Participar o no participar en las próximas elecciones municipales es una decisión absolutamente individual, pero los resultados de una u otra opción van más allá de lo personal y suelen tener consecuencias de gran trascendencia social.
Una sociedad como la nuestra, absolutamente corrupta en su actividad electoral desde la A hasta la Z, no ofrece mucho margen de especulación teórica sobre las intenciones del régimen orteguista con la convocatoria del próximo mes de noviembre. Lo normal para mucha gente desilusionada es rechazar las elecciones y alentar a los indecisos a que hagan lo mismo. Pero empeñarse en decir que las condiciones para participar no están dadas es una perogrullada, que cae en el vacío si no se proponen y, se miden con objetividad, mejores alternativas para luchar contra la dictadura.
Algunos partidos y ciudadanos opinamos que es importante votar por las siguientes razones. En primer lugar, hay un deterioro galopante del régimen dinástico familiar, no solo en lo interno sino en el plano internacional. Si se analizan, hoy en día uno por uno los flancos débiles de la dictadura, se tiene que concluir incuestionablemente que la actual coyuntura es políticamente precaria para el orteguismo, respecto a otros periodos, en los que el régimen estaba más consolidado. En ese contexto, las elecciones de noviembre también tienen una connotación diferente y la movilización para promover el voto contra la dictadura, a pesar de los que repiten como un acto de fe que “no hay que hacer nada” y los partidos esquiroles que venden sus servicios a destajo, la movilización por el voto la podemos convertir en un frente de guerra política inesperado para la familia de los Ortega.
El otro elemento relevante es la presencia de la Organización de Estados Americanos (OEA). Si se garantiza su participación como observadora puede ayudar a evitar el fraude. Desde luego que eso no solo va a depender de la OEA, sino también de los fiscales en las mesas electorales que protejan y verifiquen que no se roben las actas, o sea, la defensa del voto. Algo que nos compete a todos.
Sin embargo hay otro desafío tan importante o más que enfrentar a la maquinaria corrupta del Consejo Supremo Electoral y es la desidia de muchos para votar. El desencanto y pesimismo justificados en otras circunstancias, es precisamente lo que ahora busca la dictadura. Estimular el inmovilismo de los ciudadanos con consignas tales como “no voten porque es hacerle el juego a la dictadura” es como ofrecerle un aperitivo en bandeja de plata al orteguismo.
Ir a las elecciones a luchar abiertamente, sin esperar prebendas de ningún tipo es arriesgado, peligroso y muy sacrificado. Los que van a desafiar a la dictadura, con todo su derecho y legitimidad no debieran ser objeto de críticas groseras. A los que pierden de vista el objetivo final de luchar por la libertad en toda la extensión de la palabra, les repito una frase que alguien dijo hace tiempo: “Los que no tengan el valor de sacrificarse deben tener al menos el pudor de callar ante los que se sacrifican”.
Llegados a este punto ¿cómo podríamos demostrar la vulnerabilidad del régimen? Primero, demostrando el verdadero potencial de los ciudadanos para arrinconar por medio del voto al FSLN el 5 de noviembre y arrebatándole el mayor número de alcaldías en todo el territorio nacional. Segundo, demostrando a la empresa privada que sus verdaderos aliados no son los que negocian contra ellos en una competencia desleal, aprovechándose de todos los mecanismos del Estado para llenarse los bolsillos, y tercero, demostrando a la comunidad internacional que la democracia en Nicaragua depende del apoyo financiero que le den a la OEA para garantizar su presencia en el proceso electoral.
Solo se le hace el juego a esta dictadura cuando se pacta con ella y solo nos puede ganar las próximas elecciones si abrimos flancos estériles de desgaste entre nosotros mismos y, sobre todo, si abandonamos la lucha y nos derrota de antemano el pesimismo.
El autor es jefe de campaña de la candidatura del candidato del partido CXL, Mauricio Mendieta, a la alcaldía de Managua.