La capital no es un lugar amigable para que los discapacitados se desplacen por ella y Juan Pío Ortiz, de 48 años, lo sabe muy bien. Desde que un accidente laboral lo dejó en silla de ruedas, hace 20 años, ha sufrido unos 11 accidentes de tránsito circulando por las calles de Managua. En uno de ellos, un bus lo golpeó, lo tiró a cinco metros de distancia y le dañó su silla.
David López, miembro directivo de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad, afirma que “alguien que anda en silla de ruedas, arriesga y expone su vida, porque es difícil encontrar en Managua un tramo donde las aceras sean continuas y parejas. Es sumamente difícil”.
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Aunque ambos reconocen las medidas que ha tomado la Alcaldía de Managua con la construcción de rampas de seguridad, aseguran que esto no depende solo de la municipalidad. “Depende del empresario que ocupa la acera para ofrecer sus artículos. Nos encontramos con garajes que sobreponen sus rampas encima de las aceras. Nos encontramos con viviendas que prolongan el muro divisorio sobre los andenes. A la persona usuaria de silla de ruedas no le queda otra alternativa que tirarse a la calle”, advierte López.
El directivo de la federación también recuerda el caso de Beymar Ortiz, un ciego que mientras caminaba por las calles de Carazo, cayó en un manjol que se encontraba abierto y resultó con fracturas en varias vértebras, lo cual lo tiene actualmente en silla de ruedas. “En los últimos dos años hemos tenido personas ciegas que han tenido accidentes por alcantarillas que se encuentran abiertas, por constructores que rompen una calle y luego no la cierran”, explica David López.
Intolerancia
En el sector transporte, aunque López admite que han tenido “bonitas experiencias de solidaridad” cuando una persona discapacitada va a cruzar la calle, lamenta que este gesto solamente se vea en una pequeña parte de los transportistas. “Nosotros quisiéramos que esa conducta la tuvieran, si no todos, la mayoría del sector transporte, para que la persona con discapacidad tenga un entorno más amigable”.
Juan Pío Ortiz, quien se traslada en silla de ruedas por la capital, a veces tiene que andar en pistas y rotondas como si fuese un vehículo, por la falta de aceras. “Hay logros… pero no es tan fácil. A veces nos encontramos personas amables que entienden, pero hay otras que buscan pleitos”, dice Ortiz. Una vez, le reclamó a un motorizado que casi lo atropella cuando iba bajando de una rampa. “¿Que no te fijás, estúpido? Buscando que me pare y te turquee”, le contestó el motociclista.
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Construcción de rampas
En 2016 empezó la construcción de 700 rampas para discapacitados en las diferentes paradas de buses de la capital. Sin embargo, los discapacitados aseguran que también necesitan el esfuerzo de las personas para que no obstruyan las aceras con garajes, ventas y muros que impiden el paso de personas en silla de ruedas.