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Jorge Luis Espinoza

La lucha contra el cáncer

Richard Nixon, el entonces presidente de los Estados Unidos (EE.UU.), en el año 1971 anunció una cruzada contra el cáncer mediante la cual proponía erradicar una enfermedad que para esa época era un enemigo desconocido.

La guerra de Nixon era tan necesaria como urgente, tomando en cuenta que en esa época el diagnóstico de cáncer equivalía a una inapelable sentencia de muerte. Para su país parecía también una misión alcanzable pues tan solo dos años antes media humanidad había contemplado, entre el asombro y la admiración, la llegada del primer hombre a la Luna, una hazaña que había coronado exitosamente el ambicioso plan de Kennedy, quien en 1962 se había propuesto enviar al primer hombre a la Luna antes del final de esa década.

El plan de Nixon proporcionó un importante impulso a la lucha contra el cáncer, siendo rápidamente imitado en muchos países desarrollados y como resultado el concepto de guerra contra el cáncer adquirió un tinte más global.

Después de 46 años, anualmente el cáncer sigue matando a más de medio millón de norteamericanos. En todo el mundo más de 7 millones de personas fallecen de cáncer anualmente y otros 15 millones son diagnosticados con esa enfermedad.  Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2030, anualmente más de 12 millones de personas morirán a consecuencia de cáncer y en otros 33 millones se determinará que padecen esa dolencia.

El aparente aumento en el número de casos de cáncer tiene múltiples causas, mismas que son difíciles de enumerar y detallar en este espacio. En muchos países desarrollados el cáncer es hoy la segunda causa de muerte y en otros, es el caso de Japón, el cáncer es ya la primera causa de muerte en la población general.

Con mucho escepticismo se puede argumentar que la guerra contra el cáncer es una causa perdida, sin embargo a lo largo de los últimos 20 años hemos visto enormes avances en la lucha contra esa enfermedad. La mortalidad se ha reducido drásticamente. Muchos pacientes con cáncer viven cada vez más tiempo, algunos tumores son hoy curables y en otros casos el cáncer es manejable como una enfermedad crónica.

En materia de investigación, uno de los principales avances ha sido lograr la secuencia de los genomas de una variedad de tumores humanos, ello ha permitido comprender mejor el origen y comportamiento de las células cancerosas y ha contribuido al desarrollo de nuevos métodos diagnósticos. Al desentrañar el complejo genoma del cáncer se ha obtenido información que ha sido crucial para el diseño de nuevos tratamientos, sobre todo para el desarrollo de las terapias dirigidas, las que utilizan fármacos específicamente formulados para interferir moléculas o características biológicas que son casi exclusivos de los tumores. Al atacar con mayor selectividad a las células tumorales estos nuevos medicamentos son más eficaces que los tratamientos predecesores y de ese modo resultan menos perjudiciales para las células normales.

Otro importante logro ha sido el descubrimiento de que algunos virus causan ciertos tipos de cáncer, tal es el caso del virus del papiloma humano causante del cáncer del cuello uterino y uno de los cánceres más frecuentes en Nicaragua. Del mismo modo al conocer la asociación de algunos virus con el cáncer se han desarrollado vacunas contra esos virus y estas se han convertido en prometedores agentes para la prevención de ciertos tipos de cáncer.

A pesar de los avances antes mencionados aún persisten enormes problemas por resolver, mención especial merecen ciertos tipos de tumores como los cánceres de páncreas, de hígado, de ovario y la mayoría de tumores cerebrales, cuya pobre respuesta a los tratamientos se ha mantenido casi inalterable desde 1971.

En la lucha contra el cáncer uno de los aspectos más susceptibles de intervención es la prevención de nuevos casos, sin embargo queda por resolver aún esa enorme distancia que separa a países ricos y pobres en materia de prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer.

Lamentablemente los países pobres carecen de estrategias efectivas o adecuados programas de prevención. En ellos, los pacientes con cáncer difícilmente consiguen los llamados tratamientos estándar como la quimioterapia o radioterapia y su acceso a las nuevas terapias dirigidas es virtualmente imposible, dado el elevadísimo costo de estas.

El control de las metástasis o el proceso por el cual se propagan las células tumorales en el organismo es otra tarea pendiente. Cuando un tumor hace metástasis, sus células suelen tornarse resistentes a los tratamientos, aun los mejores fármacos eventualmente fracasan y los pacientes sucumben ante la enfermedad. Comprender mejor este proceso y desarrollar medicamentos efectivos es en la actualidad uno de los mayores retos de la oncología.

El tratamiento integral y multidisciplinario de los pacientes con cáncer implica que un equipo de profesionales compuesto por cirujanos, oncólogos clínicos, enfermeras, nutricionistas, psicoterapeutas, fisioterapistas y otros deben participar de manera activa y constructiva por el bien del paciente. Actualmente este enfoque es una norma en países con más recursos pero su implementación en países pobres es una quimera, no solo por la falta de recursos sino por las limitaciones que imponen los celos profesionales. Sin embargo superar estas limitaciones es solo un asunto de actitud.

Decía el pensador griego Platón: “El gran error del tratamiento de enfermedades es que hay médicos para el cuerpo y para el alma, aunque no pueden ser separados”.

El autor es médico Oncólogo

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