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Cartas al Director

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Aún los orteguistas no quieren entender que el problema que atraviesa ya por varios años el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), también les atañe a ellos, sobre todo porque el gobierno es el causante de tan monstruoso descalabro financiero.

El INSS, problema de nación 
Aún los orteguistas no quieren entender que el problema que atraviesa ya por varios años el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS),  también les atañe a ellos,  sobre todo porque  el gobierno es  el causante de tan monstruoso descalabro financiero.
Basado en esto último no debemos estar esperanzados que sea este gobierno el que salve el INSS para que vuelva a ser la institución financiera respetada. Primero debe comenzar con cambiar la mentalidad con la que ha sido administrado y para ello  es fundamental sustituir al Consejo Directivo, algo muy difícil porque es como quitar a Ortega del poder.

Lo más grave que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha confirmado es que el INSS ha incursionado en inversiones riesgosas y de bajo rendimiento, algo que no es común y que ya había sido denunciado por LA PRENSA.

El INSS es un depositario legal que responde ante los asegurados, sin embargo ha actuado como esos empleadores de la construcción que dedujeron las cuotas a los trabajadores, pero no la enteraron al INSS y los dejaron sin derecho a la pensión de vejez.

Este gobierno no va a llamar a nadie para que le brinde opinión sobre cómo enderezar las finanzas del INSS, así que lo mejor que puede hacer la sociedad en su conjunto es organizarse en foros ciudadanos de seguridad social y  determinar qué es lo que conviene a un problema de todos los asegurados. Por el momento parece ser que cotizar como que no es buena idea, al saber que solo quedan dos años a lo mucho de vida al INSS y que no existe seguridad de obtener la ansiada pensión de vejez- No se puede exigir afiliación cuando no se tiene moral para dar la cara a la prensa independiente, solo para hacer el ridículo de ignorante diciendo que al automatizar el sistema se necesita más súper numerario.
Afiliando de oficio lo que harán es inflar la cartera haciendo creer que se tienen cuentas por cobrar, algo que no sería cierto.

Las recomendaciones del FMI para salvar al INSS están fuera de toda realidad, sobre la espalda de los pensionados nicaragüenses no puede recaer más peso  para que al fin el orteguismo vuelva a repetir el ciclo de destrucción. El FMI actúa como si en Nicaragua no existiera gobierno, pero realmente esto es lo que parece, el designado presidente solo da la cara para solidarizarse con movimientos turbios, y dice que es el pueblo de Nicaragua, tal vez solo es su familia a la que quiere referirse, porque en temas tan cruciales como el INSS no da la cara y el FMI no sabe a quién dirigirse.

Si de entrada se quiere salvar al INSS se debe convocar a los verdaderos expertos, pero dejando por fuera a los que se lucraron de la institución y no aportan soluciones como los exministros.

Se debe buscar la manera de reubicar el personal supernumerario en otras instituciones o en la empresa privada para que la pobreza no llegue a esos hogares  acostumbrados a comer bien, pues a los empleados del INSS el uniforme casi les explota.
Alejandro Calero Dávila

 

La nueva lucha de clases
En la ideología actual de feminismo radical se defiende que la mujer ha de liberarse de sus condicionamientos biológicos y de sus evidentes diferencias sexuales entre el varón y la mujer. Piensan que toda persona podría configurarse libremente según sus deseos y elegir ser hombre o mujer despreciando su naturaleza fisiológica original. Se niega la igualdad de dignidad entre ambos sexos, así como la complementariedad física, psicológica y ontológica.

Una consecuencia de este planeamiento es abolir la distinción hombre-mujer y promover la rivalidad, la enemistad y la violencia entre ambos. Realmente se introduce en la pareja la lucha de clases, que introdujo el marxismo entre ricos y pobres. Es meter el odio en las relaciones hombre-mujer y el odio desemboca en violencia.

Cuando se quita el amor en la familia y se introduce la violencia y el odio, empiezan las discusiones y peleas que pueden desembocar en el asesinato de la mujer o del hombre y en bastantes casos de los hijos.

Todos los días salen en la televisión casos de la llamada “violencia de género”, pero no se profundiza en las causas que la producen, tales como el odio sembrado por la lucha de clases promovida por el feminismo radical y otra causa suele ser la infidelidad matrimonial de algunos de los cónyuges. Los comentaristas de la noticia describen los hechos pero se callan las causas que los producen.

Pero otra corriente del pensamiento actual, cada vez más difundida, es vivir la misericordia entre todos los hombres y mujeres, entre pobres y ricos y entre emigrantes y acogedores. Habría que añadir la necesidad de la misericordia y el amor dentro de la pareja para soportar los defectos del otro y para promover una “colaboración activa” entre el marido y la mujer, viviendo la igualdad de cargas y responsabilidades.
Arturo Ramo García

 

Somoto entre el progreso y la deformación
De ninguna manera voy a negar que Somoto cuenta con bastante progreso,  como también se acepta lo malo que cotidianamente viene teniendo presencia en esta ciudad, abatida  por muchas calamidades sociales que la sitúan en una depravación alarmante.

El Somoto de ayer, francamente lo añoramos y cada día que el tiempo avanza se alejan las esperanzas por una ciudad  distinta que con una “cultura” superada pudiera responder a las verdaderas transformaciones que se demandan.
Somoto cuenta  hoy en día  con muchas calles adoquinadas; una universidad con magníficas enseñanzas académicas para formar a los profesionales del mañana; colegios técnicos donde los padres de familia pueden educar a sus hijos con carreras cortas; un formidable edificio que alberga a la delegación de Intur-Madriz, incluyendo el formidable edificio del Mercado de Artesanías gestionado por su competente delegado, licenciado Ariosto Porfirio Díaz González; un mercado de elegante presentación; un Complejo Judicial cuyo edificio es una sobresaliente referencia al ornato de la ciudad, aunque la “justicia”, viciadamente politizada, siga siendo el pan amargo de todos los días; un hospital moderno, que si bien es cierto tiene una existencia limitada de  medicinas, el cuerpo médico, conjuntamente con el equipo de enfermeras, es bastante eficiente y tienen el cuidado profesional de darles buena atención a los enfermos; un Centro de Salud que responde a las peticiones de la población…

Después del recorrido que he puntualizado  señalando el progreso e Somoto, hay que ver  la otra cara de la moneda, como reza el refrán popular, para hablar sobre el aspecto negativo en lo que concierne a la deformación social que hoy por hoy viene padeciendo Somoto a causa de la delincuencia. Ahora el respeto por los demás se ha eclipsado; el Somoto de estos tiempos vive asediado por la marca indeleble de la violencia; apenas cae la noche bajo el telón de la tolerancia grupos de jóvenes estimulados por conductas confrontativas en algunos casos, y en otros, por la influencia de las drogas y el alcohol, impiden el orden público que Somoto debería tener como un derecho inobjetable. Y al llegar la medianoche la ciudad queda atrapada,  sitiada por vándalos que no escatiman esfuerzos para llevar la zozobra a la población durmiente que a esas horas busca el descanso después de una agotadora jornada de trabajo. Como un agravante que viene a sellar la evidencia de los hechos registrados, se une y se agrega el ruido escandaloso y nocivo de las motos manejadas por conductores imprudentes, y desconsiderados que no sienten la mínima compresión en favor de los que pretenden conciliar el sueño.
¿Acaso es este el Somoto que merecemos los somoteños con tanta descomposición social que invade a la ciudad, de extremo a extremo? Habría que preguntarse hasta cuándo las autoridades militares dejarán de ser tolerantes para devolverle a Somoto la tranquilidad que merece como un  derecho al cual no puede renunciar.
Hugo Ramón García

Cartas al Director crisis Daniel Ortega FMI INSS archivo

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