Se dice a menudo que las elecciones son la fiesta de la democracia. Sin duda que así es, pero solo cuando las elecciones son libres, justas, pluralistas, competitivas y transparentes.
Esto es necesario dejarlo claro porque prácticamente en todos los países del mundo se realizan elecciones. Pero no todas, ni siquiera la mayoría, tienen las cualidades antes mencionadas que hacen de ellas una fiesta de la democracia.
Según Naciones Unidas, menos de la mitad de los Estados representados en ese organismo mundial intergubernamental, tienen un sistema democrático que garantice el respeto de los derechos humanos, la independencia de la justicia y la libertad de expresión y de prensa. Por lo menos en 140 Estados se realizan elecciones “pluralistas”, o sea con la participación de más de un partido político, pero por las limitaciones a las libertades civiles y los derechos políticos de los ciudadanos esos comicios no son libres, justos ni transparentes. Y por lo tanto no se puede decir que sean fiestas de la democracia.
En la República Popular China, por ejemplo, además del Partido Comunista existen otros 8 partidos que participan en las elecciones y algunos de sus miembros desempeñan cargos en el Estado. Pero están sometidos a los comunistas que son los únicos que tienen derecho constitucional y posibilidad real de ejercer el poder. Ningún partido, salvo el comunista, puede gobernar en ese país.
Lo mismo ocurre en otros países, como también es el caso de Vietnam, donde aparte del Partido Comunista existen otros tres partidos que participan en las elecciones, pero en las mismas condiciones políticas que las de China.
El régimen de partido único descarado en realidad es raro, como en Cuba, donde solo puede existir el Partido Comunista y en la Constitución se dice el despropósito de que el comunismo existirá para siempre. De hecho en Cuba existen otros partidos, pero son ilegales y sus miembros son reprimidos, carecen de derechos políticos, ni siquiera tienen reconocimiento de ciudadanos a menos que renuncien a sus convicciones democráticas y se sometan a la dictadura del Partido Comunista. En los últimos años ha habido en ese país ciudadanos, que son auténticos héroes cívicos, quienes han tratado de inscribirse como candidatos en las elecciones de primer nivel, pero el régimen no se los ha permitido ni siquiera para aparentar una mínima e inofensiva apertura.
En resumen, para ser auténticas y consideradas como fiesta de la democracia las elecciones tienen que cumplir por lo menos dos condiciones fundamentales. Una es que en ellas se represente la voluntad de la mayoría de los ciudadanos para la formación del gobierno y la integración de los órganos de representación. La otra es que independientemente de sus resultados y del reconocimiento de la mayoría, se respeten las opiniones de las minorías, las cuales deben estar representadas en los organismos correspondientes de acuerdo con el voto de los ciudadanos, no por la caprichosa voluntad del partido mayoritario.
Este es el fundamento legal, político y moral del sistema democrático, que incondicionalmente se debe sustentar en elecciones libres, justas, limpias y competitivas .
Si las elecciones no cumplen esas condiciones no pueden ser fiestas de la democracia, son farsas de la dictadura.