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La Prensa

Por la sanación moral de la política

La Iglesia católica celebra cada 22 de junio la festividad de santo Tomás Moro, a quien el papa Juan Pablo II declaró (en el año 2000) patrono de los gobernantes y los políticos.

En Nicaragua ese día pasa generalmente desapercibido para los políticos, a pesar de que estos en su gran mayoría se identifican como católicos. Pero en sustitución de la clase política —y como nunca es tarde para hacer lo bueno y necesario— la Comunidad Católica Redemptor Hominis, que dirige monseñor Silvio Fonseca, celebrará hoy por la mañana una Jornada de fe y compromiso político en honor de santo Tomás Moro. Esta jornada se realizará precisamente en la sede de la Universidad Thomas More y en ella intervendrán “distinguidas personalidades del ámbito político, académico y cristiano del país”, según se dice en la invitación correspondiente.

“El hombre no puede ser separado de Dios ni la política de la moral”, sentenció Tomás Moro, quien fuera eminente jurista, teólogo, escritor, maestro universitario y lord canciller del rey Enrique VIII de Inglaterra, quien lo mandó a ejecutar por la fidelidad que mantuvo a sus principios morales, religiosos y políticos.

Al declarar a Tomás Moro, patrono de los gobernantes y los políticos, Juan Pablo II escribió que “su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes”. Agregó el santo padre católico que Tomás Moro “quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia” y que su historia “ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política, (que) la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre”.

Pero en la práctica la política no es solo un medio idóneo para defender la libertad y procurar el bien común, por lo cual es inseparable de la moral como indicó Tomás Moro. La política es también instrumento de lucha por el poder, en el curso de la cual, cuando no hay principios éticos aflora toda la ambición y la mezquindad que por su naturaleza imperfecta son capaces de mostrar los seres humanos. Esto ocurre inevitablemente cuando la política se practica según el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios; y de acuerdo al concepto totalitario de que la política es una relación entre amigos y de lucha contra enemigos, lo cual la deshumaniza y desacredita por completo.

De allí se deriva la importancia excepcional del principio de que la política no debe estar separada de la moral, como advertía Tomás Moro. Cuando la política ha sido degradada por el afán desmedido de poder, la codicia y la corrupción, como ocurre actualmente en Nicaragua, hay que reivindicarla, convertirla en una relación digna y decente entre ciudadanos y hacer de ella un instrumento para gobernar al servicio de las personas y la sociedad.

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