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Fabio Gadea Mantilla, productor radial y excandidato presidencial. LA PRENSA/ WILMER LÓPEZ

Fabio Gadea: “Ortega no me malquiere”

El productor radial y excandidato presidencial Fabio Gadea Mantilla revela a la revista Domingo detalles de su vida, su relación con Daniel Ortega y otros aspectos de la vida política de Nicaragua

A sus 85 años de edad, Fabio Gadea Mantilla es el creador de Pancho Madrigal, el personaje radial que desde 1959 entretiene a los nicaragüenses con cuentos. En 2011 fue candidato presidencial y, asevera en esta entrevista, él fue el ganador y por tanto el legítimo presidente de Nicaragua para el periodo 2012-2017, pero lamenta que fue víctima de un fraude electoral.

Fundó radio Corporación hace 51 años y la ha mantenido desde entonces entre las mejores del país. Solamente ha dejado de transmitir las veces que ha sufrido atentados o por censuras de los regímenes somocista y sandinista.

Aunque afirma que ya no volverá a ser candidato presidencial, por motivos de edad y de que ya no tiene fuerzas para andar “de arriba abajo”, Gadea Mantilla es una de las voces opositoras con mayor audiencia en el país. En esta entrevista se muestra nostálgico al hablar sobre algunos aspectos de su vida, pero su voz se vuelve más enérgica al criticar al actual gobierno de Daniel Ortega.

¿Cómo está de salud don Fabio?
Bien, gracias a Dios.

¿Cuántos años cerró?
85.

¿En la oficina todos los días?
Sí. Eso de estar sin actividades es malo.

¿Cómo está Pancho Madrigal?
Está bien. Ya se murió todo el elenco. Casi todo. El elenco legítimo, el gracioso. Yo tengo como seis mil programas grabados y los oigo, les doy una retocada, les quito y les pongo algo y esos son los que pongo. Pero tienen mucho éxito.

Yo los escucho todavía, creo que el de hoy…
El de hoy era Don Seferino Tinoco, un viejo que se le quedó el ojo en el cacho de un…

Es verdad, era una bestia que nadie la podía lazar…
Y se puso el ojo. Un viejo mentiroso.

El de ayer era el de una señora que unos borrachos le dijeron que se había sacado la lotería, solo para que los invitara a comer y beber y no se había sacado nada porque no había comprado ningún vigésimo. ¿En realidad la gente del campo es ingenua?
Como no, sí hay. Hay gente ingenua. Y bandidazos hay.

¿Qué trata de rescatar en sus cuentos?
Hay cuentos que hablan de alcaldes pero yo les digo esto es pura coincidencia, tal vez ocurrió alguna robadera en la Alcaldía de León y pongo el nombre del Valle de Los Encuentros y les digo aquí es pura casualidad, aquí nadie ha hecho nada. Como uno del fraude el otro día…

Ese lo escuché, que el conservador le prestó la casa al liberal para que se hiciera una junta para que votaran y le puso un ropero que estaba destapado por atrás y por ahí le cambió los votos el conservador…
Se llamaba El Cambio Mágico. Es igualito a lo de ahora, nada más que ahora es distinto, pero en tiempos de Somoza todavía se hacía.

Fabio Gadea Mantilla, productor radial y excandidato presidencial. LA PRENSA/ WILMER LÓPEZ

¿Cuántos hijos y cuántos nietos?
Tengo cuatro hijos. Siete nietos y tres bisnietos. Estoy hablando de la primera esposa nada más. Con la segunda no pude tener lamentablemente. Soy viudo. Hace falta la mujer, pero sobre todo cuando ha sido buena y linda, atenta. Pero yo vivo con una hija de ella y con dos nietos…

Que no es hija de usted biológicamente…
No, pero yo la he criado desde que nació. Yo soy su padre político. Es hermana del jovencito que murió en la UAM del corazón. Tomó café, lo mandamos a la universidad y al ratito nos avisaron que le había dado un ataque y fuimos. Muerto. 21 años y con unas esperanzas y ganas de estudiar.

¿Cómo vivió ese momento?
Un golpe terrible.

¿Al final se dieron cuenta qué fue lo que le pasó?
Muerte súbita se llama eso. Algo en el corazón que uno no se da cuenta. Y como era joven, de 20 años, ¿qué va a estar haciéndose examen de corazón nadie de esa edad? Se supone que está bueno uno.

¿Y usted cómo ha llegado a tanta edad?
No he hecho nada, por la misericordia de Dios nada más. Por algo me tiene vivo.

¿Usted estudió alguna carrera?
Soy locutor y productor de radio. Me hice empíricamente. Estudié primero secundaria en León y en Managua. En el INO de León y en el Pedagógico de Managua. Después tuve que salir del Pedagógico y me puse a trabajar. Por cualquier circunstancia fui a dar a una radio, a La Voz de la América Central, en el año 1947 y, como a mí me gustaban las letras, seguí estudiando en el Instituto Nacional Central Ramírez Goyena, que era de noche, que se llamaba Miguel de Cervantes. En el día Goyena y en la noche Cervantes. Yo estudié de noche y en el día trabajaba de locutor. Y hacía otras cosas, vendía cosas en la calle.

¿Cómo mira a la juventud de hoy en día?
Debe haber alguna gente que trabaja y estudia, me imagino, y tiene aspiraciones y tiene dificultades económicas en su casa y tal vez tiene que mantener a su mamá. Hay mil casos. Seguramente hay muchachos que hacen lo mismo, que tienen buen corazón, no van a dejar botada a su familia. En lo general, uno advierte una juventud como irresponsable. Si vamos a ver como juventud lo que vemos en las manifestaciones del Gobierno, eso no tiene criterio, para mí esos mismos muchachos van a ser los que van a tomar el poder en el futuro de otra forma. Esos muchachos están ahí por interés, pagados. No es esa nuestra juventud. Este gobierno no se preocupa por la educación, quiere que haya gente mal educada y pobre. Entre más pobre la gente, más se le puede comprar.

¿No le mira nada bueno a este gobierno?
Cualquier cosa que se le mire de bueno, cae aplastada frente a la maldad que hay en este gobierno. Frente a la falta de justicia, a la inseguridad, a la ingratitud, a la falta de libertad, a la falta de respeto a los derechos humanos. Cosas buenas que haya hecho, tal vez algunos programas sociales que tal vez dieron buenos resultados.

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¿De la radio qué le gustó?
Yo nací en Ocotal, un pueblo que en ese tiempo era bastante lejano. Para estudiar me vine en un camión, no había puente sobre el río Coco. El camión se tardó más o menos como 14 horas en llegar a Managua, como quien va hoy a Taiwán, desde San Francisco. Allá tenía mi papá un radio Pilot, poca gente tenía un radio, y allí oíamos la radio Habana Cuba, era una señora estación. Yo tendría nueve años. Daban novelas y yo las escuchaba. Daban cuentos, yo los escuchaba. Y me imaginaba aquello tan lindo. Esa era la ilusión de la noche, la radio y el cine, porque había cine en el pueblo, películas de vaqueros. Doblemos la hoja a años después. Unos 10 años más tarde, estoy yo trabajando en la Radio Mundial, de locutor. Y hay radionovelas, las mismas que vienen de Cuba, y yo me vuelvo narrador de novelas. El Derecho de Nacer yo lo narré aquí en Managua, en el año 1954 digamos. Y una vez narramos un cuento de don Adolfo Calero Orozco, el papá de Adolfo, que se murió. Era muy buen cuentista. El cuento se llamaba Catín, criatura inolvidable. Lo hicimos en la radio, yo lo narré. Al terminar de narrarlo me quedé pensando yo: “Hombré, ¿y qué tal un cuento nicaragüense narrado por un campesino y con personajes campesinos?” Tuve la idea, entonces me senté en la máquina de escribir y empecé a hacer el primer libreto de Pancho Madrigal. Hice el cuento y escogí el personal: José Castillo, Rodolfo Arana Sándigo, tío Popo, ese era Pancho Madrigal, el primero; Elena Fonseca, que se fue después para Estados Unidos y Archivaldo Arosteguí, esos fueron los primeritos, del primer libreto.

¿La Corporación la hizo con lo que ganó con Pancho Madrigal?
No. La Corporación la hice con otros tipos de negocios que habíamos hecho con José Castillo, Carlos mi hermano. Éramos emprendedores y nos propusimos ser empresarios de radio y tener la mejor emisora del país.

¿Cuándo empieza a tener conciencia política?
Comenzamos en 1965. Hacíamos ciertos ataques al Gobierno, suaves, pero yo no editorializaba sino hasta en 1974, cuando era el último periodo de Somoza, después del kupia kumi. Yo veía que aquello iba mal.

¿Simpatizó con Fernando Agüero alguna vez?
Cuando estuvimos en la contra sí fuimos muy amigos. Era un buen hombre Agüero.

Quedó pulverizado sí con el kupia kumi.
Como todos los hombres, cometió algún error. Con ese pacto quedó lapidado.

Había un guardia que siempre le llegaba a cerrar la Corporación.
El coronel Luna. A veces llegaba él cuando era grave, cuando los sandinistas llegaban en la madrugada y dejaban alguna cinta. Ponían manos arriba al controlista, lo amarraban y dejaban una cinta en el aire y nadie podía tocarla. Entonces venía la Guardia para ver qué pasaba, quitaban la cinta y ya se la llevaban. Nos echaban la culpa a nosotros y no teníamos culpa. Eso nos dio más popularidad.

¿Nunca simpatizó con los sandinistas?
Pero si estaban aquí. William Ramírez era locutor nuestro. Tenía un noticiero, con el gordo Quezada, Sucesos. Y cuando a él lo multaban yo iba con él a acompañarlo, para defenderlo. Ni sabía yo que fuera sandinista.

¿Qué recuerda de Ramírez?
Era buen periodista. Pero frente a la lucha que andaba no le importaba nada, era irresponsable. Dejaba todo tirado porque él estaba entregado a esa lucha.

Ha resultado que algunos comandantes fueron periodistas, Bayardo Arce…
Bayardo siempre fue periodista y bueno. Lo conocí cuando era chavalón y que andaba precisamente de amigo de Orlando Montenegro, el presidente del Congreso de Somoza. Pero Bayardo era un chavalo, no se le puede estar culpando por eso. Un muchacho quiere abrirse campo, un muchacho pobre. Y se lo abrió pues. Y cuando entró a la clandestinidad entró de verdad. Y él es un hombre inteligente. Si vos lo oís hablar es un hombre que se defiende como gato panza arriba de cualquier tema, aunque lo enrede un poco pero él se defiende.

Hace poco avasalló a mi colega Leonor Álvarez…
Eso así es, cuando uno llega a ciertas alturas…

Cuando los sandinistas no habían llegado al poder, ¿qué pensaba de ellos?
No eran un grupo en el cual uno podría pensar, porque eran muy dispersos. Uno decía esto no va a ninguna parte. A Carlos Fonseca nunca lo veía uno, si acaso Tomás Borge que llegaba a venderme algún libro. Doña Rosario Murillo llegó algún día a la radio. Pero como grupo no me impresionaba. Además, yo he sido rotundamente democrático, la idea del comunismo a mí me repele.

¿A qué se debe ese rechazo al comunismo?
Desde que nací estoy recibiendo valores morales de mi casa, lo que mis padres y tíos hacían, que era cumplir su palabra sin necesidad de una firma. Es decir, responder por las cosas, no tocar los bienes ajenos, no desear la mujer del prójimo, no matar, no andar haciendo zanganadas, comportarse bien con la gente, pagar sus deudas, respetar a los mayores, respetar la Iglesia, respetar a los sacerdotes. Siempre fui a las iglesias, siempre fui a misa, siempre escuché cosas buenas, nunca escuché lo contrario. No tenía por qué tener ninguna simpatía por el lado contrario, por el lado comunista. Y cuando me tocó leer los principios elementales de filosofía, de Georges Politzer, que se lo compré precisamente a Tomás Borge, que es un buen libro, que hace comunista a cualquiera que esté mal preparado, yo lo leí y me pareció muy bueno, pero no por eso me iba a hacer comunista. A mí me sirvió para saber lo que era y he leído varios de gente que ha vivido el comunismo, como Milovan Dilas, que tiene un libro que se llama La nueva clase. Es impresionante. Dice que la guardia de los zares, a caballo, criminal, que tiraba niños para arriba para recibirlos con su yatagán (sable), eran angelitos del cielo a la par de la KGB rusa. Y él sabe por qué lo dice. No hay que tenerle miedo a leer. Y esa es la democracia, abrir la mente a todo. En cambio el comunismo es cerrar la mente, nada más al comunismo.

Fabio Gadea Mantilla es amante de la lectura y siempre se levanta muy temprano a leer los periódicos. LA PRENSA/ WILMER LÓPEZ

¿Qué posición tomó la radio Corporación recién el triunfo?
Ayudamos al triunfo, creyéndolo democrático. Nos comportamos como una radio a favor de la revolución. Pasó un mes, dos, estábamos en cadena. Sistema Sandinista de Radio y Televisión y nosotros sin trabajar. A los tres meses fuimos donde Bayardo Arce y le dijimos ¿qué es esto? ¿No podemos trabajar? Y al fin nos soltaron para que pudiéramos vender anuncitos en los mercados. Y después de eso, varias restricciones y varios censores, cuyos nombres no quiero decir porque son amigos míos.

¿Cómo recibió el triunfo de doña Violeta?
Con todas las encuestas terribles que habían, para mí fue una sorpresa en la madrugada cuando vi que Daniel Ortega estaba todo triste anunciando. Y le dije a mi mujer, nos vamos de vuelta. Yo estaba en el exilio.

La Corporación funcionó en los años ochenta sí.
Si le llamamos funcionar a medio estar en el aire, a no ganar nada, a tener anuncitos de pulperías, llamémosle funcionar.

¿Qué sintió cuando regresó a Nicaragua?
La nostalgia que yo sentía afuera era terrible. Yo estuve en Costa Rica y venía desde San José a la frontera solo para ver el monte, para tratar de oír el ruido, el murmullo de los lagos, para tratar de ver la cumbre de las montañas, personas de Nicaragua y darles alguna cosita que pedían, pasta de dientes, algo.

¿Qué fue lo primero que hizo?
Encontré un basurero en las calles. Esa calle de Altamira era un desastre, sin luz. Sin carro, me habían robado el carro. Qué me costaba entrar ahí sin luces. Un país realmente arruinado. Lo primero que hice fue ir a ver mi casa, en Las Colinas y encontré que estaba viviendo el primer secretario de la embajada rusa. Entré, toqué la puerta y le dije: “Yo soy el dueño de esta casa”. Me dice: “A mí me pusieron a vivir aquí, yo no sabía que usted era el amo”. “No —le digo— aquí no hay amo, yo soy el dueño y la vengo a reclamar”. Me fui a la embajada (rusa) a reclamar, salió el cónsul, espéreme me dice y sale con un papel en blanco en el que el Ministerio de Relaciones Exteriores de aquí, sin firma, ni sello, le daba a la embajada rusa a cambio de un solar en Moscú, el solar de mi casa. Estaba firmado entre el 1 y el 15 de abril. En la carrera de la entrega a doña Violeta firmaron eso. “Esto no sirve”, le dije. “Eso tenemos”, me dice. Comencé a pelear. Hice que me la devolvieran. Estaba arruinada la casa, le tuve que cambiar los baños, todo.

¿Lo amenazaron en ese tiempo o en los últimos años?
Nadie me ha amenazado. Y mucho me quieren a mí.

Me imagino que Daniel Ortega no…
Como no. Ni Daniel me hace daño. No me malquiere. A mí me encuentra un policía que hice una infracción de tránsito y me para. ¿Usted es don Fabio? Sí ¿El de Pancho Madrigal? Sí. Váyase.

¿Y por qué cree que Daniel no lo malquiere?
Cuando he hablado con él, algunas veces que lo encontré cuando no era presidente, en alguna fiesta de la embajada, me dijo: “Usted es un antisomocista puro. Cuando usted comenzó con La Corporación hacía unos debates entre comunistas y demócratas. Yo estaba ahí en el público, tenía 20 años, y siempre lo admiré a usted por esas cosas que hacía”. No me ha demostrado nunca animadversión.

¿Y doña Rosario?
Tampoco.

¿Ha conversado con ella?
En grupo sí, una vez que fuimos los diputados del Parlamento Centroamericano. Tuvimos que ir a verlos y platicamos un rato. Algo muy general.

Don Fabio, ¿Nicaragua tiene los mismos problemas de siempre, concentración de poder, desconfianza electoral o hay otros?
Son esos problemas. Problemas de no querer ser demócrata. A don Daniel no le gusta la democracia, él quiere ser comunista, hacer al país comunista. Peor no puede ser. Un buen presidente, cuando le están haciendo una injusticia a un ciudadano, corre, ¿qué pasa con ese poder judicial?

Usted fue candidato presidencial, ¿sintió que le podía ganar a Ortega?
Yo sentí que podía ganar con una montaña de votos, bien supervigilada por la OEA y la Unión Europea. Y yo saqué la montaña de votos para ganar, estoy seguro.

¿Probablemente estoy hablando con el que hubiera sido el presidente de Nicaragua?
¡Está hablando con el presidente constitucional de Nicaragua! Que hubiera sido de 2011 al 16, porque yo hubiera entregado el poder. Con las manos limpias y sin corrupción.

No dudo que usted sacó esa montaña de votos, pero ¿qué cree usted que hubiera hecho por este país?
Primero hubiera implantado la honestidad. Hubiera escogido un gabinete perfectamente honesto y que no agarrara los cargos públicos como lotería.

¿Nombres?
No me gustan los nombres, tendría que mencionar otros que no voy a mencionar. Hubiera hecho un plan de rebajas de sueldos con los cuales pudieran vivir bien, los funcionarios, sin necesidad de que hicieran chanchullos, coimas y ese tipo de cosas. No hubiera permitido tanta camionetona, les hubiera exigido carros pequeños. Hubiera procurado que hubiera menos diputados. Hubiera procurado que la Corte Suprema fuera de cinco. En Estados Unidos hay nueve para la cantidad de habitantes.

De la actual Corte Suprema, ¿a quién dejaría?
A ninguno. ¿Quiénes son?, dígame.

Alba Luz Ramos, Francisco Rosales, Armando Juárez, Manuel Martínez…
Hay que cambiar todo eso.

¿Y en el poder electoral?
Hmmmm. No solo a ellos sino que a los segundos. De todo el país. Eso hay que recomponerlo. Hay que poner una oficina de cedulación aparte.

¿Roberto Rivas tiene la culpa de todo?
Él no hace más que obedecer lo que le dicen.

¿Alguna vez fue amigo de él?
Muy amigo no, pero lo traté. Me juramentó tres veces que fui diputado del Parlacen. Era un hombre aceptable. Pero se le descubrieron un poco de cosas y se sabe que está ahí, leal y fiel, porque le perdonaron unas cosas.

Fabio Gadea Mantilla en su oficina, en la radio Corporación. LA PRENSA/ WILMER LÓPEZ

Plano personal

Fabio Gadea Mantilla nació en la ciudad de Ocotal, departamento de Nueva Segovia. En esta ciudad completó sus estudios primarios y en León y Managua los secundarios.

Inició su labor radial en 1948, laborando en diferentes radios. En 1959 inició un programa radial, Pancho Madrigal, que sigue estando en el aire. Fundador de Radio Corporación, en 1965. La Corporación fue atacada por los gobiernos somocista y sandinista, que la cerró, y siguió bajo asedio en los años noventa.

Todos los días se levanta a las 5:00 de la mañana y no sale de su casa sin leer el periódico. Le gusta mucho pintar paisajes. Las habitaciones de su casa están llenas de pinturas hechas por él y otros artistas.

Es muy fanático de los gallos. También tiene esculturas y pinturas de gallos por toda su casa.

Suele ponerle apodos a la gente y asegura que una vez desayunó mono.

Su pasión es leer. Le gustan las novelas de realismo mágico y los grandes clásicos de la literatura.

Fue parte del Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN) que fundó Alfonso Robelo, exmiembro de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y también fue presidente de la Resistencia Nacional. Desde 1996 fue diputado ante el Parlamento Centroamericano (Parlacen) durante tres periodos.

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