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Cartas al Director

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Qué difícil es querer participar en estas elecciones municipales. Primero, las personas que serían buenos candidatos no quieren participar. Unos porque el orteguismo los tiene amenazados y otros porque les han invadido sus propiedades para amedrentarlos.

Elecciones municipales sin entusiasmo
Qué difícil es querer participar en estas elecciones municipales donde tenemos la oportunidad de escoger 153 alcaldes seleccionados de los mejores ciudadanos de cada uno de los municipios. Primero, las personas que serían  buenos candidatos no quieren participar. Unos porque el orteguismo los tiene amenazados. Otros porque les han invadido sus propiedades o les están robando su empresa y no pueden quejarse ante ninguna autoridad,  porque en el país no hay ley ni justicia para el que no es alineado con el dictador y su señora. Otros porque la farsa electoral del año pasado en la que  se designó al dictador Ortega como presidente, los dejó asustados y algunos valientes aseguran que de nada sirve ganar una alcaldía si al mes siguiente la dictadura,  con la mayoría de concejales que se asignó gracias a los colaboradores zancudos,  ordena que quiten al alcalde electo.

Benazir Butto decía: “Es peligroso enfrentarse a las dictaduras, pero es más peligroso no hacerlo”. Soy un convencido de  que debemos participar, pero apoyando a la verdadera oposición y no a los grupos que ha creado la dictadura para que hagan el papel de opositores, no buscando la unidad con los zancudos que es lo que más promueve la dictadura tratando de mezclar la luz con las tinieblas. Los zancudos ya tienen segura sus concejalías  por su colaboración con la tiranía y la población los tiene identificados. No estoy de acuerdo con los que a diario en los programas de radio llaman a no votar,  porque dicen que esta dictadura solo cae por las balas. La mayoría son orteguistas,  este juego de los armados les ha dado buenos resultados para asesinar productores de pensamiento libre y democrático en el fondo de las montañas nicaragüenses.

La misión no es solo votar  contra  la dictadura, también es anotar todos y cada uno de los abusos del  odioso Consejo Supremo  Electoral y del resto de autoridades sumisas y obedientes al dictador,  que después de Nicolás Maduro que tiene que caer pronto él sigue en el orden, gracias a Dios.
Leopoldo Villalta López.

 

El carro también tiene la culpa
Recuerdo siempre las palabras de mi papá quien me decía (viendo con cariño su vieja camioneta): “Este sí es un carro de verdad, no los plásticos que fabrican ahora”. Si esta expresión llega a oídos de un experto automotriz seguramente se reirá,  puesto que lo primero que asegurará es que esa vieja camioneta aunque sea de carrocería más dura que un vehículo de producción actual, no tiene ni una sola bolsa de aire, ni mucho menos frenos ABS y eso es más que suficiente para que te mates en un accidente en esa vieja chatarra.

Así es, no hay duda que el experto tendría toda la boca llena de razón, sin embargo, otra certeza es que aunque tengamos un vehículo nuevo, si este no cuenta con  esas dos fuentes de seguridad básicas (ABS y bolsas de aire) las probabilidades de morir en un accidente se multiplicarían. En internet hay miles de documentos e incluso videos que prueban cuán fácil y dramático es perder la vida en un carro que no equipe ni una sola bolsa de aire y ya ni se diga frenos ABS.  Muchos en este momento se estarán preguntando: “¿Pero y eso qué con Nicaragua?”, sencillo, en nuestro país la mayoría de los vehículos en que nos transportamos pertenecen a los que acabo de mencionar: “La camioneta vieja y dura y el carro nuevo que no cuenta sin ninguna bolsa de aire, y eso debería de preocuparnos”.

En Nicaragua hasta este día no existe ninguna ley que exija a las casas comerciales importadoras y distribuidoras de las diferentes marcas de vehículos en el país, que los mismos cuenten con al menos dos bolsas de aire y frenos ABS. Sin embargo, tanto los diputados como la Policía Nacional se están encargando de seguir subiendo exageradamente el valor de las diferentes multas por  las infracciones de tránsito. No estoy tratando de decir que pagar una multa por conducir a exceso de velocidad o en estado de ebriedad sea algo malo e incorrecto, por supuesto que no, de lo  que se trata es que el Gobierno  y las  instituciones estatales deben ser congruentes y éticas para atacar a todos los flancos el mal que está causando que el número de fallecidos por accidentes de tránsito se siga engrosando cada vez más. En países como México, Argentina y Colombia existen normas y leyes que exigen a las distribuidoras automotrices  que los vehículos que  vendan cuenten con al menos dos bolsas de aire frontales y frenos ABS, esto con el fin que el número de víctimas en accidentes potencialmente mortales se reduzcan exponencialmente y en países europeos en donde dichas exigencias ya tienen varios años de implementación se puede comprobar esto con amplio margen.

No es difícil comprobar que la mayor parte de la oferta de automotores  no ofrece ninguno de estos sistemas de seguridad, basta con llamar o solicitar una ficha técnica de un carro para verificar que solo (y a veces) las versiones más caras cuentan con lo mínimo de seguridad y eso es preocupante. Tanto el Gobierno como las empresas encargadas  deben buscarle pronta solución a esta problemática,  ya que no solo el que choca tiene la culpa si no los propios medios de transporte. Sé que con las motos es una historia aparte, pero a lo que a carros se refiere esta es una solución más que lógica y sana.
Tadeo Antonio Sequeira Castillo.

 

¿Qué aprendí del matrimonio?
Ocho años, que no son pocos, bastaron para construir y destruir un matrimonio, una amistad, una familia, un hogar, miles de promesas y ya no se diga de cuántos sueños quedaron en la lista de pendientes.

¿Y ahora qué? Me doy cuenta que mi vida pasó de ser dos a ser uno, realmente de haber sido uno a aceptar serlo. Hablando esto, en el sentido que si la separación llegó no fue por casualidad, sino por voluntad. Es decir, nos separamos,  los matrimonios se separan porque las personas quieren hacerlo. Razones existen tantas para la separación, como motivos para seguir juntos.

Como católico que soy me fui a confesar y el sacerdote me dijo: perdone. Y no pude. Luego perdoné y pedí perdón y ya no me perdonaron. Así somos los humanos, primero yo y luego tú y cuando queremos darle la vuelta al asunto, entonces ya no eres tú, sino que soy yo.
¿Qué aprendí en ocho años de matrimonio? Sin duda alguna, aprendí que vivir en compañía es la cosa más difícil cuando se antepone el orgullo al amor, aprendí que la soledad no es para el ser humano, que la familia debe ser la base de la felicidad, que las discusiones, por muy importantes que parezcan, hay un momento que dejan de serlo. Aprendí que hay una línea delgada entre el enojo y el irrespeto, y cuando se cruza esa frontera hay palabras que no se olvidan. Aprendí que un te quiero no te hace más débil;  que garantizarle el amor a tu pareja, a pesar de cualquier problema, te hace más grande.

Aprendí que los fracasos no existen mientras se aprenda de ellos y se encamine. Aprendí a querer y a enojarme, y luego a pedir perdón. Aprendí que las amistades de fines de semana duran hasta que empiezan los lunes y que el matrimonio se acaba si uno escoge los fines de semana. Aprendí que el tiempo no regresa y que las fracturas,  si no se reparan a tiempo, se hacen tan grandes que terminan por quebrar el cristal. Aprendí que somos producto de nuestras propias decisiones y la culpa de nuestro destino es nuestra. Ni de ella, ni de él, ni de ellos, ni de nadie. Aprendí que cuando solo uno gana pierden los dos.

Y ahora que tú  estás allá y yo aquí, separados, es momento de sonreír con la certeza que no fracasamos, sino que maduramos para convertirnos en mejores personas. Y por eso te doy las gracias. Espero y deseo que encontrés la felicidad duradera y permanente, y que tu futuro sea cosecha de nuestro pasado, reconociendo que hace ocho años iniciamos el camino a aprender y desaprender lo aprendido para empezar de nuevo.
Esteban Trueba.

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