Gilma Valerio es abogada. Y hace unos dÃas ganó un caso. Esto no tendrÃa mayor relevancia porque todos los dÃas abogados ganan casos en los tribunales, sin embargo, el caso que ganó Gilma Valerio fue la custodia legal de un niño de la familia donde años atrás trabajaba como empleada doméstica.
A finales del 2015 el caso de Arun, el hijo de la periodista Ximena Gutiérrez, que fue sacado del paÃs por su papá sin su permiso, explotó a nivel nacional.
“Ximena me dice: ‘¿Gilma tenés experiencia en derecho internacional’ y le digo: ‘No, tengo experiencia en casos de familia, pero en este tipo no’. Entonces ella me dice: ‘Lo que yo necesito es lealtad. Si vos estudiás, indagás, lo indagamos juntas, yo siento que podés apoyar’â€, recuerda Gilma, de 37 años.
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El trato
Antes de terminar el bachillerato, Gilma Valerio sabÃa que querÃa ser abogada. Su mamá Martha DÃaz le decÃa a ella y sus cuatro hermanos, “ustedes no tienen que ser lo mismo que yo, ustedes tienen que saber leer y escribir, tienen que saberse defenderâ€, esas palabras ella siempre las tenÃa presente y por eso se esforzaba por ser una estudiante con altas calificaciones. Sin embargo, cuando terminó la secundaria, su mamá le dijo que con lo poco que ganaba lavando y planchando ropa ajena no podrÃa pagarle su carrera universitaria. Entonces ella debÃa trabajar para pagársela.
“Yo sabÃa que no era porque no quisiera, era porque los medios no le iban a permitir pagarme la carrera. Entonces empecé a trabajar en una zona franca, en el área de empaque. Pero yo miraba muy cansado ese trabajo. Además, que habÃa muchas injusticias, muchas arbitrariedadesâ€, cuenta años después.
Allà no duró mucho tiempo y como su mamá tenÃa años de trabajar con la familia de Ximena Gutiérrez, la recomendó para que le dieran empleo como empleada doméstica. Con su personalidad alegre y amable se ganó la confianza y el cariño de esa familia, y fueron ellos quienes la empujaron a que sacara su carrera.
En una ocasión tanto Ximena como su mamá Paula, le preguntaron a Gilma si querÃa estudiar y ella con franqueza les dijo que sÃ, pero que no podÃa pagarse la universidad. Entonces le propusieron que ellos iban a pagarle el cincuenta por ciento de la carrera y que ella asumiera el resto.
“Para mà eso fue fascinante. Fue como un oxÃgeno, una alegrÃa que deseaba que se pudiera hacer, fue mi oportunidadâ€, narra aún con un tono de emoción.
Al mes siguiente ya estaba matriculándose en la universidad, arregló con su mamá que estudiarÃa los sábados, porque los domingos eran para ir a la iglesia, y que ella la sustituirÃa. Su mamá aceptó y asà lo hicieron.
Trabajar y estudiar le fue difÃcil, la universidad quedaba lejos de su casa y para llegar debÃa viajar una hora y 20 minutos en ruta, por eso cuando tenÃa que hacer investigaciones preferÃa quedarse en la biblioteca, aunque pasara todo el dÃa sin comer. Su mamá lo sabÃa y veÃa que ella era muy dedicada con sus clases, entonces con el dinero que ganó con una lavada y planchada de ropa le compró el libro que ella usaba. Mismo que aún conserva.
“Este libro ella me lo regaló mi mamá, y me dijo: ‘Te lo compro porque yo sé que siempre andás prestando’. Yo a veces me quedaba sin almorzar para comprar los folletos y en la universidad me decÃan: ‘¿Gilma por qué te quedas? ‘Te gusta quedarte platicando’. Y no era eso, lo que pasa es que la universidad me quedaba muy largoâ€, dice entre lágrimas, viendo a su mamá que está junto a ella.
Sin embargo, cuando cursaba segundo año de Derecho, la familia Gutiérrez se fue del paÃs y le dijeron que ya no podrÃan seguir ayudándole. Inmediatamente preguntó en la universidad si tenÃan programas de becas y como tenÃa buenas calificaciones se la dieron, pero solo el cincuenta por ciento. A la vez, aplicó a una beca proporcionada por el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec), donde aprendió a operar microcomputadoras y asà consiguió un trabajo nuevo.
Su rutina se volvió más pesada por los horarios, entraba a las 8:30 a.m. al trabajo y a las 5:00 p.m. salÃa rumbo a la universidad. Las clases terminaban a las 9:00 p.m. y ella salÃa deprisa para tomar el último bus que la llevarÃa a su casa. Su mamá y su hermano la esperaban en la parada que quedaba a un kilómetro de su casa. Asà pasó hasta que terminó la carrera en 2004, pero no pudo pagar su tÃtulo.
“Yo termino la universidad en 2004, pero no pude ir a la graduación porque no puede pagar el curso para la tesis ni el tÃtulo. Entonces, como yo pertenezco a la Iglesia de los Santos de los Últimos DÃas, conocida como mormones, me fui a prestar proselitismo religioso a Guatemalaâ€, cuenta.
Regresa a Nicaragua 18 meses después y comienza a trabajar para abonar el dinero del tÃtulo y la graduación. Pasó en esas por tres años, hasta que en el 2010 logró terminar la carrera. Sin embargo, hasta que la Corte Suprema de Justicia la autorizara como abogada y notario público no podÃa litigar. Y esto se lo aprueban hasta en 2013 y hasta ese momento puede trabajar como abogada. Mientras, tuvo que laborar como asistente legal.
Reencuentro
Cuando Ximena le encarga el caso de su hijo Arun a Gilma, ella lo acepta con temores, aunque estaba muy agradecida por el voto de confianza que le estaba dando pues ella podÃa contratar a cualquier otro abogado con mayor experiencia. “Yo decÃa, hay abogados más expertos, más reconocidos. Y después, me atemorizaba porque el señor Sahm (expareja de Ximena) se hacÃa acompañar de un cuerpo de abogados, tenÃa un abogado de Alemania, otro de Estados Unidos, uno de Perú y el abogado nicaragüense. Y yo decÃa ¡Dios mÃo, qué hago con tanta gente!â€, confiesa.
Su mamá era testigo de sus inseguridad y era ella quien, a pesar de no entender el marco legal, le daba ánimos para que siguiera con el caso, esto según cuenta Gilma ha sido muy importante para llegar hasta allÃ. “Yo me acuerdo que ella pasaba horas leyendo. No dormÃa haciendo esos papeles y yo le decÃa que el juez les va a dar la razón a ustedes, vas a verâ€, dice su mamá.
Ximena tampoco dudó de la capacidad de Gilma para defenderla. “Yo no dudé ni un segundo cuando le confié a mi hijo para que lo cuidara y luego lo defendieraâ€. Y el 8 de junio de este mes se hizo la lectura de la sentencia después de diez meses de litigio, fallando a favor de Ximena.
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