Una de las estimaciones del Banco Mundial es que para el 2050, el 70 por ciento de los centroamericanos vivirán en áreas urbanas; sin embargo, ¿están las ciudades preparadas para recibir a esta población migrante y es el cambio climático una causa directa de dicha movilización?
Las respuestas son limitadas y se requieren más estudios para asegurar que el cambio climático marca una pauta considerable en el desplazamiento de la población rural, lo que si es cierto es que este afecta sobre todo a comunidades más pobres y marginadas. En ese sentido, la pobreza determina la vulnerabilidad frente al cambio climático y puede limitar la capacidad de adaptación.
Eso fue parte de lo que compartió Lizbeth Gramajo, investigadora del área de migraciones de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala en el VIII Encuentro Regional Centroamérica Vulnerable, realizado en Guatemala, por parte de la Concertación Regional para Gestión de Riesgos (CRGR).
Los datos citados por Gramajo destacan que después de África, Centroamérica es la región del mundo con más crecimiento urbano. Actualmente casi el 60 por ciento de la población del Istmo vive en la ciudad y en unos 30 años subirá un diez por ciento.
Cuándo se buscan las causas del porqué la gente está migrando, estas son variadas y complejas como los retos que implica la migración misma. Desde los altos niveles de pobreza y desigualdad en la región que obligan a los centroamericanos a salir, y ahora las causas ambientales son algunas de ellas.
La sequía, inundaciones y deslizamientos han obligado a la población rural a buscar nuevos destinos migratorios, según Gramajo; sin embargo, es un tema que se debe estudiar con mayor profundidad para saber cuántas personas se están moviendo de sus territorios a las ciudades por causas propias de los efectos del cambio climático.
Los datos del Banco Mundial son claros, y promedian que unos 700 mil nuevos residentes urbanos se integrarán a las ciudades cada año. Mientras tanto, la tasa de crecimiento anual promedio en las últimas dos décadas se calcula en 3.8 porciento, es decir, 1.7 por ciento veces más rápido que el promedio global.
Del campo a sitios en vulnerabilidad
Otro de los grandes desafíos que implica el crecimiento urbano es la ubicación de familias en sitios de riesgo. Entonces, la cuestión es reflexionar sobre cómo se están construyendo las ciudades y si se está tomando en consideración el tema de gestión de riesgo, reflexionó Gramajo.
Los asentamientos prevalecen a lo largo de la región y en muchos casos están en zonas consideradas de alta vulnerabilidad. Solo en Nicaragua, el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) ha identificado 38 lugares en el país con mayor recurrencia de deslizamientos.
Denis Meléndez, de la Mesa Nacional de Gestión de Riesgo por parte de Nicaragua explicó que forma parte de este proceso “un cierto desencanto de la actividad agrícola, de la ganadera, pero también en la gestión del recurso agua”, que prevalece en el campo, entonces estas poblaciones vienen a las ciudades buscando estos servicios y las opciones que no logran alcanzar en sus lugares de procedencia.
Es por tanto que los expertos aconsejan que se debe repensar en cómo las ciudades van a dar respuestas a estos nuevos habitantes, en términos no solo de servicios básicos, sino lo que implica el desarrollo territorial urbano, velando por espacios seguros, sin riesgo ante posibles afectaciones por fenómenos como inundaciones de ríos, deslaves y otros.