“¿No sabes educar a tu hijo?” o “Una buena paliza no le vendría mal”. Lo que tuvo que escuchar Bianka Storks sobre sus hijos no dejaría indiferente a ningún padre. Los hijos de esta mujer de la ciudad alemana de Duisburg son autistas y se comportan por ello distinto a otros niños, lo que irrita a muchas personas que no conocen su problemática.
“El tema del autismo está lleno de miedos”, dice la psicóloga Melanie Matzies-Köhler quien ofrece entrenamientos sociales para autistas cerca de Berlín. Y es que muchas personas no saben por qué los autistas se comportan de forma tan diferente.
¿Qué es el autismo?
El autismo es una alteración del desarrollo congénita y que no tiene cura. “Lo que tienen en común todos los autistas es que ven el mundo de su forma propia y particular, lo que muchas veces lleva a malentendidos”, explica Michele Noterdaeme, médica jefe de la Clínica para Psiquiatría Infantil y Juvenil y Fisioterapia en Augsburgo. Esto hace que algunas veces se produzcan situaciones algo extrañas o que los chicos digan cosas que se consideran inadecuadas, como “hueles raro”.
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Los autistas deben aprender con cierto esfuerzo los significados de algunos gestos y expresiones. Y a veces les cuesta entender lo que quieren decir las otras personas con lo que dicen. Los extraños son un enorme desafío para los niños autistas.
La sobreexigencia —como por ejemplo la que implica el ruido— hace que algunos niños reaccionen tapándose los oídos, gritando y a veces, en determinadas circunstancias, poniéndose un poco agresivos con ellos y los demás. Si la sobrecarga es muy grande pueden llegar a golpear su cabeza contra la pared o cerrarse a hablar. “Estas situaciones son muy estresantes para los padres porque muchas personas creen que sus hijos están mal educados”, dice Michele Noterdaeme.
Casi todas las familias con niños autistas se retraen, afirma Matzies-Köhler, muchas evitan salidas a la ciudad o a un restaurante, y algunas incluso renuncian a irse de vacaciones porque el cambio de ambiente puede ser muy estresante para los niños.
Sorry, soy autista
Bianka Storks, sin embargo, decidió actuar: “En un momento determinado no tuve más ganas de explicar nada e hice unas camisetas”, cuenta. Apenas escuchaba hablar por lo bajo a los demás, les sacaba las chaquetas a sus hijos para que se leyeran las leyendas en sus camisetas: “Sorry, no te entiendo, soy autista”. Como también quiso ayudar a otras personas, formó el foto de autoayuda: “Niños con Autismo”.
No busca compasión, sino un interés sincero y apoyo, “que no se juzgue, sino que se pregunte”. También las expertas creen que hace falta más apertura en el trato con niños autistas. Lo importante es no aproximarse al niño demasiado rápido, no hablar demasiado fuerte y no acercársele demasiado físicamente.
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Sin embargo, no todos los autistas rehúyen el contacto, explica Noterdaeme: “Hay niños a los que es más difícil acercarse, pero otros son muy abiertos”.
Si un niño autista intenta contactar con uno por su propia cuenta, hay que esperar un poco a ver qué tiene para decir, con buena predisposición, afirma la psicóloga Matzies-Köhler. “Si se es tolerante y se tienden puentes hacia el niño y se le da la seguridad de que todo está bien, no hay ningún problema”, finaliza
