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Carlos Dada, Nicaragua

Carlos Dada, director fundador de El Faro, durante una conferencia en el marco del Foro Centroamericano de Periodismo (Forocap), actividad organizada anualmente por este diario digital salvadoreño. LA PRENSA/CORTESÍA/EL FARO

Carlos Dada: “La posverdad, el desafío del periodismo”

Para Carlos Dada, fundador del diario digital salvadoreño El Faro, los periodistas centroamericanos enfrentan un nuevo desafío: “No sucumbir” ante el fenómeno conocido como la “posverdad”, que consiste en “el surgimiento de medios que ofrecen versiones alternativas de la realidad o que tienen por función desprestigiar al periodismo que trata de hacer las cosas bien”

Para Carlos Dada, fundador del diario digital salvadoreño El Faro, los periodistas centroamericanos enfrentan un nuevo desafío: “No sucumbir” ante el fenómeno conocido como la “posverdad”, que consiste en “el surgimiento de medios que ofrecen versiones alternativas de la realidad o que tienen por función desprestigiar al periodismo que trata de hacer las cosas bien”.

Este nuevo reto se suma a los problemas que ya enfrentan los medios en Centroamérica, que varían dependiendo del país. Van desde las estructuras de gobierno, pasando por el narcotráfico y las pandillas, hasta llegar a grupos empresariales, según este periodista, nacido en Bélgica en 1970, pero “ciudadano salvadoreño de siempre”.

Dada fundó El Faro en 1998 junto a su pariente Jorge Simán, quienes concibieron la idea del medio durante encuentros familiares. El periodista brindó esta entrevista en el marco del encuentro de narradores Centroamérica Cuenta, realizado la semana pasada en Nicaragua.

¿Por qué fundás El Faro?

Nace sobre todo por nuestra insatisfacción como lectores de los otros medios de comunicación. Tanto Jorge Simán como yo vivíamos fuera de El Salvador y cuando nos veíamos para las fiestas familiares o de Navidad siempre decíamos que algún día había que montar otro periódico. Cuando yo regresé al país, en 1997, empezamos a maquinar cómo cristalizar esa necesidad que teníamos, de un medio que respondiera a una nueva etapa histórica del país, veníamos saliendo de la guerra y las posguerras requieren otro tipo de lenguaje para abordar la realidad, eso queríamos.

¿Al final lo lograron?

Uno nunca está satisfecho, siempre cree que las cosas podrían estar mejores. Llevamos 19 años con El Faro y si bien nuestra situación financiera nunca nos ha permitido sentirnos cómodos y siempre creemos que necesitamos más, creo que con lo poquito que hemos contado, hemos hecho un camino muy digno.

Carlos Dada, director fundador del diario digital salvadoreño El Faro. LA PRENSA/CORTESÍA/EL FARO

Ustedes le llaman a su tipo de periodismo de “largo aliento”, ¿a qué se refieren?

Hay un periodismo que dice las cosas, que simplemente consigna hechos. Normalmente es el periodismo que ves en las notas diarias. Casi todo ese periodismo, casi todo, responde a una agenda pública, predeterminada por los sectores políticos, económicos y sociales del país.

El periodismo de largo aliento requiere la construcción de una agenda propia y de una inmersión en el terreno de muchísimo más tiempo porque pretende explicar estas dinámicas. Eso por fuerza requiere más tiempo de inmersión en un lugar, no solo de conocer, sino de entender las relaciones entre los actores. Además tiene estructuras narrativas más complejas.

El periodismo de largo aliento también se refiere a lo que demandamos de nuestros lectores, que es un tiempo mucho mayor destinado a nuestras piezas, porque nuestras piezas son más largas.

¿Qué tan compatible es este formato con el internet?

Durante nuestros primeros años todo mundo nos auguró una muerte pronta, porque decían que nadie en internet lee esas sabanotas. Yo simplemente digo que el internet es una plataforma que apenas vamos conociendo.

La mayor parte de los medios que salieron en esos años (finales de los noventa) para hacer notas cortas y de última hora ya no existe, murieron muy pronto, nosotros seguimos aquí. Hay un núcleo de lectores que agradece estas piezas, que le ayudan a entender mejor su realidad, y eso nos ha dado, nos ha permitido prolongar esa muerte pronta que nos auguraban.

¿Cuánto se tardan ustedes para preparar una pieza?
Cada reportaje tiene sus propias demandas. Si vas a hacer una pieza sobre narcotráfico toma muchísimo más tiempo, porque requiere estar cultivando fuentes, contrastando documentos, estableciendo protocolos de seguridad; entonces un reportaje de estos puede tomar un año o más.

Los reportajes sobre corrupción, cada caso ha tomado tiempos distintos, pero normalmente casi nunca es menos de uno o dos meses.

¿Qué tan costoso es hacer este periodismo y cómo le han hecho ustedes?
Este periodismo no es barato, es muy caro. Nosotros tratamos de diversificar e innovar en la búsqueda de fondos que nos lleven a la autosostenibilidad. Hay un buen porcentaje de nuestros ingresos que son vía publicidad, yo diría que aproximadamente el treinta por ciento, aunque estas cifras no son exactas. Hemos lanzado campañas de crowdfunding (cooperación colectiva a través de internet) que han tenido mucho éxito. Contamos con fondos de cooperación que nos ayudan, más o menos, a mantener la nave porque cada vez hacemos más cosas y esto encarece todas las operaciones.

La tercera parte de nuestros fondos proviene de Open Society Foundations, que es la fundación de George Soros, y después tenemos otras cooperaciones con distintos fondos, como los holandeses. También hacemos algunas cosas como la organización de conferencia con otro tipo de fondos.

¿En publicidad, cómo se llevan con el sector empresarial, tomando en cuenta su estilo de publicaciones?
Ha costado mucho que las agencias de publicidad comprendan que en una democracia las reglas del juego tienen que cambiar, que ya no pueden condicionar la publicidad al contenido; en El Faro eso nunca pasó, por eso buscamos otras formas de sobrevivir.

También, como ya se dieron cuenta de que el boicot publicitario no nos mata, han empezado a ver en El Faro un vehículo atractivo para anunciar sus marcas. Esto ha tomado muchísimos años. Todavía estamos muy lejos del punto deseable, como por ejemplo el mercado publicitario en Estados Unidos, donde la pared que divide la parte financiera empresarial de un medio de comunicación no se toca con la parte editorial, que tiene una función social y pública, que está por encima de los intereses privados.

LA PRENSA/CORTESÍA/EL FARO

¿Me hablas de boicot publicitario, lo sufrieron ustedes en algún momento?
Yo no diría eso porque un boicot implica que de pronto te cortan toda la publicidad que vos tenés. Nunca nos han cortado un volumen de publicidad, simplemente no se han anunciado. Yo creo que hay muchas razones por las que no se anunciaban con nosotros: una es la parte política incómoda, que todavía es muy incómoda para algunos empresarios. Otra es que el internet no había sido visto como un vehículo serio con posibilidades de proyección de marcas hasta hace pocos años.

Para este tipo de medios, ¿cuáles son sus enemigos?
Este no es un trabajo para hacer muchos amigos; entre los mejores amigos de El Faro están sus lectores más fieles, de eso no cabe duda, pero luego está el otro grupo. Ahí hemos tenido expresiones públicas contrarias de grupos vinculados al narcotráfico; por supuesto, de políticos, de empresarios, de pandillas, de la policía, de los servicios de Inteligencia y desde el Ministerio de Defensa, es decir la gente que no nos quiere tanto se va acumulando en este trabajo.

A escala centroamericana, ¿a qué enemigos se enfrenta el periodismo?
Dependen en qué país. En este país (Nicaragua) las mayores amenazas a la libertad de prensa provienen del Gobierno, de quienes administran el Estado; de los empresarios también que ven en la prensa una amenaza a su ejercicio sin rendición de cuentas. Ese es en el caso nicaragüense. En el caso salvadoreño, son ahora mismo las organizaciones criminales y los grupos de políticos corruptos, que no están desvinculados de las organizaciones criminales. En Honduras, la situación es distinta porque hay mucha colusión entre el cártel del narcotráfico, políticos de alto nivel y grandes empresarios, como está demostrando el caso de los Cachiros. Pero también hay un problema que pasa por la industria extractiva y el conflicto que tiene con los ambientalistas. En Guatemala son también las mafias de crimen organizado vinculado al poder político. En cada país es distinto.

¿Qué retos enfrenta el periodismo centroamericano?
El principal problema que ya enfrenta el periodismo centroamericano es lo que en EE.UU. se llama como la posverdad, el surgimiento de medios que ofrecen versiones alternativas de la realidad o el surgimiento de medios que tienen por función desprestigiar al periodismo que trata de hacer las cosas bien. Creo que el mayor desafío para nosotros los periodistas profesionales es no sucumbir ante esas trampas o cascaritas, y mantenernos haciendo un buen periodismo con la aplicación irrestricta de los métodos periodísticos. Esto es lo fundamental, es lo que nos diferencia de esos otros medios. Luego hay que hacer un trabajo de hormiguita, educando al lector para que aprenda a leer qué medios le están dando información que ha pasado por métodos de verificación y qué medios no lo están haciendo, esto será más complicado, ahí veo el mayor desafío.

¿Quiénes impulsan estos medios de la posverdad?
Hay de todo, yo te puedo hablar de la experiencia de mi país, ahí hay medios que tienen la misma agenda y objetivos que el FMLN, pero hay otros que responden a los intereses de Arena, y que si bien no puedo acusarlos de ser productos de Arena, me parece que comparten la misma agenda y mismos objetivos. Hay medios también creados por personas con intereses en el crimen organizado o empresarios con intereses específicos.

¿El modelo de El Faro es replicable en otro país de la región?
La posibilidad de montar un medio independiente en internet, eso es replicable, sí. El camino que nosotros emprendimos para llegar a eso no. Para empezar porque cuando nosotros nacimos internet estaba empezando en El Salvador. En los primeros siete años de El Faro, nadie cobró un salario, esto le fue dando un carácter al proyecto, una personalidad muy única, es muy difícil que un medio se pueda dar ese lujo.

Proyecto de tiempo libre

Cuando se fundó El Faro, los periodistas sobrevivían económicamente trabajando en otros lados y le dedicaban al medio lo que les quedaba de tiempo. “Lo que pasa es que ese proyecto de tiempo libre le dedicábamos cinco o seis horas diarias y todos los fines de semana, esto lo puedes hacer cuando estás joven. Hoy no sé si tendría la energía”, comentó Dada, quien añadió que los profesionales de “esa época que permanecen en El Faro son ahora socios, porque ellos lo construyeron”.

En este país (Nicaragua) las mayores amenazas a la libertad de prensa provienen del Gobierno… de los empresarios también que ven en la prensa una amenaza a su ejercicio sin rendición de cuentas”.
Carlos Dada, fundador de El Faro

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