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Héctor De Lima

La MUD y el gobierno de transición

Es indudable que la resistencia pacífica de la oposición expresándose multitudinariamente en la calle ha provocado roturas importantes en la otrora monolítica unidad del chavismo. Esa coyuntura debe ser aprovechada por la oposición, al fin y al cabo, la resistencia y el enfrentamiento contra la actual dictadura, tienen como fin consolidar un nuevo gobierno que garantice la justicia, la democracia y la paz en Venezuela.

En momentos que la dictadura hundiéndose en sus propios errores y agonizando en bancarrota, vende dos mil ochocientos millones de dólares del futuro de los hijos de Venezuela por la irrisoria cantidad de treinta y nueve centavos de dólar cada bono, incumpliendo las deudas de guerra a sus aliados rusos, en tanto convoca a una constituyente sin la aprobación del pueblo soberano, la oposición debe actuar con inteligencia. Es cierto que tenemos a favor a la inmensa mayoría de los venezolanos demócratas, pero debemos actuar sin sectarismos ni prepotencia victoriosa, sino ahondando las contradicciones del enemigo y golpeándolo en dicho flanco. Las contradicciones del chavismo están relacionadas con el juego de intereses a los cuales sirven los diversos actores de la vida política nacional.

A simple vista se perciben los intereses en el arco minero y la lucha a cuchillo entre militares que desean explotar esas inmensas riquezas allí presentes. Los asesinatos, los cadáveres de hombres humildes ejecutados por pandillas militares armadas, que han trazado zonas excluyentes alrededor del oro, los diamantes, el coltán, aluminio, hierro, acero, coque y gas crearon una dinastía de militares amparados por las fuerzas armadas bolivarianas y que  actúan a nombre de una revolución cuyos fines nadie entiende.

Por otro lado existen grupos de poder alrededor de los contratos petroleros cuyo mayor exponente es la creación de una PDVSA militar que más bien parece una dádiva otorgada a militares fieles a la revolución chavista. Allí pernoctan los familiares del fallecido presidente Chávez y los intereses directos de la familia Maduro/ Flores.

Asimismo están los intereses creados por grupos adictos al comercio de la droga en alianza con el mayor cártel cultivador de coca —la FARC y el ELN— aliados estratégicos de la revolución bolivariana, según lo expresado por el finado presidente Chávez.

Todos esos grupos tienen intereses y, aunque entre ellos se producen roces, la contradicción mayor es con las apetencias y aspiraciones del grupo económico cubano, que logró convencer a Maduro de imponer una constituyente a imagen y semejanza de la cubana, que garantice la conducción y continuación de pingües negocios que antes no existían.

Recordar que hoy Cuba, sin poseerlo ni explotarlo, vende petrolero. Además, a través de los Ministerios de Industria, manejan negocios de abastecimiento alimentario que encadenan a ambos países.

Cuba, aparte del petróleo, quiere ahora vender aluminio, hierro, coltán, oro, diamantes, gas y coque.

Pero las apetencias de estos grupos económicos formados en dieciocho años de revolución están en contradicción con la nueva proposición cubana de la ANC de origen comunal, designada a dedo por la dictadura.

Desde luego que con una dictadura en franca minoría, acosada por carencias elementales de alimentación y medicinas y técnicamente en bancarrota, proponer una ANC constituye una declaración de guerra contra el pueblo venezolano. De eso se trata. El gobierno desea involucrar a la GNB, la PNB, los Colectivos y la Milicia a una guerra apoyada por los grupos de inteligencia cubanos. Para ello no cuenta con las Fuerzas Armadas de Venezuela, cuyos intereses son otros.

Pero la historia depara sorpresas. Justamente cuando la oposición parecía defendida por muchachos desarmados, cuando la tiranía hacía alarde de sofisticados métodos de tortura, sacaba los colectivos e incendiaba con propaganda de guerra todos los medios, nos sorprendió a todos escuchar la voz solitaria de la fiscal general de la República: “Pareciera —dijo— que se intenta  promulgar una constituyente a espaldas del pueblo”. Asimismo, solicitó aclarar si había perdido vigencia la democracia participativa y protagónica “que le costó muchas luchas sociales al pueblo venezolano”.

La reacción no tardó, Diosdado advirtió que con la nueva Constituyente pondrían a la traidora patas arriba; Pedro Carreño, mejor conocido como el diputado Louis Vuitton, afirmó que estaba loca, que tenía “insania mental”, mientras la estrafalaria Iris Valera, advertía que la fiscal “estaba en preaviso” y que el lamentable estado de la justicia se debía a la impunidad creada por la Fiscalía General de la Nación.

Pero la fiscal Luisa Ortega no está sola, la apoyan importantes sectores de las FANB, pues no les gusta una constituyente a la cubana, sin aprobación del pueblo soberano.

En medio de toda esta crisis general, hay una realidad innegable: un día después de derrotada la actual dictadura, el chavismo no desaparecerá como por arte de magia. Seguirá —con todas las diferencias imaginables— entre nosotros. Por eso necesitamos ver al enemigo con ojos inteligentes y percibir los diferentes intereses que luchan en su seno. Debemos aprender a negociar con el chavismo, pero no con los que están de salida. Con futuros presidiaros no hay nada que negociar. A Zapatero, al chulo de Santo Domingo, a Delcy Rodríguez, simplemente deben cerrárseles las puertas y apartarlos.

No así, en cambio, con Luisa Ortega y los sectores democráticos del chavismo que la apoyan. Con ellos consolidar un frente integrado por la MUD, Luisa Ortega y los militares demócratas que deseen pronunciarse. En este gobierno transitorio se darán las bases  para una elección general, que permita la conformación de un nuevo gobierno con la inmensa tarea de reconstruir a Venezuela. La Asamblea Nacional debe actuar de inmediato y convocar a todos los sectores democráticos del país —militen donde militen— y darle esa salida a la impostergable nueva Venezuela. ©FIRMAS PRESS

El autor es analista político venezolano.

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