La crisis del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) no solo se manifiesta en los graves problemas técnicos y financieros, sino también en situaciones de inhumanidad como es la suspensión de los medicamentos vitales a los pensionados de mayor edad que padecen enfermedades crónicas.
Uno de esos ancianos nos ha relatado su dura experiencia, de que después de haber sido sometido a una cirugía de corazón abierto le recetaron varios medicamentos que debe tomar de manera permanente, entre ellos uno que es indispensable para prevenir un nuevo ataque cardíaco. Explica que al cabo de algún tiempo, el medicamento caro pero indispensable que le había sido recetado se lo sustituyeron con otro de menor eficacia, que ahora se lo han suspendido del todo asegurándole que aunque lo necesita imperiosamente tiene que comprarlo con su propio dinero.
Si esta fuera la única persona o una de las pocas a las que le han suprimido el medicamento vital, se podría ver como un caso aislado. Sin embargo eso es lo mismo que le está ocurriendo prácticamente a todas las personas de mayor edad que son jubiladas y pensionadas del INSS, las cuales padecen enfermedades crónicas graves y requieren de atención médica permanente y medicamentos especiales que les han sido suspendidos por órdenes “de arriba”.
Es evidente que lo que se pretende al dejar de suministrar los medicamentos a los adultos mayores, es reducir los gastos del INSS ante la profunda crisis financiera en que se encuentra y que lo puede conducir al colapso en el término de dos años. Al parecer las autoridades del INSS esperan que los ancianos pensionados y enfermos se mueran prematuramente, por falta de la debida atención médica y sobre todo de los medicamentos que son indispensables para sus graves dolencias.
Al respecto el colaborador de las páginas de opinión de LA PRENSA, ingeniero Fernando Bárcenas, denunció en un artículo publicado el 14 de junio pasado bajo el título El rescate nazi del INSS, que “una forma limpia, barata, científica, probablemente democrática (…) de suprimir la vida premeditadamente como política pública (es) negarles las medicinas necesarias a los enfermos crónicos pensionados”.
Es una opinión fuerte pero razonable. En realidad, todo indica que estamos en presencia de una variante nicaragüense y propiamente orteguista de la política nazi de “solución final”, que aplicó la dictadura nazi de Adolfo Hitler en la Alemania de los años 40 del siglo pasado. Con esa política ultra criminal el nazismo se proponía exterminar a los judíos y otras minorías raciales, sociales y políticas, a las que consideraba inferiores, indignas de seguir existiendo y causantes de graves problemas y gastos al Estado. Mediante el plan para “La solución final a la cuestión judía” elaborado en 1942 por un grupo de altos funcionarios del partido nacional socialista encabezados por Adolf Eichmann, el régimen nazi se proponía exterminar a 11 millones de judíos y gente de otros grupos étnicos y sociales, de los cuales más de 6 millones fueron asesinados.
Al parecer ahora en Nicaragua se pretende poner en práctica una especie de “solución final” del problema de los ancianos que son enfermos crónicos pensionados del INSS, al dejar que se mueran por falta de atención médica y medicinas y de esa manera no sean un problema para el Estado. Según los cálculos del ingeniero Bárcenas en el artículo antes mencionado, el INSS se ahorraría hasta 40 millones de dólares en concepto de medicamentos no suministrados a los ancianos pensionados y enfermos crónicos, pero sobre todo por las pensiones que ya no se les pagaría debido a su muerte adelantada.
Esta inhumana política del INSS es característica de un régimen de índole totalitaria. La que además indica que con el gobierno de Daniel Ortega no puede haber una solución integral y decente de la crisis del INSS, pues mal podrían resolverla los mismos que la han causado y que obtienen de ella grandes beneficios económicos, como lo han demostrado claramente las bien documentadas investigaciones de LA PRENSA.