La ocupación de consultor y capacitador proporcionan la oportunidad de conocer el verdadero metapensamiento, es decir, aquellas prácticas y convencionalismos que subyacen en la mente de las personas, y que, de una manera predecible, son los mecanismos que le hacen tomar las decisiones que, aunque aparentemente absurdas y que a primera vista parezcan desviadas y equivocadas; son en realidad productos de una racionalidad de cualquier calificativo, pero que no deja de ser una racionalidad per se, es decir, una respuesta(s) basada(s) en un medio ambiente compartido específico que sesga a la persona individual a actuar de determinada manera, aunque a veces con consecuencias catastróficas.
Hace muchos años, Claude Levi-Strauss, antropólogo y etnógrafo francés, publicaba su gran obra “El Pensamiento Salvaje”, con la explicación y diferenciación entre “el modo de pensar de los ‘primitivos’ y de los ‘civilizados’”, en donde deja en claro que el pensamiento más salvaje, o la actuación más brutal, son producto de reglas estructurales que pueden ser identificadas y trazadas nítidamente a través de la formación del individuo colectivo y el conglomerado de prácticas, reglas, artefactos, imágenes, aspiraciones, motivaciones, restricciones -entre otras condicionamientos- que hacen que la persona actúe de determinada manera frente a sus semejantes.
Con los años de capacitador, he podido coleccionar de las audiencias estos pensamientos que a nivel colectivo son “líneas de programa” en el software mental de alguna mayoría perceptible, lo cual podría explicar estos actos de salvajismo vial.
La ley es para violarla: El delito no está en el desprecio consciente de las normas y regulaciones, sino en que a uno lo agarren in fraganti.
Matar es un acto comprensible y dispensable: No hay que estresarse por las consecuencias, en fin, no hay nadie preso por matar a otro(s) con un vehículo, siempre usted podrá argumentar que “los accidentes ocurren”.
La ley es generosa con la billetera obesa: Homicidio imprudente un delito con mediación, que por cansancio y necesidad -ya que así en promedio son las víctimas-terminarán aceptando siempre muchísimo menos de lo que primeramente exigieron.
La luz roja del semáforo siempre tiene “2 segundos de cortesía” para el que se la “voló”: Aunque suene increíble, esta estúpida, pero “inefable verdad práctica” se argumenta frecuentemente.
La luz amarilla no significa “deténgase en forma segura”, sino “acelere baboso, que si no se queda de este lado”.
Siempre habrá una forma de resolver un caso grave “por la libre”, ya sea en la misma policía o bien, en los tribunales, si ese fuera el caso.
Las autoridades tienen un doble o triple rasero; solamente tienen fijación con el conductor promedio -pero con buseros, microbuseros y otros gremios poderosos-padecen de retinopatía diabética, ametropía, glaucoma, blefaroconjuntivitis, cataratas, degeneración macular, entre otras enfermedades que los han dejado ciego con bastones y lentes iguales a los de José Feliciano.
Usted ya es conductor-a competente si tiene las hormonas suficientes para sacar el vehículo a la calle, no importa si usted no sabe manejar o tenga o no licencia
Ya obtuve la licencia con la escuela de manejo o por otros medios, lo único que me hace falta es aprender a manejar.
Aprenderse la normativa vial es necesario sí y sólo sí usted va a rendir el examen; después de aprobarlo, olvídese de lo que aprendió.
Es normal beber guaro y conducir porque todo el mundo lo hace, y ahora, hasta los que deberían de dar el máximo ejemplo; argumente que le está haciendo bullying un medio de comunicación y se acabó.
Los semáforos son mera referencia de 6.00 am a 6.00 pm, entonces, mejor aplique su propio e infalible criterio.