Cuando viene la lluvia
es fácil volver a enamorarse de la vida.
La sequedad del corazón se inunda de corrientes.
El pasto acumulado en las entrañas
deja de palidecer y sube con su aroma de humedad
a la garganta donde el canto se ha extinguido
marchito por la resolana.
Mi piel como después del baño
reconoce la primavera a punto de explotar.
Mañana los árboles y la tierra recuperarán la sonrisa
La fisonomía de criaturas núbiles.
Las hojas, aferradas a las ramas, respirarán aliviadas.
En este país en que el sol azota
como una escoba dorada
vendrá el regalo de los cielos encapotados,
la necesidad de encender las luces a media tarde
la tentación de las sábanas frescas.
El sonido del aguacero
tarareando sobre el techo.
Déjame cerrar los ojos,
imaginarme gota alegre desplomándose desde una nube
en el atardecer.
Bébeme y no preguntes
por qué estoy mojada.
(2017)