No existe lanzador invulnerable. Clayton Kershaw, el “as” de los Dodgers, que va en medio de otra temporada estelar, a pesar de sus dolores en la espalda, ha recibido 18 jonrones este año y ha sido derrotado en par de ocasiones.
Aroldis Chapman, el tirador más rápido en la historia del beisbol (105 mph), le hizo un envío a 102.8 millas al novato Rafael Devers de Boston y este se la devolvió a 423 pies, arrebatándole una ventaja 2-1 a los Yanquis el domingo, forzando un extra ininng, para derrotarlos después 3-2.
Así que nadie está exento de recibir palo. Nadie se ha ido invicto. Sin embargo, hay un tipo de lanzador, cuyos recursos, carácter y habilidades, le permiten crecer bajo la presión que ahoga a los demás. Y de esos hay en las Ligas Mayores y también aquí, en nuestro modesto beisbol.
En los últimos cuarenta años, aquí vimos desfilar a tiradores del calibre de Antonio Chévez, Sergio Lacayo, Porfirio Altamirano, Julio Moya, Epifanio Pérez y Oswaldo Mairena, entre otros, que establecían diferencia. Desequilibraban. Eran capaces de cargar a sus equipo sobre sus hombros.
A ese grupo pertenece Wilton López, el mejor lanzador nacido en León, que esta noche va al box, a tratar de darle el puntillazo al Bóer, que está atrás 1-2 en la serie. A sus 34 años, López es capaz de envíos de hasta 92 millas, con un slider filoso y valentía a prueba de balas.
López ya está probado en duelos clave. En 2003 tuvo balance de 3-0 y 2.18 en las semifinales y cerró con 2-0 y 0.51 en la Serie Final, ganada por el León a Granada, en su último título. Y en 2005 colaboró en la coronación del Bóer ante Matagalpa, ganando el séptimo juego 5-4 en Managua.
Luego Wilton reanudó su carrera como lanzador profesional con los Padres y posteriormente con los Astros, con quienes se graduó como big leaguer. Y quizá lo esencial, es que superó dificultades en su brazo, mientras recupera su fortaleza y amplía su sabiduría.
Claro, nadie es invulnerable, pero cuando tenés un lanzador tipo Wilton López, sos favorito, aunque es lógico pensar que el Bóer tenga otra cosa en mente en estos instantes. No obstante, ir a León y medirse a López, es como ir a la boca del lobo. ¿Saldrá viva la tribu? Es difícil.