Los presidentes de organismo de defensa al consumidor consideran que los responsables por las alzas en los servicios de agua y energía eléctrica son los consumidores. Es una afirmación que podría parecer contradictoria pero tiene mucho de cierto, aunque la realidad es aún más compleja.
El presidente del Instituto Nacional de Defensa al Consumidor (Indec), Marvin Pomares, y Juan Carlos López, coordinador del Centro Jurídico Social de Ayuda al Consumidor (CJSAC) coincidieron en declaraciones publicadas ayer en LA PRENSA que la apatía de la población los deja en la indefensión.
“A los consumidores le sacas el dinero del bolsillo en su cara y ellos no reaccionan, son pocos los que están denunciando. Nosotros sabemos que la gente está inconforme, que se queja del alza en los servicios pero no se atreve a denunciar como lo hacían antes. Si le subían el pasaje o lo que fuera, salían a protestar”, aseguró López.
Es una realidad que este régimen toma decisiones arbitrarias en contra de la población y esta no reacciona. Una frase que dibuja ese estado de desesperanza en que viven los nicaragüenses es aquella con la que contestan cuando se les pregunta sobre la deteriorada situación institucional o política del país. Con sus variantes, la respuesta va más o menos así: “yo en eso no me meto, eso no me da de comer”. Pero la verdad es que sí le quita la comida de la boca como podemos ver en este ejemplo de los aumentos arbitrarios en las tarifas de servicios básicos.
Pero, ¿por qué el nicaragüense no reacciona “como antes” como expresa el coordinador del CJSAC?
La respuesta tiene varios matices. Una cosa que no podemos pasar por alto es que “antes” las protestas las impulsaban los sindicatos y organizaciones que controla el caudillo Daniel Ortega. Hoy esos sindicatos y organizaciones mantienen una mansa actitud porque el que está en el poder es su jefe. Y no pocos de sus dirigentes disfrutan hoy las mieles del poder.
Otro punto que hay que señalar es que a los sectores más pobres de esta sociedad esas alzas no les afectan porque ese consumo está subsidiado o, en otros casos, no lo pagan.
Por otro lado, sí hay un amplio sector que siendo pobre y al escasa clase media, que sí tiene acceso a esos servicios, sí los tiene que pagar y simplemente lo sufre porque no tiene capacidad de organización. No tiene una actitud de ciudadano consciente de sus derechos y sus deberes. Además, al no estar organizado se siente solo y por lo tanto débil.
Pero solo no está, las estadísticas del Indec revelan que el año pasado hubo 48 mil quejas por cobros abusivos de energía. Una protesta de 48 mil personas no la va a ignorar ningún gobierno, ni siquiera uno autoritario como este.
En una sociedad normal, organizaciones de barrio, sindicatos y partidos políticos encabezarían las protestas ciudadanas, pero acá entra en juego otro factor. El autoritarismo del régimen que ha destruido casi todas las expresiones de disenso y reprime violentamente cualquier protesta que tenga posibilidades de extenderse. Ahí están los jóvenes de #OcupaInss o el movimiento campesino anticanal para atestiguar la violencia gubernamental. Entonces otro factor es el miedo.
Todos estos factores nos deben llevar a la conclusión de que la situación que se vive actualmente en Nicaragua no es normal. Los nicaragüenses vivimos bajo un régimen autoritario, que no escatima usar la violencia cuando siente que su poder podría estar de alguna manera amenazado; y para colmo, ese control absoluto que ha amasado ni siquiera sirve para operar con eficiencia, sino que lo que ha creado es una rampante corrupción cuyos efectos se ven en casos como los de los servicios públicos.
Entonces, ¿los nicaragüenses son indiferentes, tienen miedo o les falta conciencia ciudadana? Las respuesta es las tres cosas, pero eso en gran medida se debe al régimen autoritario que sufrimos desde hace 11 años y todos debemos estar claros que esto no puede ser considerado normal.