Querida Nicaragua: Al parecer a don Daniel le gusta mucho vivir endeudado, no a él, sino al pobre gobierno que tiene la desdicha de tenerlo como mandamás, sin que nadie le bostique palabra, y dejarlo endeudado para que sean otros los que soporten la enorme carga, tal como ocurrió en la década de los ochenta.
Cuando los señores perdieron la administración del gobierno dejaron barrido el Ejecutivo y los ministerios. Doña Violeta no encontró ni un centavo en la presidencia y a duras penas uno que otro mueble. Pero dejaron algo grande: una deuda externa de doce mil millones de dólares que los gobiernos democráticos tendrían que pagar. Varios países eran los acreedores, y con modo y maña doña Violeta hizo que algunos embajadores de esos países le ayudaran a conseguir las condonaciones de algunas de las deudas. Los tres gobiernos democráticos fueron bajando poco a poco la deuda que parecía eterna y fue así como don Enrique Bolaños les dejó la mesa servida a los señores danielistas, con una deuda externa mínima de un mil seiscientos millones de dólares. Es decir, de doce mil millones que dejaron los danielistas a doña Violeta, don Enrique les dejó en 2006 un mil seiscientos millones, realmente la mesa servida. Pero como ellos son insaciables, en estos diez años han elevado de nuevo la deuda y ya la llevan arriba de once mil millones de dólares.
Y como dice nuestro pueblo “sigue el rancho ardiendo”. El Banco Mundial les acaba de prestar 18 millones de dólares a veinticinco años de plazo y con cinco años de gracia, es decir que durante cinco años el gobierno no tendrá que preocuparse en desembolsar ninguna cuota. El informe publicado en LA PRENSA de Managua dice que se trata de un financiamiento adicional al Segundo Proyecto de Ordenamiento de la Propiedad en Nicaragua. Según el Banco Mundial cerca del 30 por ciento del territorio nacional se ha beneficiado con actividades de barrido catastral y regularización de las zonas del Pacífico y Central, así como en la región del Caribe, donde sobresale, dice el Banco Mundial, la titulación colectiva de los territorios indígenas.
El señor ministro de Hacienda y Crédito Público declaró que “esto se traduce en seguridad jurídica para hacer el país más atractivo para la inversión, generar mayores empleos y dotarlo de mayor estabilidad y crecimiento económico con justicia social para el bienestar de nuestro pueblo”.
Estas declaraciones y el préstamo mismo contrastan con la actitud de los campesinos de la supuesta ruta del canal interoceánico que han realizado más de ochenta marchas en protesta por la Ley 840, la misma que ha vendido al chino Wang Jing la soberanía nacional. Además, ningún ministro ni funcionario relacionado con este asunto de la seguridad jurídica de las propiedades ha aclarado quién da las órdenes que les prohíben a los campesinos y productores de esas zonas hacer cualquier transacción legal con sus propiedades. Los propietarios privados no pueden ir a inscribir escrituras de compraventa, no pueden acceder a préstamos hipotecarios, tampoco dar sus propiedades en prenda agraria, donarlas, heredarlas o cualquier otra acción que indique el cambio de dominio de sus tierras.
Es curioso, el Banco Mundial está prestando 18 millones para fines que en la práctica están prohibidos de hecho por las autoridades. Desde hace cuatro años los campesinos encabezados por doña Francisca Ramírez están protestando, luchando por sus derechos. Las autoridades deberían explicar en qué se usarán esos 18 millones que está dando en préstamo el Banco Mundial; los campesinos residentes en la zona que llevan cerca de noventa marchas de protesta, y el pueblo de Nicaragua en general tienen el derecho de saber en qué se utilizarán esos fondos que el mismo pueblo tendrá que pagar en el futuro.
Los gobiernos democráticos buscan cómo limpiar de deudas sus países, los antidemocráticos y autoritarios buscan lo contrario: convertir a los pueblos en miserables pordioseros.
El autor es empresario radial.
