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Rosario Murillo

Ortega no le conviene a la juventud

Los ingresos futuros de los ciudadanos dependen, en gran medida, de la cantidad y educación recibida. Quienes terminan primaria ganan más que los que no lo hacen; igual ganan más los que terminan secundaria respecto a estos y los que terminan la universidad o escuelas técnicas respecto a los demás. Y aquellos con iguales años de educación, pero con mejor calidad de esta, ganarán considerablemente más.

¿Se vislumbra optimista el futuro económico y social de la juventud nicaragüense con el orteguismo en el poder? Para responderlo hay que examinar primero los factores que más pueden incidir en sus posibilidades. Entre ellos sobresalen dos: una buena educación y una economía dinámica, con igualdad de oportunidades para todos.

La primera es, con mucho, la más importante. Los ingresos futuros de los ciudadanos dependen, en gran medida, de la cantidad y educación recibida. Quienes terminan primaria ganan más que los que no lo hacen; igual ganan más los que terminan secundaria respecto a estos y los que terminan la universidad o escuelas técnicas respecto a los demás. Y aquellos con iguales años de educación, pero con mejor calidad de esta, ganarán considerablemente más.

Diez años de régimen orteguista son suficientes para evaluar su eficacia o impacto en ciertos campos. Lo hizo Fideg, la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global, en su estudio Dinámicas de la pobreza en Nicaragua 2009-2013. Su conclusión es descorazonadora: “El nivel educativo de la población nicaragüense ha permanecido estancado. En el 2009 el individuo promedio tenía 5.9 años de estudios aprobados y en el 2013 tenía 6.1 años”. Agrava el problema el hecho de que la calidad tampoco ha dado señas de mejorar. Nicaragua sigue a la zaga en los resultados de pruebas de matemáticas y lectoescritura efectuadas en América Latina. La calidad de nuestros bachilleres y licenciados nadie la mide, pero el hecho de que la juventud, incluyendo la universitaria, exhiba las más altas tasas de desempleo, más las críticas de quienes emplean a un porcentaje de ellos, están señalando, con fuerza, que la educación que reciben es pésima y no está mejorando.

El problema de fondo es que para Ortega mejorar la educación no ha sido prioridad. Lo demuestra en parte el hecho de que el porcentaje del PIB (Producto Interno Bruto) destinado a educar, lejos de irse acercando al siete por ciento que han venido recomendando los expertos, se ha mantenido debajo del tres por ciento. En el 2015 destinó el 2.8 por ciento del PIB, igual que en el 2014.

Tienen mayor prioridad los parques y los arbolatas. Tampoco ha hecho reformas significativas que permitan impactar la calidad docente; por el contrario, ha politizado al extremo los nombramientos de directores y jefes de áreas. Los más pobres siguen y seguirán recibiendo la educación más pobre.

Respecto a la economía es cierto que sus indicadores globales han mejorado con incrementos anuales del PIB entre el 4.5 y cinco por ciento anual.  Pero hay dos peros importantes: uno, que tal crecimiento se dio con vientos de cola que están menguando, lo que permite pronosticar que los próximos años no serán tan buenos. Y dos, que durante la relativa bonanza las tasas de empleo han permanecido estancadas, mientras han aumentado las de subempleo y las del empleo informal.

Bajo Ortega persisten otros problemas de fondo que impiden encauzar el país hacia mayores tasas de empleo y crecimiento: los previsibles descensos en la cooperación internacional, el total estancamiento de la productividad —Funides y otros han documentado bien el tema— la constante erosión de la institucionalidad y la legalidad, y la competencia desleal con que el emporio de los Ortega y asociados amenaza el sector privado independiente. Esto será un lastre creciente en el desarrollo.

Gran parte de la juventud se verá entonces forzada a profesar simpatía política por el régimen a fin de buscar puestecitos en el estado y empresas de la familia. Otra tendrá que resignarse a vivir de las remesas, otra buscará emigrar. Quizás alguna otra parte, la más digna, se rebele. Veremos.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

Columna del día Daniel Ortega juventud archivo

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COMENTARIOS

  1. Ramon Salgado Valle
    Hace 7 años

    ¿Ortega no le conviene a la juventud?

    ¡Ortega no le conviene a nadie, a ningún nicaragüense, ni aún a sus vasallos!

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