Si usted pregunta a cualquier persona que labore en su empresa, que cuáles son los objetivos de Seguridad Operacional, muy probablemente le responderán que “cero accidentes”, “que nadie se lastime”, “regresar de la misma forma en que vinimos”, entre un torrente de variantes de frases hechas que son nada más que convencionalismos, slogans gastados o fijaciones teóricas que no tienen un sustento real, mucho menos que ejerzan efectividad en prevenir fallas, en este caso, evitar los percances con pérdida, ya sea lesiones personales en todo su amplio espectro -incluyendo por supuesto, las fatalidades- hasta daños a los activos de la empresa, como su reputación.
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Algunas organizaciones se plantean en forma periódica -frecuentemente al inicio de año- sobre cómo mejorar sus resultados de gestión en la prevención de incidentes, pero la mayoría carece de un marco estratégico que pueda ayudar a tomar decisiones que estén orientadas hacia verdaderas modificaciones profundas, sino que siguen enfoques muy triviales. Es por eso que los resultados no pasan de ser erráticos, sin sustento racional. No explican lo útil, pero exhiben descaradamente lo obvio.
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La mayoría de los enfoques propuestos de mejora, no tienen un respaldo en medidas que vayan a ejecutarse y que hayan sido verdaderamente pensadas y diseñadas para este fin, sino que simplemente se dispersan y típicamente, resultan muy amplias, cubren demasiados aspectos, que al final, no permiten mejorar ninguno.
Hay dos áreas claves en donde es preciso reflexionar para mejorar los resultados, y las podemos elaborar a continuación.
Necesidad de un enfoque preciso
Esta es una condición existencial en un plan de mejora adecuado de Seguridad Operacional. Si tenemos un objetivo, por ejemplo, de reducir la posibilidad de un derrame de hidrocarburos, es preciso que nos enfoquemos en identificar cuáles han sido los factores de causación que pueden estar vinculados a este tipo de fallas. Posteriormente, hay que vincular los factores organizacionales sistémicos que pudieran están detrás de estas situaciones como factores contribuyentes.
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Ningún incidente con pérdida es una situación solitaria o aislada, ya de previo hubo decenas de eventos que casi-ocurrieron, pero que, sin embargo, no se les tomó atención por ese fenómeno que, más que pereza mental o falta de interés, es más bien el hecho que no existe una cultura -promovida desde la gerencia general- de hacer una pausa y revisar críticamente qué ha llevado a esa coyuntura, y, sobre todo, desarrollar las medidas correctivas antes que suceda otra similar.
Explicación de Resultados
Pocas organizaciones poseen un sistema formal de explicación de resultados. En nuestra cultura sesgada, se piensa que esto no es “políticamente correcto” o que la mejor forma de encontrar una responsabilidad es darla por perdida o diluirla entre un grupo amplio de personas. Algunas empresas también yerran en interpretar que un sistema de explicación de resultados por fallas de seguridad, es equivalente a una acción disciplinaria.
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Si no existe una cultura de explicar y rendir cuentas por las situaciones erráticas acontecidas, será muy difícil llegar a vincular la responsabilidad con la propia línea de negocios. En nuestro país, hay un increíble número de compañías que creen que si hay una falla operacional que se traduce en un incidente, es entonces atribuible al cargo de Higiene y Seguridad, siendo esto uno de los absurdos más asombrosos que hay.
La responsabilidad de un percance es siempre de la línea de negocios y promover tácita o expresamente la dilución de tal responsabilidad, es sembrar la anarquía y la impunidad de acciones imprudentes -que pueden llegar a convertirse en mal intencionadas- sobre las cuales el negocio debe aprender permanentemente para ir mejorando su confiabilidad operacional.