Pensar, decir y hacer no siempre van unidas. ¡Qué difícil nos resulta en esta vida ser consecuentes con nuestras propias ideas y nuestros compromisos u opciones!
Estamos acostumbrándonos al facilismo que nos ofrece la sociedad y, cuando nuestras opciones exigen sacrificio, hasta ahí llegaron.
Las mismas amistades nos enrollan, muchas veces, y nos hacen caer en aquello que no hubiéramos deseado. No hemos tenido coraje para decir ¡no! en esos momentos en los que los amigos nos invitaban a aquello que iba contra nuestras ideas y compromisos.
El miedo al qué dirán o qué pensarán de mí, nos lleva a no ser nosotros mismos y perder nuestra identidad y personalidad.
Es más fácil dejarnos llevar por el viento que corre, que ser nosotros mismos y mantenernos en nuestras opciones y compromisos. Cambiamos de camisa con facilidad, como lo vemos en el mundo de la política y de la misma moral.
Mantenernos en nuestras ideas políticas, sociales o religiosas en un ambiente contrario a ellas, es difícil.
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Ser fiel y sentirse orgulloso de serlo, cuando el ambiente que nos rodea, huele a todo lo contrario, es difícil. Se necesita tener carácter y fuerza voluntad para ir contra corriente.
Ser solidario en un ambiente egoísta, es difícil. Sentirnos orgullosos de nuestra fe y defenderla en medio de un ambiente materialista no es fácil. Se necesita valentía para no dejarse llevar de quienes se creen modernos porque no creen.
Este es precisamente el mensaje que nos da Jesús: “El que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí” (Mt. 10,38).
Seguir a Jesús: no es jugar a dos caras, no es poner una vela a Dios y otra al diablo, no es decir sí, pero no.
Seguir a Jesús conlleva: serle fiel hasta la misma cruz, como lo fue Jesús al Padre hasta la misma cruz, aún a pesar de que esa fidelidad a la opción tomada conlleve momentos difíciles, inconvenientes, incomprensiones…
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Ser consecuente y honrado con la opción que hemos tomado, en las duras y en las maduras. El seguimiento a Jesús es una decisión tomada en serio, con determinación y perseverancia.