¿Puede el verdadero Hombre Araña levantar la mano? En los últimos 15 años hemos conocido a tres. El director Sam Raimi trabajó con Toby Maguire en tres películas (2002-2007). En el 2012, en pleno ascenso de los Estudios Marvel, Sony, quien ostenta los derechos de explotación del personaje, decidió “reiniciarlo” con el director Marc Webb y el actor Andrew Garfield. La segunda parte de esta pretendida trilogía, estrenada en 2014, se convirtió en su abrupto final. Hizo mucho dinero, pero no lo que Sony esperaba. Un acuerdo legal abrió la puerta a insertar el personaje en el lucrativo “universo cinemático de Marvel”, con Sony compartiendo el botín. Después de una breve introducción en Capitán América: Guerra Civil (Anthony y Joe Russo, 2016), nos llega un nuevo vehículo para Peter Parker.
La razón de ser de esta película es eminentemente comercial. Está concebida para venderse al público joven e infantil, el mismo que está comprometido con la red de historias relacionadas con el cual el dúo Marvel-Disney controla la taquilla global. No necesitamos un nuevo Spider-Man, de la misma manera que no necesitábamos tres, pero si el mercado lo aguanta, ellos lo van a fabricar. Y Marvel necesita un héroe joven para compensar la maduración de su plantel. Holland, de 19 años, interpreta a un muchacho de 15.
Técnicamente, Spider-Man: Regreso a Casa no es una “historia de origen”. No nos muestra el fatídico piquete de araña radioactiva. Sin embargo, tiene el espíritu de una. Nos introduce en la psicología del personaje y el mundo que habita. Peter (Tom Holland) es un adolescente a la deriva en el submundo de la escuela secundaria. Está enamorado de la bella Liz (Laura Harrier), e ignora la silenciosa adoración de la excéntrica Michelle (Zendaya). Es objeto de las incesantes burlas de Flash (Tony Revolori). Delata su condición de nerd al dedicar su tiempo libre a armar un modelo a escala de la Estrella de la Muerte de Star Wars —¡promoción cruzada de productos!—, junto a su mejor amigo, Ned (Jacob Batalon). Lucha por dividir su tiempo entre hacer la tarea y usar sus recién adquiridos poderes para luchar contra el crimen en su barrio. Es cuestión de tiempo que choque con Adrian Toomes (Michael Keaton), cabecilla de un cártel que desarrolla armas con tecnología extraterrestre, robada de los escombros de las batallas de Los Vengadores.
Bajo todo el cinismo comercial, encontrará los vestigios de una simpática comedia juvenil. La película está más cerca de los filmes ochenteros de John Hughes, que de un cómic con pretensiones oscuras y adultas. La química del reparto es chispeante. Keaton, el veterano que volvió al radar de Hollywood con la ganadora del Óscar Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014), interpreta ahora un personaje incómodamente cercano a lo que antes satirizó. Sin embargo, su “Buitre” se distingue como uno de los mejores villanos de tiempos recientes. Su confrontación principal con Peter ocurre sin máscaras, en el contexto mundano de un aventón a una fiesta escolar. Es el momento culminante del la película. No necesita más efectos especiales que las reacciones de Keaton.
Lamentablemente, eso no es suficiente. La receta impone aparatosas secuencias de acción y escenas que involucran a personajes de sus otras franquicias. Quizás sirvan como tejido conjuntivo al gran arco narrativo de este “universo”, pero se sienten como peso muerto. No hay excusa para que un filme como este dure dos horas y 13 minutos. Para Marvel más es más, pero “Spider Man” se siente mejor cuanto más domésticas y personales sean sus misiones.
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