era el culpable de que en la mañana de aquel funesto día, 4 de enero de 1970, no hubiera suficiente agua en la ciudad para apagar el fuego.

El negocio de Matus estaba a dos cuadras de donde empezó el siniestro, en La Lucha, una tienda donde vendían combustible, municiones, armas y pólvora. La tesis del origen del fuego más aceptada por los bomberos fue de que uno de los hijos del dueño del negocio encendió una triquitraque mientras se estaba realizando un trasiego de gasolina. Aunque algunos testigos la rechazaban y hablaban de un cortocircuito. Sea como haya sido, lo cierto es que el fuego abarcó cuatro manzanas de terreno y devoró 112 casas, entre ellas 30 establecimientos comerciales, dejando pérdidas de unos 15 millones de córdobas de la época. Lo más lamentable, la muerte de un hijo del dueño de La Lucha, Denis Navas, de 12 años de edad. “Denis quedó prendido en llamas, traté de sacarlo pero yo también era una tea humana. Tuve que correr y no me acuerdo más”, dijo Antonio Obando, quien terminó con graves quemaduras en el hospital de Bluefields.

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Esta era la zona comercial de Bluefields que fue destruida por un incendio en enero de 1970. Las llamas lo consumieron todo. LA PRENSA/ ARCHIVO

Un ligero repaso por la historia de los más grandes incendios que han ocurrido en Nicaragua en los últimos 120 años da cuenta de que la mayoría de ellos han tenido como escenario zonas de gran actividad económica o comercial. En el mismo Bluefields, en septiembre de 1909 y luego en 1970. Managua, en 1936 y en 1938. Puerto Morazán, en 1952. Chinandega, en 1967. Puerto Cabezas, en 1975. León, en 1976. Corinto, en 1983 y San Carlos, en 1984.

Los casos más recientes han sido, como no podría ser de otra manera, en el enorme y desordenado mercado Oriental de Managua. Primero en 2008 y, luego, el pasado domingo 14 de mayo, cuando las llamas consumieron 208 tramos y produjeron pérdidas mayores a los 10 millones de córdobas.

Moisés Isidro Lazo Ramírez está siendo procesado como el posible responsable de la tragedia, ya que supuestamente realizó una conexión ilegal en un tramo del Oriental, lo cual habría originado el incendio.

La falta de agua casi siempre ha sido causa de que los incendios ocurridos en el país se hagan más grandes. LA PRENSA/ ARCHIVO

Un incendio frente al cuartel de bomberos

Al igual que ahora Lazo Ramírez, en 1976 José Dolores Cruz Martínez también fue acusado de haber provocado, en la noche del viernes 9 de enero, un incendio que destruyó un cuarto de manzana en el sector comercial de León y dejó pérdidas de más de 15 millones de córdobas.

Cruz Martínez había sido bombero permanente de la estación de León, pero lo despidieron por haber dañado uno de los motores de la unidad con la que fue a regar un campo deportivo, relataron a los medios sus propios excompañeros, quienes le decían “Torombolo” o “Tololo” y lo definían como alguien de carácter inestable. Después, el hombre consiguió empleo en otra parte, pero explicó ante los periodistas, luego de ser detenido tras el incendio, que su nuevo jefe le pagaba mal y además lo maltrataba, por lo cual anduvo buscando la manera de que lo volvieran a aceptar como conductor en los bomberos. Buscando que los bomberos tuvieran bastante actividad, necesitaran más personal y lo llamaran, intentó provocar incendios en varios lugares de León pero todos se quedaron en conatos.

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El 9 de enero —relató el propio sospechoso— compró un galón de gasolina y lo llevó a las afueras de las oficinas de Ansca, una cooperativa de algodoneros. Quedaba en una esquina que lo tenía molesto porque la calle era angosta y en una ocasión rayó el carro que manejaba al dar la vuelta. Pero había un celador y no pudo lograr su objetivo. Siguió caminando hasta llegar al negocio conocido como La Estrella Roja. Era el lugar ideal. Cruz Martínez pensaba que como estaba enfrente del cuartel de bomberos sus excompañeros podrían apagar el fuego a tiempo. Colocó dentro el galón de gasolina, tiró un fósforo encendido y salió corriendo. Desde su casa vio el fuego y le remordió la conciencia. Se fue a la estación de bomberos, pidió un overol y se puso a ayudar a sus excompañeros. Pero lo identificaron como el hombre que había salido corriendo y quedó detenido.

El fuego comenzó a las 11:30 de la noche y más de 150 bomberos trabajaron 16 horas hasta acabar con todo vestigio de peligro.

La mayoría de los negocios quemados no tenían seguro contra incendios. A algunos se les había vencido pocos meses antes. El negocio Penelas y Sirera tenía un seguro que solo le cubría el 25 por ciento del total de pérdidas. La ferretería La Rambla tenía uno por dos millones de córdobas pero las pérdidas eran mayores a esa cantidad.

Edificio de la ferretería La Rambla, en León, cuando era consumido por las llamas en enero de 1976. El fuego devoró varios establecimientos antiguos de León. LA PRENSA/ ARCHIVO

Los incendios y la política

El lunes pasado 15 de mayo, el Gobierno actual informó a los comerciantes del Oriental que se les iba a reconstruir los tramos quemados. Y, además, les iban a ofrecer préstamos del programa Usura Cero con intereses mínimos.

Lo mismo hizo Anastasio Somoza García en varios incendios que ocurrieron durante su mandato. En junio de 1944 ordenó que se les diera lugar en el galerón del Distrito (Alcaldía) a los comerciantes afectados por un incendio en el mercado de los Pasos y determinó que por seis meses no se les iba a cobrar impuestos.

A las 9:30 de la noche del primero de agosto de 1933, cuando muchos comerciantes habían invertido dinero para vender en las fiestas agostinas de Managua, se escuchó una fuerte explosión, luego se oyeron tiros, se sintió olor a pólvora. Algunos creyeron que había estallado la bomba de gasolina de Domingo Meléndez. Otros decían que era en la Casa Pellas. En realidad las enormes llamas rojas que comenzaron a cubrir la parte sureste de la ciudad se debían a que se estaba quemando parte del almacén de guerra que la Guardia Nacional conservaba en el Campo Marte.

El presidente Juan Bautista Sacasa decretó el estado de guerra en Managua y el de sitio en el resto del país. A las 11:30 de la noche se terminó de quemar el arsenal, valorado en 200 mil dólares de la época. Se quemaron millones de tiros de toda clase, numerosas ametralladoras de diferentes sistemas, granadas de mano y rifles. No hubo muertos. Eso sí, antes de que terminara el incendio ya había decenas de conservadores presos. En total fueron 80.

Los comerciantes perdieron las inversiones porque las fiestas agostinas fueron canceladas.

En el régimen sandinista de los años ochenta, el Gobierno acusó a Estados Unidos de estar detrás de un sabotaje que en octubre de 1983 sufrieron los depósitos de combustible ubicados en Corinto. Alrededor de 1.6 millones galones de diésel ardieron después de que contrarrevolucionarios tripulando una lancha rápida ingresaron a las aguas frente al puerto corinteño y provocaron el siniestro.

Todos los 35 mil corinteños fueron evacuados y regresaron hasta dos o tres días después. “Estábamos durmiendo cuando de pronto oímos como una cadena de bombas que explotaban. Toda la gente salió corriendo ante el peligro de que explotaran los tanques y ahora ya fuimos evacuados”, dijo un corinteño en esa ocasión.

Una de las escenas del incendio que destruyó una manzana del mercado de Chinandega en 1967. El problema de los bomberos para sofocar las llamas es que no había agua suficiente. LA PRENSA/ ARCHIVO

Y el último de los Somoza también se enfrentó a los incendios cuando el lunes 8 de mayo de 1967, como a las 9:00 de la noche, se inició un incendio en León y, poco después, esa misma noche se incendió el mercado de Chinandega. Las autoridades comenzaron a hablar de que los autores eran miembros de la extrema izquierda y se temía una oleada de terror.

Cerca de 200 bomberos trabajaron sofocando los incendios de León y Chinandega, mientras que otros 80 se mantenían en Managua a la espera de nuevos incendios en cualquier parte del país.

En Chinandega el problema fue la falta de agua. Los bomberos tuvieron que agarrar agua de una piscina privada y de los tanques de la hielera Alasca. Se quemó una manzana del mercado. En León el mercado se quemó parcialmente. En Chinandega resultaron afectados 372 comerciantes, de los cuales 186 eran cabezas de familia, 174 solteros y 12 viudos.

Las pérdidas económicas que dejan los incencios son enormes y muchas veces no hay un seguro contra incendios de por medio. LA PRENSA/ ARCHIVO

El nacimiento de los bomberos

El terremoto de Managua en 1931 dejó al descubierto la necesidad de un cuerpo de bomberos, por los múltiples incendios que hubo. El abogado Joaquín Vijil lo notó y habló con el presidente Juan Bautista Sacasa sobre el tema después de otro incendio en 1936. Pero Sacasa fue derrocado al poco tiempo.
Fue hasta el 15 de septiembre de 1936 que se fundó el cuerpo de bomberos y Vijil fue el primer comandante.

En la actualidad el más antiguo bombero del país es Julio César Prado. Inició como tal en 1958. Dice que las cosas han cambiado, pero lo que no cambia es que la gente no se quiere y no hace caso a las recomendaciones que se les hace para evitar incendios. Ahora, la emergencia más frecuente que atienden son los accidentes de motos, pero en el caso de los incendios los obstáculos son los mismos: los conductores no se apartan cuando el camión de bomberos lleva encendida la sirena y los hidrantes o no tienen agua o no hay mucha presión para que salga abundante agua. En el mercado Oriental, donde ocurrió el último incendio de gran magnitud, los hidrantes están “presos” en los tramos.

Los llamados “turcocircuitos”

En la década de los años cincuenta del siglo pasado, los managuas comenzaron a observar con extrañeza cómo las llamas consumían los establecimientos comerciales de inmigrantes del Medio Oriente en el centro de la capital. “Sin mayores evidencias fácilmente achacaron el siniestro a un ardid de los comerciantes para cobrar el seguro que cubría a dichos establecimientos”, recuerda Orlando Ortega, en su blog Los hijos de septiembre.

Fue así que los managuas comenzaron a llamar a estos incendios con el nombre de “turcocircuitos”, identificando como “turcos” a todos los originarios del Medio Oriente y haciendo un juego con la palabra cortocircuito.

Los seguros contra incendios

Para la segunda década del siglo XX los incendios eran frecuentes en Nicaragua. Muchas de las construcciones eran de madera. El 17 de junio de 1920 se sancionó una ley sobre incendios que abordaba el tema de los seguros. Al principio algunas personas no tenían confianza en este seguro porque a veces la compañía no estaba obligada a pagar en ciertas circunstancias. Posteriormente, como quedó demostrado en la mayoría de los incendios que ocurrieron en las siguientes décadas, la mayoría de las personas no siempre estaban al día con el pago del seguro y por eso no había beneficios en casos de siniestros. En la actualidad el problema persiste. La mayor parte de la población nicaragüense asegura sus viviendas solamente cuando se ven obligados a hacerlo porque hay un préstamo de por medio, explican las entidades financieras.

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