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Manuel Guillén, caricaturista de LA PRENSA en los últimos 25 años y creador de El Azote. LA PRENSA/ JADER FLORES

Manuel Guillén: “Daniel es un lumpen con poder”

El caricaturista de LA PRENSA, Manuel Guillén, explica en esta entrevista que en la actualidad es aburrido hacer caricatura política en Nicaragua porque todo gira en torno a la pareja presidencial Ortega-Murillo

En chinelas, pantalón corto y camiseta encontramos a Manuel Antonio Guillén Collado en su casa de habitación, en la lujosa residencial Estancia de Santo Domingo. “Vinieron más temprano de lo que dijeron, muchachos. Espérenme que me cambie”, nos dice.

Y es que Manuel Guillén, el caricaturista desde hace 23 años del Diario LA PRENSA, tiene su oficina en su propia casa y allí trabaja lo más cómodo que puede. Pocas veces llega al periódico.

Consumado opositor al orteguismo, Guillén, de 53 años de edad, con ciudadanía nicaragüense pero también norteamericana, considera que ha dibujado unas 10 mil caricaturas en LA PRENSA, muchas de ellas criticando a Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, actualmente designados por el Consejo Supremo Electoral como presidente y vicepresidenta de la República.

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Guillén empezó haciendo caricaturas en los años ochenta, en una publicación de corte cristiano pero con marcadas tendencias revolucionarias, sandinistas, conocido como El Tayacán. A inicios de los años noventa empezó como caricaturista editorial en LA PRENSA, se fugó por un breve tiempo al extinto diario La Tribuna pero regresó a LA PRENSA al poco tiempo y permanece allí hasta hoy.

El caricaturista no demora mucho en regresar a la sala de su casa y nos lleva a su oficina, un reducido espacio atestado de publicaciones de caricaturas de todo tipo, una computadora y dos tabletas profesionales con lápiz.

¿Para usted sería peligroso que yo mencione que usted vive en la estancia de Santo Domingo?
Para nada. Esta casa que vos ves, una casa hermosa, yo la diseñé. Todavía la estoy pagando al banco.

¿Cuántas horas al día trabaja?
Mentiría si te digo que 14, pero a veces 14.

¿Alguna vez ha tenido enfrente a Daniel Ortega o a su esposa?
Cuando yo era seleccionado nacional de lucha, en un viaje que hicimos a Guatemala a los Juegos Centroamericanos, 1986, coincidió con la toma de posesión de Vinicio Cerezo y Daniel llegó. Yo le di la mano. Ni se debe acordar. Y espero que no se acuerde.

Con tantos años haciendo caricaturas sobre él, ¿lo ha llegado a conocer de esa forma?
No te podría decir que lo he llegado a conocer. Yo diría que el poco periodismo independiente, que gracias a Dios todavía existe en este país, los ha ido desnudando. Y yo lo que he hecho es retratar esa desnudez. No es tan difícil predecir cuál es el comportamiento de Daniel en determinada circunstancia. Este es un lumpen que tiene poder y es bien complicado imaginar a un Daniel como presidente. Para mí no es un presidente. No me representa a mí. A mí me avergüenza. Para mí no es mi presidente. No te diría que lo conozco pero es fácil predecir el comportamiento de Ortega y su mujer.

¿Qué siente cuando dibuja el rostro de Daniel con el cuerpo de un animal?
No han sido muchas las veces. Lo hice una vez con el cuerpo de un tiranosaurio. Y lo hice una vez con la serpiente famosa. En la una quise expresar lo arcaico de su posicionamiento político, de su ideología, y en la otra básicamente lo que hice fue darle vida a la famosa parábola del cardenal, que ahora está en su redil. La famosa víbora. Fuera de eso nunca más lo volví a poner como un chancho, un perro, porque la idea no es ensañarme en él y decir cualquier barbaridad por decirla. A veces se me sale un poquito de bilis en la crítica, pero normalmente trato de ser lo más objetivo posible.

¿Se ha arrepentido de haber hecho alguna caricatura?
Arrepentirme como tal sí, porque me quedó fea o no di en el clavo. Ahora veo mi archivo de hace 10 años y digo qué feas. Mi arrepentimiento es por razones estéticas. Por razones políticas no. ¿Cómo me voy a arrepentir? Yo creo que me he quedado corto para la realidad que vivimos.

¿Cómo está el escenario de la caricatura en este país? Hay dos caricaturistas que sobresalen, usted y Pedro Molina.
Es bien triste. Yo celebro que exista un Pedro Molina.

¿Aparte de los dos ustedes, quiénes más están?
El mismo Hoy tuvo, no sé si todavía, ya no está creo, ahora está en El Nuevo Diario, Yassir. Joven… Pero de allí no hay.

¿Y entre el oficialismo?
No hay. El orteguismo no tiene humor. ¿Cómo le vas a pedir eso? Hay muchos artistas y creo que deben de haber buenos dibujantes que no ven este arte, que para algunos es un arte masivo y sin mayor trascendencia, porque es tan perecedero como un plátano que mañana ya se puso maduro y se pudrió. Así es la caricatura, igual que una nota de periódico, de cualquier tipo de género. Por ser de esa naturaleza es masivo. La gente lo consume.

Usted tuvo a Los Hulosos. ¿Por qué fracasó? ¿No fue rentable?
Sí fue rentable pero se cerró porque ya el Canal 2 estaba en crisis. Ya se estaba hablando de la posibilidad de venderlo al grupo, no sé cuál era. Todavía no estoy claro de quién es, o si es a los Ortega-Murillo.

¿Por qué no siguió en otro canal?
Si yo quise seguir pero nadie me abrió las puertas. Absolutamente nadie.

¿Por qué cree que no se le puede pedir humor a este gobierno?
Las dictaduras no toleran el humor. El autoritarismo, los gobiernos absolutistas no toleran el humor.

¿Nunca ha visto un intento al menos?
Nunca. Es más, yo creo que si Róger (Sánchez) hubiera sobrevivido, hubiera tenido problemas con ellos y estuviera en la acera opuesta. Róger logró arañar el poder desde dentro con muchas limitaciones. Por eso es que nos dejó su legado del humor erótico. Yo no compartía mucho esa propuesta de él.

¿Usted lo conoció?
Perfectamente. Cuando Róger era Róger yo estaba dando mis pasitos en El Tayacán. Y me dio a hacer caricaturas para la Semana Cómica. Y estaba tan palmado que me pagaba con plumillas.

¿Cómo le va con las redes sociales?
Si yo estuviera metido en Facebook, Twitter, no trabajaría. No podría mantener a mi familia.

¿Me aconseja que cierre mis cuentas?
Hermano, dedicate a otra cosa.

“Alegre nunca voy a estar viviendo como vivimos. Esto va a durar mucho tiempo, con la apatía de este pueblo, con la poca conciencia de lo que es ser ciudadano en este país, con una clase política en general viciada, corrupta. Es difícil”.
Manuel Guillén, caricaturista.

Ahora hay nuevas formas de humor, ¿qué dice de los memes?
Yo limitaría el humor a dos tipos: un humor más transgresor y un humor que tiende un poco más al humor blanco. Desgraciadamente, la sociedad, el que más te compra y te capta es el humor transgresor, el humor que hace mofa del más débil, el humor machista, el humor sexista. Yo trato de evitar esas corrientes de humor porque es facilismo. Es bien fácil hacer humor así, burlarse del que está más fregado.

¿A los memes los ubicaría en el humor transgresor?
No, porque hay memes que son simpáticos. El meme es solo el vehículo. El humor es el tipo de humor del que hacés gala.

¿Nunca tiene crisis de temas?
Jamás. Yo diría más bien que a veces me rezagué porque hay tres temas y yo escogí uno que no es el topic trending (tema que crea tendencia), como le dicen en inglés.

¿Pero no hay un día en que esté sin ideas?
Lo que hay es, después de 23 años, haciendo casi una caricatura diario, después de haber hecho unas 10 mil caricaturas, si le sumás El Azote, vos decís: a la púchica, ya me estoy repitiendo. Entonces empieza la crisis. Porque podés hacer otro tipo de humor más agresivo. Aunque la gente dice: ¿Qué más agresivo que Guillén? Pero yo hablo de agresividad en la imagen. Por ejemplo, yo no utilizo la guatusa. Es un humor muy explícito. Ya vivimos en una sociedad inculta, complicada, sexista, como para estar nosotros trayendo ese tipo de imágenes. Es fácil hacer humor con vulgaridades. Róger llenó muchos años de la Semana Cómica con pornografía. Nadie dice eso porque es políticamente incorrecto. No, no, no, Róger lo que hizo fue escandalizar a la sociedad. Róger llenó de pornografía a este país. Probablemente muchos de los crímenes que parieron en muchas mentes criminales vinieron de ahí.

Manuel Guillén, caricaturista de LA PRENSA en los últimos 23 años. LA PRENSA/ JADER FLORES

¿Hay algún personaje que le gusta más para caricaturizar?
En términos gráficos no es que tenga preferencia por alguno. Es más, a mí me encantaría estar haciendo otras caras, no las mismas. ¿Sabés lo qué pasa? Decime qué funcionario público aquí tiene la posibilidad de dar declaraciones? Ninguno. Además de castrados, los tienen en el total anonimato. Son borregos como los borreguitos que dibujé ayer. Hacerle una caricatura a la ministra de Salud, que ni sé quién es. Al final termino yendo a los recurrentes: Bayardo Arce, el presidente de la Asamblea cuando habla. Pero no es que me guste estar haciendo a los mismos tipos.

¿Antes de este gobierno había más opción de personajes?
Había más dinámica en el debate político. Ahorita es unidireccional, es aburrido. El problema para mí no es si es aburrido o no, lo que pasa es que ya se volvió monotemático esto. Los mismos monos. El mismo mono y la misma mona. El mismo mono y la misma mona. Fuera de ellos no hay nada en este país, tristemente. Todo gira en torno a esa pareja.

Me imagino que por lo menos una vez por semana tiene que dibujar a la pareja presidencial.
Es que no hay de otra. Ahorita acaba de haber un congreso. Ajá, ¿quién fue el protagonista del congreso? Daniel. Por eso me asquea esto. Es como tener un monarca absolutista y su señora que quiere que lo releve en el trono. Eso es lo que vivimos. Y eso es lo que yo dibujo porque eso es lo que vivimos. Quisiera dibujar otras cosas.

¿Por qué no las dibuja esas otras cosas?
Creo que empezar a hacer otras cosas también es divagar. A la gente hay que decirle claramente: El gran problema del sistema político de este país se llama Daniel Ortega y su clan. ¿Cuál es el otro problema que tenemos aquí? No estoy diciendo que saliendo Ortega… Es que Ortega ha instaurado un sistema político alrededor del cual todo se mueve y es un sistema corrupto y de un control total. Este es un estado policiaco. ¿Aquí hay justicia? Hay justicia si estás cercano a la pareja presidencial. En todo caso no es justicia. ¿Aquí hay un poder legislativo que realmente legisle en base a las necesidades del país? No. Está legislando en base a los caprichos y las necesidades de una familia. O sea, es una basura hombre. Después de leer las noticias yo me quedo: ¿Qué hacer hoy que sea distinto? No se puede.

¿Lo de los apodos de dónde le nace? Me parece que usted le puso Bachi a Daniel, Chamuca a Rosario Murillo…
Yo ponía nombres desde el Gordoman, Pedro Carretón. Estoy hablando de hace 20 años. Tal vez eso está implícito en la idiosincrasia del nica. Aquí somos buenos a poner apodos.

¿Cuál le ha gustado más?
No ha habido uno en especial, pero sí te puedo decir que hay uno que me ha hecho mucha gracia. Más bien son dos. El del Churri. A Bolaños yo le llamaba el Churri. A él le llamaban el Churruco Bolaños, porque él mencionaba una anécdota del Churruco. Él no era el Churruco, él mencionaba esa anécdota de un pelotero. Algo así era el cuento. Yo una vez quise abreviar lo de Churruco y no me sonaba lo de Churru. Churri dije yo. Así nació. Él mismo me dio la pauta para ponerle el nombre. El otro que me ha hecho gracia es el de la Chamuca. En México el chamuco es el diablo. Cada vez que Edgar Tijerino va a México él me trae El Chamuco, una de las mejores revistas de humor de México. Eso tiene ya muchos años. Son caricaturistas de izquierda. Un día estaba leyendo El Chamuco y se me ocurrió: ¿Si hay un chamuco debe haber una chamuca? Y qué mejor que esta diabla, porque es una diabla esa mujer. Bueno, yo creo que es vox populi sus inclinaciones esotéricas. Ella incluso convocó a un congreso de brujos en los años ochenta. La señora se las trae. No es chamuca de casualidad. Es conocida una cierta influencia de ella hacia Daniel y obviamente solo una diabla puede lograr eso. Lo que más me ha gustado es cómo se lo ha apropiado la gente. La Chamuca por aquí, la Chamuca por allá. Y un día lo abrevié en El Azote: la Chamu. Su misma gente le dice así. ¿Sabías?

¿Alguno de esos personajes que haya tomado represalias contra usted?
Bayardo Arce se expresa muy feo de mí. En una ocasión dicen que regó el rumor de que yo era gay. A mí no me molestó, me dio risa. Dicen que dijo “ese es gay, lo estamos investigando”. Estoy esperando que me mande el video (risas). Le molesta que lo ponga como Bar-yardo, como un borracho consuetudinario.

¿Y usted por qué lo hace?
Cuando yo vivía en la 10 de Junio, su mamá vivía en la Colombia. Eran unas casitas de láminas de metal que había donado el gobierno colombiano. Cuando ellos llegan al poder, como a los dos, tres años, yo todavía vivía allí, cuando Arce llegaba a ver a su mamá cerraba toda la calle y se ponía ahí en la calle y hacía escándalo, bien tomado. Se me quedó la idea. La gente que lo conoce sabe que él es muy afecto a la bebida. Además de que el nombre para mí rimaba con bar, Baryardo. A él no le gustó. Hasta cierto punto le doy la razón porque yo tendría que criticarlo no por borracho sino por pésimo, pésimo —lo despediría hoy mismo—, funcionario público. Pasó por LA PRENSA, es periodista y mucha gente dice Bayardo Arce es brillante. Yo te diría que Bayardo Arce lo que es, es un pésimo, pésimo, pésimo administrador. Y el INSS es una prueba. Es muy fácil llenarse la boca diciendo que hemos crecido cuatro y pico por ciento cuando tuviste por ejemplo superávit en el INSS y tuviste cuatro mil millones de dólares líquidos que te entraban de la cooperación venezolana. Así cualquiera. Hasta yo hubiera hecho buen gobierno. En crisis los quisiera ver.

¿No le da miedo que…?
¿Qué me hagan algo? Solo que me maten. Ellos se las cobran a la gente que ha estado con ellos y los deja. Aquí hay un dicho que dice macho que se devuelve se desnuca. Y aquí es bien aplicado. Aquí hay buenos ejemplos y no me hagás hablar más de la cuenta porque vos ya conocés esos casos. Yo no soy objetivo político para ellos. Sí les molesta, sí les incomoda. Claro, si me pudieran hacer daño en algún momento, lo hacen. Yo soy un ciudadano que me comporto correctamente en este país. Esto no es algo personal. Sí voy a sentirme contento el día que tengamos un gobierno decente. Y creo que no lo voy a apoyar. Nuestra profesión es tratar de ser críticos, sobre todo en este país. Estamos obligados.

A Manuel Guillén le gusta pintar y practicar otras expresiones artísticas para “desintoxicarse” de la realidad de Nicaragua que le toca dibujar en las caricaturas editoriales del Diario LA PRENSA, confiesa. LA PRENSA/ JADER FLORES

Plano personal

Nació en 1964 y se crió primero en Monseñor Lezcano y luego en la colonia 10 de Junio. Hijo de Cándida Collado y Gilberto Guillén, este último ya fallecido. Es hijo varón único y tiene tres hermanas.
Se graduó como arquitecto en la UNI, en los años ochenta.
Cumplió seis meses de Servicio Militar como instructor físico, a pesar de que no debió porque era seleccionado nacional de lucha olímpica.
Ha sido casado en dos ocasiones y, aunque vivió seis años en Estados Unidos tras ser amenazado de muerte junto a su familia, actualmente vive en Managua con su esposa Milagros y una hija de 13 años de edad.
Además de dibujar caricaturas, le gusta pintar, esculpir, hacer títeres. “Yo no soy solo un caricaturista político. Soy un artista”, dice.


 

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COMENTARIOS

  1. Gladys Nunez
    Hace 7 años

    El Nicaraguense que sabe leer y escribir, y sabe que 2+2=4, entiende sin mucho esfuerzo gracias a la descripcion acertada del Sr: Guillen quien es el Lumpen mayor de Nicaragua.
    Los que estan en desacuerdo con el Sr: Guillen estan es su legimo derecho de discrepar con sus ideas, aunque ellos no tengan la razon.

  2. Pepe Turcon
    Hace 7 años

    Guillen logra VER el veneno, esta Ud en lo correcto. Acerto!

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