En los próximos días la república de Venezuela podría ser derogada. Pero el pueblo venezolano ha demostrado no estar dispuesto a permitirlo, la consulta popular del pasado 16 de julio y el llamamiento de la oposición a un paro nacional “cívico y activo” de 24 horas, que se cumplió con éxito en todo el país, pero en especial en ciudades como Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, San Cristóbal y Maracay, son apenas algunas iniciativas o primeros eventos masivos contemplados en el calendario de lo que la MUD denominó “Hora Cero”, la ofensiva final para impedir la instalación de la Asamblea Constituyente que el oficialismo busca realizar para instaurar definitivamente la dictadura, copiado así íntegramente, el modelo cubano.
Maduro está totalmente solo, cuenta únicamente con millones de dólares a su disposición, la fuerza de los militares y la de los cubanos.
De los primeros dice Joaquín Villalobos, en un luminoso artículo publicado en El País, lo siguiente: “Los militares venezolanos tienen más generales que Estados Unidos, ocupan miles de puestos de gobierno, han armado paramilitares, se han involucrado en el narcotráfico, han intervenido y expropiado empresas, se benefician de la corrupción, controlan el mercado negro, reprimen, apresan, torturan, juzgan y encarcelan opositores. En 17 años los militares han matado casi 300 venezolanos por protestar en las calles. En la historia de las dictaduras latinoamericanas no ha existido una élite militar que haya podido enriquecerse tanto como la venezolana y todo esto lo han defendido como ‘revolución popular’”.
De los segundos, desde hace varios meses, hice hincapié sobre la presencia de los “asesores” cubanos en todo el cuerpo del Estado venezolano. El secretario de la OEA ante el Congreso de los Estados Unidos ha dicho algo similar: “Hay cerca de 15 mil cubanos en Venezuela, es como un ejército de ocupación que tiene Cuba en Venezuela”.
El paso inmediato a seguir es la formación de un “gobierno de transición”, cuyo respaldo a lo interno son los siete millones de venezolanos que alrededor del mundo emitieron un claro mensaje de condena a la dictadura. En el ámbito internacional su respaldo sería los 112 países que han reconocido la legitimidad del plebiscito.
La única negociación que Venezuela aceptará es la que establezca los términos y las garantías de la salida de Maduro y del régimen sin ninguna demora. Como lo dijo María Corina Machado recientemente:
“Nosotros no vamos a tolerar que se convierta la transición en una transacción”.
Para ponerle la tapa al pomo, el diplomático venezolano, Isaías Medina, anunció que renuncia a su puesto de ministro consejero de la misión venezolana ante Naciones Unidas. “Me gustaría llamar al gobierno a parar las matanzas, a parar la violación de derechos humanos”, dijo Medina y también “a reconsiderar y reflexionar sobre su posición y pensar sobre la importancia del país como un todo, y en el lugar que ocupan en la historia: que son y serán considerados asesinos”, dijo Medina en inglés en un video.
Creo que ha llegado la hora de que la comunidad internacional tome acciones concretas, y no deje morir a la oposición democrática, una coalición de fuerzas esencialmente de centro que incluye a partidos, líderes, organizaciones sociales e intelectuales de izquierda que creen en la democracia y el mercado. Argentina, México, Brasil, Chile, Perú, Colombia, pero especialmente los Estados Unidos, estos últimos son la principal fuente de divisas para mantener a flote al gobierno chavista. Venezuela le vende una media de 700,000 barriles diarios de petróleo, alrededor de la mitad de sus exportaciones totales. Un recorte total de las exportaciones a Estados Unidos reduciría los ingresos del gobierno venezolano en un 75 por ciento. Lo pondría de rodillas.
En todo esto hay muchas razones para sacar lo más pronto posible a Maduro del poder, la primera y más importante es de orden ético, como lo dijo Corina Machado: “Cada vez que Maduro sigue en el poder. Cada día que pasa, venezolanos mueren. Mueren de hambre, por la violencia, por la falta de medicinas en los hospitales. Hay una urgencia ética. Debemos parar esto lo antes posible. Tenemos el deber histórico de sacar al Estado mafioso del poder. Ahí no hay otra opción”.
El autor es jurista.
