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Durante la celebración del 27 Aniversario del triunfo de la revolución. Daniel Ortega va a caballo hasta la plaza de la paz. LA PRENSA/ARCHIVO/J. MOLINA

El día que Daniel Ortega llegó a caballo a la Plaza

Las excentricidades han marcado el paso en la conmemoración del 19 de julio

Tiene más de diez años en el poder y preside un acto cargado de nostalgia para unos,  pero sobre todo de excentricidades y derroche de fondos públicos. El 19 de  julio de 2006, el secretario general del Frente Sandinista, Daniel Ortega, candidato entonces a presidente por su partido, llegó a caballo a la Plaza y atrajo las miradas de todos sus seguidores el día en que celebraron el 27 aniversario de la Revolución Sandinista.

Así te contó LA PRENSA ese momento:

Ortega llega en caballo blanco cenizo a la Plaza

Algunos evocaron a Somoza y otros se asustaron cuando vieron la bandera como capa

¿Daniel guapo? La chavala se rió cuando le conté que otra muchacha me había dicho eso cuando miró llegar en un caballo blanco cenizo a Daniel Ortega a la tarima de la Plaza, donde ayer los sandinistas celebraron la caída de Somoza, a quien también le gustaban los equinos.

Según la primera de ellas, al líder rojinegro los caballos le dan un sex appeal envidiable, pero la otra me quedó viendo seria y me sentí como escucha de una cantante sin fanáticos. ¿Guapo?, me preguntó. -Sí, eso dijo ella. Y entonces atajó cualquier duda. Con su camisa rojinegra, sonriendo con una botella de agua en la mano, dijo que guapo no, pero “con ojos de tía zorra” se podía decir que lucía elegante, más cercano a la gente, aunque eso de andar la bandera como capa era un poco molesto. Nada de Superman. Era algo así como Súper Nicaragua.

La muchacha caminaba en la calle que conduce a la Plaza desde el antiguo Teatro González. La acompañaba una niña. Madre e hija sorteaban vendedores ambulantes y miraban pasar todo un concurso de moda revolucionaria, desempolvada en estos días. Por ese pavimento pasaron chicas con pantalones camuflados, camisetas del Ché, gorros para evitar el sol, algunos rosado chicha.

Llegó temprano

Ortega llegó montado a las 2:30 de la tarde. Ni siquiera sus seguidores lo esperaban. Temprano. Media hora después y no las horas a los que los tienen acostumbrados. Había salido a las dos de la Secretaría del Frente Sandinista, en los alrededores del Parque El Carmen, vistiendo un azulón y una camisa blanca manga larga, avanzó un trecho hasta la Calle 27 de Mayo, gracias a la que llegó hasta Plaza Inter y luego se dejó ir hasta la Plaza.

Iba acompañado por policías y partidarios que cargaban astas con las banderas más inusuales, incluso la de Estados Unidos, todo un pecado para quien en los años ochenta fue considerado un rebelde por el ex presidente Ronald Reagan.

Quien fuese el Ortega de ayer, para sus simpatizantes seguía siendo simpático. Cada vez que levantaba una mano se derretían y hasta hubo uno que dijo que le gustaba verlo así y no en la camioneta de lujo, marca Mercedes Benz, que contradice su discurso revolucionario. Montado lo sentían más cercano.}

Durante la celebración del 27 Aniversario del triunfo de la revolución. Daniel Ortega va a caballo hasta la plaza de la paz. LA PRENSA/ARCHIVO/J. MOLINA

Y Rosario Murillo, su mujer, que puso un sello distintivo a la conmemoración —un mundo rosado chicha, amarillo y celeste que pinta paredes y ahora escudos patrios— se encargó de rematar la llegada de su esposo, anunciándolo.

Minutos antes, preciosas mujeres, de las bandas de guerras estudiantiles de la capital, se habían sacudido al ritmo de los tambores. Todos querían bailar. Dos norteamericanos que tenía a la orilla movían entre sí las caderas, y Ortega entraba como caballista al grito de ¡Viva Sandino! a pronunciar un discurso menos duro.

El candidato del FSLN, que en la campaña de 1990 bailaba en las tarimas al ritmo del Gallo Ennavajado, y en 1996 lucía una apariencia más espiritual, parecía ayer un predicador. Oró por sus enemigos. Un minuto de silencio por su antiguo rival, Herty Lewites, y una mención a Carlos Mejía Godoy, el compositor más prolífico de la música revolucionaria, candidato a la Vicepresidencia por el Movimiento Renovador Sandinista, de quien dijo que “un día estarán juntos otra vez”.

No hubo, sin embargo, en la tarima nada de la música de Mejía. Y sí varios bailes miskitos que pusieron exultante a Ortega, para nada un bailarín. Se subió a la tarima, la gente lo ovacionaba, pero el “pasito tun-tun” le falló. Tomó a un bebé, lo ofreció y luego todo se tornó aburrido. La imagen del caballista cabalgó entre la muchedumbre que se pasmó al oír su discurso y luego se fue.

Recordó a Somoza García

Algunos lectores de LA PRENSA llamaron al Diario, recordando que al general Somoza le gustaba montar a caballo, igual que lo hizo DanielOrtega, ayer.

*El doctor Carlos Tünnerman Berheim dijo ayer que cuando era niño, miró pasar a Somoza García, el padre de la dinastía de esa familia, montado a caballo.

* A Somoza García, según Tünnerman, le fascinaba salir con el Estado Mayor de la Guardia Nacional, acompañándolo el primero y el diez de agosto, cuando es el tope de Santo Domingo, el patrono de los managuas.

* ”Al general Somoza le gustaban los caballos, hay fotos incluso en que aparecía vestido de militar con sus hijos Anastasio y Luis”, cuenta Tünnerman.

* Cuando se le consultó a Ortega, después del acto, tras varios minutos de espera el secretario general del FSLN dijo que no recordaba haber visto a Somoza en caballo y que más bien lo que tiene presente es haberlo visto en vehículo.

Octavio Enríquez 

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