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Róger Mendieta, FSLN
La Prensa

La madre a través del tiempo

Hoy 30 de mayo se celebra en Nicaragua el Día de la Madre.

Durante muchos años se creyó que el Día de la Madre había sido establecido el 30 de mayo, porque era la fecha de cumpleaños de la suegra del dictador Anastasio Somoza García. Sin embargo, la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua aclaró en 2011,  que la madre política de Somoza García, doña Casimira Sacasa de Debayle, no nació un 30 de mayo sino el 18 de enero de 1872 y falleció el 28 de junio de 1953. De manera que debe haber sido por otro motivo que se escogió el 30 de mayo como Día de la Madre, establecido por Ley en 1940, ratificado en 1956 y vuelto a ratificar después del triunfo de la revolución sandinista.

La familia, como institución humana y social que es, ha sufrido cambios  a lo largo del tiempo. Del mismo modo el rol de la madre —que es la quintaesencia de la familia— también se   ha modificado,  adaptándose    sin llegar nunca a desaparecer a pesar de las doctrinas y movimientos políticos disolutivos que la han tratado de liquidar.

Los investigadores sociales explican que entre los propósitos fundacionales del matrimonio o unión conyugal, el  eje de la familia, estaban los de ordenar la distribución de mujeres entre los hombres, disciplinar la competencia masculina y socializar la procreación. A esos propósitos se unió con el paso del tiempo el nexo  del amor, lazo esencial de unión de la pareja, sustento de la función maternal —y paternal— y garantía de la perennidad social de la familia.

El modelo original de la unión conyugal,  la vida familiar y  la función maternal, dejó rastros culturales, mandatos sociales, creencias y costumbres que pesan e influyen inevitablemente hasta ahora. Pero el nexo del amor permanece igual en su esencia y manifestaciones, como  cimiento de esas  relaciones indispensables.

En la actualidad, como se conoce muy bien,   las mujeres tienen menos hijos o ninguno, sobre todo en las áreas urbanas; los niños van a la escuela más temprano; el número de miembros de la familia  ha disminuido y hay cada vez más familias monoparentales, o sea gestionadas solo por el padre o la madre, principalmente por esta.

También la edad para la maternidad ha cambiado, ahora generalmente es  programada e inclusive  evitada por muchas mujeres, sobre todo de las clases medias, que procuran el ascenso social mediante la formación profesional y el trabajo. Igualmente los vínculos conyugales y matrimoniales se han debilitado, siendo actualmente  mucho más fácil la separación y el divorcio con las consecuencias positivas y negativas (sobre todo para los hijos menores) que se derivan de esa drástica  decisión.

Pero la familia es el elemento vital de la sociedad y dentro de ella la unión conyugal y la función maternal siguen y seguirán existiendo —para la continuación de la especie humana— cimentadas en la poderosa fuerza espiritual del amor.    El amor de pareja y   sobre todo el amor de las madres a sus hijos y de estos a sus mamás.

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