Sofía. Con ese nombre fue llevada hace cuatro años una anciana al asilo San Antonio de Masaya, luego de que funcionarios del Ministerio de la Familia la encontraron deambulando por las calles del barrio capitalino Marta Quezada.
La señora, con mirada perdida y movimientos lentos, permanece en una silla de ruedas observando todo a su alrededor. En este albergue la acogieron con mucho cariño y recibe toda la atención posible.
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Recientemente esta anciana, junto con otros adultos mayores, recibió paquetes alimenticios, almuerzo y disfrutó piñatas que con mucho esfuerzo realizaron los jóvenes estudiantes de la Universidad Metropolitana (Unimet) de Masaya.
“No hay que olvidarnos de los ancianitos, recordemos que un día vamos a llegar a esta edad. Nosotros nos sentimos satisfechos porque muchas veces estas personas necesitan de amor y calor humano, y no tanto lo económico, sin embargo, invito a las entidades gubernamentales y privadas que tomen esto como una responsabilidad social.
Recordemos que el Código de la Familia los ampara en un capítulo sobre los derechos de las personas de la tercera edad por lo que hay que hacer lo propio por ellos”, comentó Arlen Morales, supervisora académica de la Unimet.
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Sor Margot Soto, directora de este hogar, agradeció a estas personas a las que Dios tocó el corazón y que de una u otra forma los han apoyado.
40 ancianitos se encuentran en el asilo San Antonio de Masaya. Un tanque grande para almacenar agua es una de las necesidades de este centro, así como productos para aseo personal.