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La ofensiva final, Somoza,

La Catedral de Managua ha sido testigo de muchos hechos históricos. Por ejemplo, ahí se celebró el triunfo de la revolución sandinista el 19 de Julio de 1979. Por la euforia de haber derrocado a la dictadura somocista, los insurreccionales disparaban al aire, muchos de esos disparos quedaron incrustados en las torres de la Catedral. LA PRENSA/ CORTESÍA/ SUSAN MEISELAS

Reporteros de La Ofensiva Final

Un grupo de periodistas y camarógrafos mexicanos llegó a Nicaragua para inmortalizar las imágenes de la lucha contra la dictadura somocista en sus últimos días. El resultado fue el documental La ofensiva final, ganador de varios premios de periodismo

En medio de millares de personas que se habían congregado ese día en la plaza de la República, en Managua, Edgar Hernández comenzó a transmitir por teléfono hacia México. El júbilo inundaba la plaza y la gente reía, gritaba o lloraba de alegría. Guerrilleros vestidos de verde olivo y aún con fusiles en las manos entraban al lugar en medio del mar de gente. Se oía uno que otro disparo y muchas consignas: “Patria libre o morir”, era una de las más sonadas. La emoción del triunfo podía más que el cansancio o la tristeza por la pérdida de muchos seres queridos y amistades.

Hernández comenzó a narrar casi como declamando una poesía: “Aquí Nicaragua libre, 20 de julio de 1979. La libertad tuvo hoy un nuevo significado, dio la mano a la democracia ante el júbilo desbordante de un pueblo que sepultó una dinastía de 42 años, seis meses y seis días”.

Con esa crónica hablada Hernández estaba terminando seis meses de cobertura a la guerra civil nicaragüense que terminó con el derrocamiento de la dictadura somocista y la ascensión al poder de los sandinistas, hace exactamente 38 años. “Todavía se me quiebra la voz cuando veo esa transmisión”, dice Hernández, en la actualidad todavía un periodista activo en México a través de sus columnas sobre la política mexicana.

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La aventura periodística de Hernández en Nicaragua comenzó cuando en 1978 a la televisora para la cual laboraba, el estatal Canal 13, alguien del Frente Sandinista (FSLN) le llevó unos videos en los que se apreciaba cómo la Guardia Nacional de Somoza masacraba a los jóvenes nicaragüenses. Inmediatamente la transmisión de las imágenes causó un gran impacto entre los mexicanos, quienes se empezaron a dar cuenta sobre lo que estaba ocurriendo en Nicaragua.

La entrada triunfal de los sandinistas en la plaza de la República, después de la ofensiva final que duró 45 días en contra del último de la dinastía de los Somoza. LA PRENSA/ SUSAN MEISELAS, MAGNUM PHOTOS

El fin de la aventura de Hernández no se produjo aquel 20 de julio de 1979, sino hasta en 1981. El periodista mexicano se encontraba ese año en El Salvador cubriendo otra guerra y no pudo ir a recoger el premio nacional de Periodismo y de Información que el gobierno mexicano le entregó al Canal 13 por un documental de una hora y 20 minutos que se realizó con todas las grabaciones que se filmaron durante la guerra en Nicaragua. El reportaje se llamó La ofensiva final y es uno de los más conocidos testimonios sobre la lucha que se libró durante los últimos 45 días de la dictadura somocista. El premio lo entregó el propio presidente José López Portillo.

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Fueron 30 días en los que Hernández y otros 55 compañeros de Canal 13 trabajaron día y noche para editar más de 6,000 horas de grabación sobre la guerra, con aparatos que para esa época ya eran obsoletos.

Anastasio Somoza Debayle siendo entrevista por el periodista del canal 13 de México, Edgar Hernández Rodríguez. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN NOVEDADES/ ÓSCAR NAVARRETE

Una entrevista explosiva

En los años setenta, 24 Horas era el noticiero más visto de México. Se transmitía por Televisa y lo conducía el periodista Jacobo Zabludovsky. Era el principal rival del equipo del Canal 13, donde se transmitía el noticiero 7 Días.

Las noticias en 24 Horas sobre Nicaragua no reflejaban la realidad de lo que pasaba con la guerra. Anastasio Somoza Debayle, el dictador nicaragüense, era socio de Televisa, a quien le compraba programas para ser transmitidos en el Canal 6 nicaragüense.

Por su parte, Canal 13, al ser oficialista, y dado que el presidente López Portillo no era cercano a Somoza, pudo reflejar mejor la situación. Las imágenes que el FSLN llevó a ese canal llamaron la atención de los mexicanos y Joaquín López Dóriga, el director del noticiero 7 Días, mandó al reportero Edgar Hernández a Nicaragua.

Hernández recuerda muy bien el día que llegó a Nicaragua, el 27 de diciembre de 1978, porque esa es la fecha de su cumpleaños. Nació en 1947. Las primera imágenes que envió a México las editaba su compañero Pedro Talavera Álvarez.

Pedro Talavera hacía cortes de tres minutos con las imágenes y las forraba con el audio de la canción Juancito tiradora, de Carlos Mejía Godoy.

En Nicaragua Hernández buscó una entrevista con Somoza, pero no se la daba. La gestionaba a través de la Embajada de México, acudió a Francisco Urcuyo Maliaños y también al secretario de la Presidencia, Rafael Cano. Por fin, en marzo de 1979 entrevistó a Somoza.

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Hernández recuerda: “Le preguntaba por qué masacraba a su pueblo, que no era presidente, sino dictador, que cuándo iba a poner fin a la lucha iniciada por su padre. Él contestaba de una forma despótica. A mí lo que me impresionaba era su mirada tan penetrante. Lo que me apantallaba era su voluminosa y alta figura. Era muy alto. Yo mido 1.80 y yo lo veía inmenso, medía arriba de dos metros. Lo veía con un dejo de prepotencia, me decía periodista azteca, a qué vienes aquí si aquí hay democracia. Yo le decía, señor, afuera hay hambre, hay necesidad de libertad. Yo les he dado la libertad, les he dado todo lo que necesitan, me respondió”.

Aquella entrevista no terminó de la mejor manera. Cuando Somoza brindó la última respuesta y la cámara dejó de grabar, el dictador dio un fuerte golpe en el escritorio y le espetó a Hernández: “Esto no fue lo que acordamos”. El periodista mexicano recuerda que Somoza dio la media vuelta y salió del salón cerrando con fuerza la puerta.

Hernández le dijo al camarógrafo y al ayudante que salieran lo más rápido posible. Pero esa misma noche al hotel le llegó un mensaje anónimo de que debía abandonar el país en las próximas horas. Al día siguiente se enteró de que su nombre estaba en una lista de muerte.

Las consecuencias de la entrevista no terminaron ahí. En México, Pedro Talavera entrevistó al investigador Gregorio Selser, el mismo que escribió una biografía sobre Sandino, y la contrastó con la entrevista a Somoza. El resultado impactó en la audiencia mexicana, desmejorando la opinión sobre el régimen de Somoza. El embajador de México en Nicaragua tuvo que salir del país y en su lugar quedó solamente el encargado de negocios.

En Nicaragua, Hernández se había ido a la clandestinidad, pero luego se asiló en la Embajada de México, de donde salió en un vehículo diplomático hacia el aeropuerto de regreso a su país.

Edgar Hernández en Sapoá durante la insurrección. A la derecha, en la actualidad. LA PRENSA/ CORTESÍA

Periodistas “parcializados”

En México, Hernández se encontró con su jefe, quien lo reprendió: “Yo no quiero niños héroes aquí en México, yo lo que quiero es reporteros”, le dijo. Después de una tensa plática, se decidió que Hernández regresaría a la cobertura de la guerra en Nicaragua, pero desde Costa Rica. Somoza ya no lo dejaba entrar. Y en su lugar Pedro Talavera iría a Managua. A otras partes del país fue enviado otro reportero mexicano del Canal 13, Joaquín Roura Quiñones, fallecido en el 2013. Con varios equipos de filmación en el país y con esos tres periodistas se inició la grabación de lo que sería el documental La ofensiva final.

Talavera llegó a Managua en un avión de la Cruz Roja. Somoza nunca le quiso dar entrevista.

Al inicio, lo que más le impactó a Talavera fue ver luchando a unos guerrilleros que eran casi niños.

“Obviamente yo estuve del lado de la guerrilla y estuve muy implicado con ellos. Incluso había un jefe de Información que me mandaba a decir que ya no le mentara la madre a Somoza. Yo se la mentaba todos los días en mis reportes que mandaba”, recuerda Talavera, hoy un periodista ya retirado.

Talavera recuerda que hubo camarógrafos que se fueron con los sandinistas a luchar en la montaña. “Eso te da una idea de lo inmersos que estábamos en el problema”.

Algo similar le ocurrió a Edgar Hernández, quien desde Costa Rica se tuvo que unir a los guerrilleros sandinistas liderados por Edén Pastora. No es que Hernández haya tomado un fusil para combatir, sino que tuvo que acompañar a los guerrilleros para poder filmar.

“Edén nos decía que nos teníamos que poner el uniforme verde olivo y el pañuelo rojinegro. Y teníamos que hacer, igual que los guerrilleros, guardias de ocho horas para ver los movimientos del enemigo”, explica Hernández.

Hernández y sus compañeros comían lo mismo que los guerrilleros, principalmente tortillas, latas de frutas y leche condensada. “Con tanto dulce no te daba hambre”, recuerda, y agrega que bebían ron Flor de Caña, no para emborracharse, sino para mantenerse hidratados. El ron lo rebajan con agua.

Casi siempre andaban mugrosos. Rara vez se bañaban, solamente lo hacían cuando bajaban a los caseríos y le pedían a la gente que les regalaran agua para lavarse la cabeza y un poco el cuerpo, pues los ríos estaban contaminados por el somocismo.

“Ya te imaginarás lo que pasé. Andaba muy mugroso siempre. Yo vivía en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Yo era periodista de televisión y nosotros tenemos el ego muy inflado”, dice ahora Hernández entre risas.

A Hernández también le llamaban la atención desde México porque siempre que mandaba una nota la terminaba con una consigna sandinista. “Patria o muerte, venceremos”, decía casi siempre. O a veces decía: “Por una Nicaragua libre”.

“Me decían: eso no es periodismo. Yo les decía: es lo que me sale del corazón. A veces lo editaban en México y no lo ponían, pero yo siempre creía en la causa sandinista. Yo les decía: ¿cómo se puede ser imparcial cuando están masacrando a un pueblo de 2.5 millones de habitantes, que lo único que quiere es libertad?”.

Pedro Talavera reporteando en Nicaragua. A la derecha, a como luce en la actualidad. LA PRENSA/ CORTESÍA

Al borde de la muerte

Los periodistas de Canal 13 de México no eran corresponsales de guerra. “Solo nos habían mandado”, afirma Edgar Hernández. No tenían seguro de vida. Lo único que recibían en Nicaragua era un viático en dólares que se hacía suficiente dinero en córdobas porque existía el mercado negro, recuerdan. El salario lo recibían sus familias en México.

Más de una vez la muerte les acechó en la guerra. En el video La ofensiva final se observa que Pedro Talavera narra la caída de un rocket a 50 metros de donde él se encontraba.

Talavera lo recuerda como si fuera hoy: “Estábamos en León cuando vimos venir un avión push and pull, que se clavaba de cabeza para disparar. La gente le gritaba que no disparara pero cayó el rocket en una casa que estaba a 50 metros de donde nosotros. La casa absorbió el golpe. Ahí el mérito es del camarógrafo, tuvo la valentía de grabar el avión”.

La presión era muy fuerte en las zonas de guerra. Talavera recuerda que continuamente estaba cambiando de camarógrafo porque había que enviarlos a terapia psicológica. “No es lo mismo ver un cadáver inflamado por televisión que verlo en vivo y tener que grabarlo”, explica.

Casa de Estelí destruida por los bombardeos y tiroteos durante la insurrección de 1979, contra Somoza.LA PRENSA/ CORTESÍA/ IHNCA

Cuando terminó la guerra, el periodista Edgar Hernández, quien estuvo seis meses en Nicaragua, pasó 28 días en terapia psicológica. Cuando llegó a México comenzó a escuchar un ruido extraño. En Nicaragua estaba acostumbrado a escuchar las bombas y los gritos, pero la tranquilidad de México lo tenía aturdido. En las noches se despertaba y le decía a su esposa que se iba a trabajar, que tenía que cubrir la guerra. Otras veces se despertaba llorando y se dieron cuenta de la necesidad que tenía de atención psicológica.

Los psicólogos mexicanos lo que hicieron fue “regresarle el casette”. “Ya no estás en Nicaragua”, “aquí no hay guerra”, “ya no vas a ver más muertos, ahí solo que vayas al cementerio”, le decían. Pasados los 28 días su jefe le dijo: “Ya no te van a estar apapachando los psicólogos, vos ya estás bien, vas a ir a cubrir la guerra de El Salvador”.

Un día muy triste para Pedro Talavera fue el 20 de junio de 1979, cuando la Guardia Nacional mató al periodista norteamericano Bill Stewart. Ese día Talavera desayunó con Stewart en el Hotel Intercontinental, donde se hospedaban todos los periodistas.

“En el comedor estábamos platicando que yo necesitaba material de la Guardia Nacional y Bill me dijo que ellos necesitaban de la guerrilla. Acordamos que íbamos a intercambiar material. Yo tenía entrada por las colonias (de Managua), ellos (guerrilleros) me movían a diferentes partes. Ese día me dijeron que no porque había un operativo muy fuerte. No querían arriesgar a los periodistas.

Al regresar al hotel vi raro que estaba la camioneta de Bill. Me asomé, vi el cuerpo tapado, subí al cuarto piso y ahí me contaron todo. Lloramos, nos abrazamos. Alguien dijo vámonos a transmitir la imagen, una imagen impresionante. Me dieron una copia y yo la mandé a México con una nota mía”, rememora Talavera.

Una calle de León devastada por los bombardeos de la Guardia Nacional durante la insurrección ocurrida entre junio y julio de 1979. La ciudad de León fue declarada territorio libre el 9 de julio. LA PRENSA/ CORTESÍA/ IHNCA

Somoza orinado

En el documental La ofensiva final se observa a Pedro Talavera en el Mercado Oriental totalmente vacío. Era el 13 de junio de 1979 y la población estaba con hambre debido a la escasez de alimentos.

Eran los últimos días de la dictadura somocista. Se hacía evidente la inminente caída del somocismo.

Casi un mes después, aproximadamente el 15 de julio, Talavera no lo recuerda con exactitud, él estaba esperando una conferencia de prensa que iba a dar Somoza, la cual al final no se produjo. Pero el periodista mexicano pudo ver al dictador por última vez. “Yo tuve el placer de verlo el día que salió de Nicaragua. Estaba totalmente orinado, descompuesto. No sabía qué pasaba. Estaba totalmente borracho. Se lo llevaron, fue el último día que la prensa lo vio, o lo vimos. Lo tuve grabado”, dice.

Ese día Somoza estaba muy presionado porque había perdido el apoyo norteamericano. “En ese momento ya no era el presidente, aquel Somoza seguro de sí mismo, autoritario. Al día siguiente en la madrugada se va”, recuerda Talavera.

Talavera también pudo entrar al búnker de Somoza cuando este ya se había ido del país. “Yo tenía una gorra de Somoza. Yo grabé el búnker cuando se fue Somoza”, asegura.

Guerrilleros sandinistas en Estelí. Esta imagen, de la fotógrafa Susan Meiselas, se convirtió en un ícono de la lucha contra Somoza. LA PRENSA/ CORTESÍA/ SUSAN MEISELAS, MAGNUM PHOTOS

“Aquí Nicaragua libre”

El 19 de julio Edgar Hernández viaja a Managua en un camión de la Guardia Nacional, pero que ya estaba en manos de los sandinistas.

El viaje fue alegre. En la noche venían viajando con antorchas encendidas. Sobre la carretera se observaba una hilera de luces.

Llegó al hotel Camino Real y de allí, el 20 de julio muy de mañana, se fue a pie hasta la plaza de la República. Se encontró con Pedro Talavera y los demás miembros del equipo de Canal 13 y en una servilleta que se trajo del hotel comenzaron a escribir la crónica que iban a transmitir hacia México, solo audio, porque en ese entonces no había posibilidad de transmitir imágenes en vivo:

“Aquí Nicaragua libre, 20 de julio de 1979. La libertad tuvo hoy un nuevo significado, dio la mano a la democracia ante el júbilo desbordante de un pueblo que sepultó a una dinastía de 42 años, seis meses y seis días. Hoy, hoy no hubo tiempo para recordar el pasado que apenas terminó hace unas horas, cuando los últimos reductos de las fuerzas somocistas se empeñaban en mantenerse de la nada. Hoy fue el despertar de una larga pesadilla. Treinta mil muertos en siete semanas, 500 mil damnificados, 150 mil refugiados en Honduras, Costa Rica y Miami, un país en bancarrota con una deuda de mil millones de dólares y el terror, la muerte y la destrucción de un genocidio que duró 53 días en su etapa de agonía”.

La narración estuvo a cargo tanto de Talavera como de Hernández, pero fue este último quien inició la transmisión.

Después del arduo trabajo, Hernández le dijo a los compañeros: “Nos merecemos una borrachera”. El 21 de julio amanecieron en las calles.

Luego llamaron a México, desde donde les dijeron que podían escoger entre pasar unos días en un hotel de lujo en Panamá o regresar a México. Prefirieron regresar a su país. A Hernández le habían sobrado 1,500 dólares de viáticos y los repartió entre todos. Económicamente no les quedó nada de la cobertura periodista en Nicaragua, solo la satisfacción, afirman.

Talavera regresó a Nicaragua en 1980 y aún conserva un afiche del primer aniversario de la revolución sandinista. Hernández no ha vuelto a Nicaragua, pero espera hacerlo junto con un material inédito que aún conserva de la insurrección contra Somoza, entre el cual se encuentra aquella grabación en la que dice: “Aquí Nicaragua libre…”.

Tanques de la Guardia Nacional patrullando las calles de Managua en busca de guerrilleros sandinistas durante la insurrección conocida como La Ofensiva final. LA PRENSA/ CORTESÍA/ IHNCA

“No me corresponde juzgar”

Sobre qué pasó con Nicaragua después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista es algo que no quieren comentar Edgar Hernández y Pedro Talavera, los periodistas que produjeron el documental La ofensiva final.

“Ha sido muy difícil para ustedes. No sé si valió la pena (las muertes de la insurrección), pero la libertad tiene un precio caro”, dice Talavera, quien desconoce al detalle la actualidad nicaragüense.

Éxodo de las familias en Estelí después de la toma de esta ciudad por los guerrilleros sandinistas en la insurrección contra Somoza. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE

“He visto mucho el video, con mi familia. Lo que me queda es decir que vale la pena vivir y morir por una lucha”, dice Hernández.

Por los trabajos periodísticos que hizo en Nicaragua, Hernández dice que ha recibido 18 premios. “Para este año (19 de julio de 2017) me hubiera gustado estar allá (Nicaragua)”, dice.

Los periodistas mexicanos hablan bien de todos los líderes de la revolución. De Daniel Ortega dicen que es un líder y que lo demuestran los varios años que ha estado en el poder. De doña Violeta Barrios de Chamorro dicen que era una mujer comprometida con su patria. Y de Edén Pastora dicen que era muy valiente. “Cero (Edén Pastora) era la figura más relevante”, afirma Talavera.


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