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Orlando J. Icaza

Despenalizar las drogas

Es desesperante el nivel de criminalidad que ha alcanzado la distribución y consumo ilegal de las drogas en el mundo entero.
En Latinoamérica, donde su uso es mínimo comparado con el de los países más avanzados; pero donde su producción es alta, es donde se juega más la vida.

Policías, periodistas y jóvenes, por sobre todo, pierden sus vidas en medio de tanta pobreza por los millones de dólares que produce el tráfico y la producción de estupefacientes que a diario cruzan las fronteras para tratar de alcanzar su destino más al norte, donde se generará una enorme cantidad de dinero que deja solo limosnas y llanto en las manos de los que se arriesgan para transportarla y producirla.

La pobreza es tanta y la ambición tan grande que ya la vida no vale nada. Se mata sin cuartel, se tortura sin compasión y no se respetan niños, mujeres ni ancianos.

Las autoridades parte de ese sistema lastimoso de pobreza, mal pagadas y con muy mala educación y ética, fácilmente se contaminan y ya no se sabe quién es o no parte de ese sistema lucrativo que tiene horrorizado al mundo entero.

Los organismos internacionales se preocupan más por el petróleo, el islam, y dictadores sanguinarios que por la hecatombe de las drogas.
Lo interesante es que producir la droga es infinitésimamente barato, pero transportarla y distribuirla es caro. En vidas humanas y en dinero.

Quien paga los costos materiales es el que la consume, un enfermo. Un enfermo peligroso porque se desconecta de la realidad y es capaz de asesinar a su madre por obtener el dinero para comprarla. Peor aún,  quien paga los costos en vidas humanas son, en muchas de las veces, aquellos que sin consumirla ni lucrarse de las ganancias por una u otra razón, se cruzan en el camino de los traficantes y distribuidores capaces de despellejar a cualquiera por esa plata.

La solución es compleja y sencilla. ¿Cómo se haría entonces? Legalizarla bajo control estatal.
Al drogadicto se le ofrecería gratis o a un precio ridículamente bajo a cambio de matricularse en un programa de rehabilitación, controlado por centros de salud dirigidos por profesionales donde no se cuestione al que la llega a pedir. Donde se trate al que la busque como a un enfermo que necesita ayuda con compasión y no como delincuente.

Así, el Estado podría determinar la dimensión de la drogadicción en su país y podría implementar otros programas de control.
Esto reduciría el número de drogadictos dramáticamente, haciendo todavía más bajo su consumo.
Automáticamente se abarataría el precio de la droga, el estímulo de producirla se caería y con ello la criminalidad.
Lo complejo está en quién daría ese dinero para implementar estos programas.

¿De dónde se sacaría si con costo se controla la malaria, las diarreas y el dengue que son rampantes en un país como Nicaragua?
Por un lado, al disminuir la criminalidad hay un costo en salud que se ahorraría el Estado. Por otro, el drogadicto se volvería más productivo. Habría más seguridad para los negocios y la inversión y menos accidentes en las calles. Dinero que no se ve, pero que cuenta y que haciendo las matemáticas es bastante alto.

Se podría poner un impuesto a otros productos como el alcohol y cigarrillos. Que administrados honestamente darían resultados eficaces.
Los países más pudientes y que son el nido de la corrupción, (solo en EE.UU.  hay 6.5 millones de adictos a la cocaína sin meter otras drogas) deben de crear programas de investigación que no los hay o si existen, nadie los conoce, para tratar de encontrar una cura contra las adicciones.

Nuestros países pobres ayudarían creando sistemas educacionales sencillos y de bajo costo desde los primeros años de vida para prevenir y detectar quiénes o no son pronos a ser futuros adictos no solo a drogas ilegales, pero a otras como el alcohol y tabaco, que quizá sean aún más mortales que las ilegales.

Tal vez sueño; pero hay que empezar a hacer algo antes que nos hundamos en un pantano irremediable de dolor y desesperanza.
El autor es médico y cirujano.

Opinión despenalización drogas pobreza archivo

COMENTARIOS

  1. Nikiriche Niki
    Hace 7 años

    Hay que comenzar a legalizar la marihuana para uso médico. La torpeza con la que se tratan muchas enfermedades en la actualidad como la epilepsia, el parkinson o esclerosis múltiple, resultan mortales, por los efectos secundarios que conllevan la medicina tradicional. Nicaragua debe sumarse al esfuerzo que han hecho muchos países entre ellos México, que legalizó el cannabis para uso médico.

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