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Cartas al Director, farsas electorales
Robert Trolese

Aprecios de papa Francisco

Cuando el papa Francisco exaltó la confianza que tenemos en la esperanza de la resurrección del Señor Jesús, nos anima a descansar en el contenido de la Biblia para responder a las preguntas de la vida:

1. ¿Cuál es la mejor manera de conducir nuestra familia?
2. ¿Cómo podemos mostrar el respeto para nuestro prójimo?
3. ¿Cómo podemos comportarnos y realizar responsabilidades hacia nuestros trabajos?
4. ¿Cómo podemos influir por el bien del país?

Cuando yo empecé como joven misionero evangélico en 1980 me sorprendió que cuando hubo situaciones, se abrieron puertas para trabajar en Nicaragua con otras denominaciones cristianas y con la Iglesia católica. La tierra de lagos y volcanes nos ha permitido usar el diálogo para reconocer la existencia de los vínculos útiles entre nosotros.
Hace quince años, aquellos diálogos y vínculos nos permitieron caminar juntos y hacer una labor que, tal vez, hubiera sido imposible hacerla separados.

Con una sola expresión en la fe cristiana, juntos atacábamos la introducción al país, del oxímoron de un aborto “terapéutico”. Si esto se nos habría escapado y nos gana la autorización de esta práctica, el resultado hubiera sido un enorme aumento de matanza de seres humanos ya en el vientre protector creado por esta diabólica conclusión médica, hasta el gobierno tuvo que reconocer, que como cristianos siendo unidos representamos a la nación de Nicaragua y que juntamente logramos reservar el valor inestimable de cada ser humano. ¡Como nación, escogimos la vida!
Por los vínculos y diálogos que hemos disfrutado a través de los años, me siento libre y honrado en enfatizar unas palabras del papa Francisco. Él estaba hablando de la única esperanza que tenemos en la resurrección de Cristo Jesús. Sus palabras profundizaron mi aprecio por la obra que Dios está efectuando en nuestro país. La única roca sólida es la resurrección de nuestro Salvador.

De gran manera, nos animó el papa Francisco a “ver a Cristo resucitado ante los fracasos de la vida”. Nuestro país ha sufrido en sobremanera, fracasos y golpes; económicos, naturales y políticos que sucedieron por las guerras y la frágil paz. Sin embargo, algo resonó en el pecho del nica de la lealtad de un Dios que nos ama y que testificó de su amor con el sacrificio de su hijo unigénito por nuestros fracasos morales y las trasgresiones de  nuestras propias conciencias. Arriba de toda esta confusión fatal, nuestro Jesús está sentado a la diestra de su Padre, viviendo siempre para interceder por ellos. Hebreos 7:25.

Además del amor de un padre, también la resurrección nos ofrece la entrada en su familia celestial. Nuestra ‘existencia’ en la mente de nuestro Padre fue verificada en la vida más difícil del profeta Jeremías, cuando nuestro Padre le declaró a él: “Antes que te formase en el vientre te conocí”. Jeremías 1:5.

Eternamente, hemos existido en la mente de Dios, con su deseo que seamos de su familia. La entrada para obtener esta mente no ha cambiado; uno tiene que doblar sus rodillas a la soberanía y aceptar el señorío de Dios, probado con su resurrección entre los muertos.
Como cristianos, somos los portadores de sus buenas noticias. Él no está muerto. Resucitó para perdonarnos y darnos la vida eterna.

El autor es pastor evangélico.

Opinión
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