La noche del sábado, el mayor problema con el que se encontró Juan Carlos RamÃrez frente a Boston fue con la localización de sus lanzamientos.
Los dos primeros episodios su brazo funcionó en automático, tirando fuerte como siempre lo hace, mezclando sus picheos rompientes, pero en el camino al plato sus tiros perdÃan la ruta deseada.
“Estuve desordenado en la primera entradaâ€, reconoció JC a ESPN. “No podÃa bajar la pelota, cuando uno avanza en el conteo y está en esta situación, es difÃcil, los bateadores de Grandes Ligas saben aprovechar esoâ€, agregó RamÃrez, luego de conseguir su novena victoria de la campaña, con labor de tres carreras y cinco hits en seis entradas.
“Una vez que bajé mi bola rápida, fue un juego completamente distintoâ€, explicó el veloz tirador. Después de deslizarse en los primeros dos episodios, en los que admitió tres carreras, cuatro hits (un doble) y dos bases por bolas, JC enderezó el barco para su fortuna, llegando a retirar a doce bateadores de Boston en orden, entre el final de la segunda entrada y el inicio de la sexta.
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“Se estableció después de las dos primeras entradas y los mantuvo en silencio, y le dio a la ofensiva una oportunidad de trabajar. Pudimos hacer buenas conexiones e hicimos carreras, lo que funcionó para que él los mantuviera a rayaâ€, dijo el parador en corto Andrelton Simmons, quien descargó un jonrón de dos carreras para respaldar al nicaragüense.
“Me estaba cansando”
En medio de esta faena desigual, donde se vio al Juan Carlos RamÃrez que batalló con la inseguridad, y a la vez ese tirador que impone por igual sus leyes sin importar la artillerÃa que tenga enfrente, se consolidó como el brazo número uno de la rotación de abridores de su equipo.
La victoria le sirvió para atesorar la segundo éxito en la casa de su equipo, el Angels Stadium, y su primera como abridor.
Habiendo llegado sin mucha presión al sexto capÃtulo ante Boston, con el marcador a su favor, JC fue atacado por un doble de Xander Bogaerts, lo que encendió las alarmas, ya que luego cedió boleto a Mitch Moreland, llamando la atención del coach de picheo Charles Nagy, quien decidió llevárselo.
“Que llegara fue como un abrazo, me estaba cansando en esa entradaâ€, apuntó RamÃrez.