León puede ser abatido, pero nunca vencido. Viva León, jodido. Quiso vencerlo el Momotombo y no pudo, luego a través de la historia, pasó el general Duron (hondureño), el general Bartolomé Víquez, el general salvadoreño Malespín, el Cerro Negro, luego la revolución del 79, la quema de parte del centro de la ciudad, solo por mencionar algunas de las desgracias que le han caído a nuestra querida ciudad y pueblo, según algunos, como resultado de la maldición del obispo Valdivieso lanzada ya moribundo al ser asesinado por Hernando de Contreras.
No podemos dejar en la alforja alguno que otro alcalde municipal de los años ochenta en adelante, que empecinado y con alevosía, premeditación y ventaja quieren mandar al traste a nuestra Catedral (patrimonio de la humanidad) y toda la zona histórica de la ciudad ya declarada patrimonio nacional y por ende el futuro de todo un pueblo.
El espíritu indomable de esta ciudad siempre ha salido adelante, pero como dice el dicho “no hay peor cuña que la del mismo palo” o sea el grave defecto de algunos humanos de ser particularmente dañinos con personas de su entorno, familia o nacionalidad.
Esta cuña parecemos ser nosotros mismos que parecemos no comprender que el futuro de nuestra ciudad está en el turismo y si no lo creemos, viajemos a Antigua, en Guatemala.
León vive bajo un concepto de mediatez (vivir para hoy sin ver el futuro), incomprensible, de parte de muchos de sus pobladores incluyendo empresarios, de las autoridades edilicias y el populismo del gobierno central que como el flautista de Hamelín nos lleva al lago Weser, perdón, al río Chiquito, a morir ahogados.
Tenía rato de no visitar el centro de la ciudad de León, pues pasaba directo a Poneloya y cuál sería mi sorpresa al querer conocer el nuevo mercado municipal, el que igual a un cáncer metastásico, se ha extendido hasta tomarse las aceras de la Casa de Salud, no existen aceras para peatones en todo el centro pues las aceras son ahora lugares de exposición de mercaderías, todo el Parque Central, las aceras del costado oeste de la Catedral tomadas por mercaderes de canasto y bateas (no tengo nada contra ellos, pero no es el lugar indicado), las aceras de donde fue Prío y el resto de la cuadra, el Palacio de Comunicaciones, las llamadas esquinas de los bancos, esquina opuesta a la Recolección, etc. ¡Dios mío, que es esto!
Un hospital en el centro de la ciudad (frente a la casa de la familia Gurdián-Terán), sin islas de entrada o parqueo para ambulancias o pacientes que lleguen en vehículo. Sorpresa mía, ver un vehículo detenerse frente al mío, salir un conductor y desde la calle pedir una silla de rueda para bajar un enfermo e introducirlo al hospital. La silla no llega, el hombre entra corriendo al hospital y a los minutos sale con una silla de ruedas, con dificultad bajan al enfermo del carro, logran acomodarlo en la silla y finalmente hace su entrada triunfal al hospital. Tiempo detenido el tráfico: 9 minutos.
Estos empresarios médicos pensaron con mediatez, no pensaron en crecer. ¿Cómo la alcaldía de León aprobó un proyecto de este tipo que no llena los requerimientos urbanísticos necesarios para ser un hospital?
Estamos aniquilando el turismo que es el futuro de León y es la única fuente sostenible de desarrollo que se mira en el panorama.
A nuestro León, solo le queda decir: Domine, clamo ad te: cito sucurre mihi. Señor, a ti clamo: Socórreme prontamente.
El autor es abogado.
