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Efectos de las pantallas
Gonzalo Cardenal M.

Efectos de las pantallas en los niños II

Continuando con la entrevista al doctor Calderón, este dijo:

—La forma de prevenir esta situación es educando a los padres para que sepan racionalizarlos. Es decir, permitir el uso de pantallas tipo tableta o celular exclusivo para educación y… nada más.

—Pero sucede que estos dispositivos están en la sociedad, y no puedes prohibirlo porque el niño va a convertirse en un niño raro. Entonces a lo que nos están enfrentando es: ¿usted qué quiere tener, un niño raro o un niño mediocre?

—Si por raro se entiende un niño que no ve la pantalla y que lee, que no ve la pantalla y que juega, que no está absorto en la pantalla y tiene una relación normal con los demás, yo quiero que mis hijos sean raros porque si ser normal es ser mediocre, es lo último que yo quiero para ellos.

—Pasamos ahora a la televisión. ¿Es cierto que la televisión atonta?:

—Sí, claro. Es imposible que la televisión no atonte. Siempre se la ha llamado la caja tonta y no porque la caja sea tonta sino que los tontos son los que están delante. Hace muchos años cuando tenía 12 años vi un programa en la televisión que se llamaba “La Clave” y el programa trataba sobre la televisión, sobre sus beneficios y perjuicios, hablo de 1978. Llevaron a un filósofo que no recuerdo su nombre y no tenía televisión. Le preguntaron por qué no tenía. Y dijo: “porque me quita mucho más de lo que me da”. Esa frase sigue siendo cierta hoy con todos estos equipos.

—La colección de sus libros se llama Educar con sentido, al igual que su blog. ¿Qué es para usted educar con sentido? ¿Dónde dejamos el sentido común?

—Desde mi punto de vista hoy no existe. Podíamos hablar de sentido común hace cuarenta o cincuenta años cuando la sociedad era muy homogénea. Cuando un niño que hacía algo que estaba mal, le podía regañar el portero, el quiosquero, le podía llamar la atención cualquiera porque había un sentido común y los padres agradecían esa labor. Hoy en día la sociedad es tan heterogénea, está tan mezclada de diferentes visiones que ya no hay algo que podamos llamar común, por eso no hablamos de sentido común.

—En sus libros insiste en el respeto y las normas en la educación pero en la actualidad ambas palabras no están muy de moda. ¿Cree que este hecho está creando pequeños dictadores?

—Claro. Lo que ocurre es lo siguiente: el niño al nacer en pocos meses va a descubrir que hay normas, que hay cosas que puede hacer y que no puede hacer, y si intenta meter los dedos en el enchufe sus papás le van a decir “no” y si intenta hacer algo que pueda poner en peligro su vida, sus papás le van a decir “no”. El niño cuando descubre que hay cosas que se pueden hacer o no se puede hacer va a intentar enseñar a los padres que es lo que pueden hacer ellos y lo que no pueden hacer. Va a intentar poner sus normas. Si los padres son demasiado laxos en las normas o les da miedo educar, el niño se va a ocupar de hacerlo. Yo siempre digo que en los primeros seis años de vida alguien va a quedar educado. Lo adecuado es que al final de los seis años el niño esté educado, pero si no ha sido educado, los padres van a ser muy obedientes.

El autor es miembro del consejo de coordinadores de la ciudad de Dios.
[email protected]

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