Los jóvenes en la adolescencia tienen cambios en su vida, los cuales pueden ser positivos o negativos, a unos les afecta más que a otros. Pueden sentirse felices o extraños y disconformes, tener complejos, inseguridades y vergüenzas o padecer de estrés, depresión y ansiedad.
Muchos son los factores que influyen para que se les baje la autoestima a los adolescentes, ya que ese cambio hormonal les afecta bastante; va desde el peso, altura, el tamaño de los pechos, la celulitis, la regla y otras angustias que se han transformado en complejos que impiden llevar una vida tranquila.
La autoestima es el valor personal y el respeto que se siente por uno mismo. Si tienes una buena autoestima te tratas con respeto, atiendes tus necesidades y defiendes tus derechos. Lo cual implica reconocer y admitir todo de vos, las deseables y las indeseables, las positivas y las negativas, los puntos fuertes y los débiles, y aceptas todo eso como un bloque que te hace un ser humano normal y valioso.
Todo lo contrario si tienes baja autoestima, te humillas, pones las necesidades de los demás antes de las tuyas o piensas que no tienes nada que ofrecer. Influye lo que opinan los demás, por ejemplo la excesiva crítica de los padres, quienes te comparan con otros niños, o la costumbre de dar etiquetas a los hijos o se olvidan de premiar las buenas acciones y solo se acuerdan de desaprobar las malas.
Y es que, llegados a la adolescencia, la autoestima se muestra como un valor básico, ya que es en esta etapa cuando se desarrolla la identidad. Se empieza a pensar en lo que son, en lo que piensan los demás y en las posibilidades y camino en la vida.
Si se consigue forjar una autoestima elevada durante la adolescencia, es posible que los pasos que dé esa persona en su vida sean más firmes y seguros, con mayores probabilidades de éxito. Esto le ayudará al adolescente a confiar más en sus virtudes y posibilidades.
Los padres son los primeros que influyen en sus hijos, son el primer contacto, por ende deben de estar pendientes de ellos y celebrar todos sus logros y éxitos para que sus hijos se sientan seguros y satisfechos con sus vidas.
Todos deben contribuir para que las personas desarrollen y eleven la autoestima, pero especialmente en los hijos desde pequeños se debe hablar con respeto, dejándoles expresar su opinión, y teniendo paciencia y comprensión cuando se equivoquen, sin caer en el insulto, la descalificación o gritarles delante de otras personas. Aunque, sobreprotegerles también puede ser contraproducente en este sentido. Así como tener demasiadas expectativas en ellos o demasiado pocas, se debe hacer un equilibrio.
Una alta autoestima es indispensable para vivir una vida que valga la pena. Facilita crecimiento, se puede tener acceso a la energía interior y permite ser feliz y libre.
La autora es periodista y catedrática universitaria.