En la aldea taiwanesa de Matai’an, unas jovencitas clavan los ojos en hombres que bailan con faldas bordadas y plumas en la cabeza. Es la “Noche de los enamorados”, un ritual de citas ancestrales.
Pone el broche de oro al festival anual del monzón de la tribu Amis, la más importante de los 16 grupos aborígenes reconocidos oficialmente por las autoridades taiwanesas.
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Matai’an es un pueblo de casas pequeñas y calles sinuosas situado en un valle entre dos macizos montañosos.
El festival del monzón se celebra entre junio y agosto, durante unos días.
Cada aldea decide cuándo y en Matai’an termina con una cita en la que las solteras eligen a un hombre que les guste.
Es una costumbre de hace siglos en un matriarcado en el que las mujeres son las que toman las decisiones importantes, incluidas las financieras, y los hombres viven en la familia de su esposa.
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El ritmo de la danza y de los cánticos masculinos se acelera. Las mujeres se acercan al hombre de su elección y disparan a un saco multicolor que él lleva colgado al hombro.
Para seducirlas, los hombres presumen de músculos; los más afortunados cuentan con fila de espera.
Ritual de flirteo es para hacer amigos
Si el hombre acepta le da el saco, llamado “alufo”, a la joven y así empieza el flirteo. En el pasado este ritual solía desembocar en un matrimonio pero hoy en día sirve más bien para ayudarles a conocerse. También permite a los Amis que trabajan en la ciudad volver a la aldea y crear un vínculo social.
“La Noche de los enamorados es para hacer amigos”, afirma Chen Ying-hsuan, de 22 años, con un atuendo tradicional rojo adornado con perlas verdes y el “alufo” que se ha ganado. Vive en la ciudad de Hualien, a una hora por carretera.
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A la pregunta de si espera encontrar novio, responde riendo: “También es una posibilidad”.
En Matai’an viven unas 500 personas, en su mayoría ancianos y niños, pero con motivo del festival llegan centenares de “emigrantes”.
Tradición revive llama del amor
“Nos gusta la idea de que la gente vuelva y de que todos se junten. Para nosotros es lo más importante”, asegura Liao Ching-tung, de 28 años y residente en la capital, Taipéi.
La cultura de los aborígenes de Taiwán se ha visto amenazada desde la llegada de inmigrantes chinos hace 400 años.
En Matai’n las tradiciones están muy ancladas. Lamen Panay, de 41 años, no está soltera pero para ella el festival es importante. Tiene una colección de “alufos”.
Hace tiempo que vive con su novio, con quien regresó a la aldea para la “Noche de los enamorados”. “Los dos trabajamos mucho” —explica ella— y “es necesario reavivar la llama”.