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Revolución

Un tema para la política de consenso

En democracia, debería formar parte de la agenda del parlamento y del debate político. Como desde el punto de vista del gobierno la democracia ha sido sustituida por la “política de alianzas y consenso”, de la que Ortega y sus voceros hacen ostentación, el tema tan detalladamente reportado por LA PRENSA debería formar parte de la agenda de esa “política de alianza y consensos”

En LA PRENSA de esta semana se han publicado varios reportajes señalando con detalles cómo las increíblemente altas tarifas de la electricidad, de lejos las mayores de Centroamérica, afectan negativamente a la competitividad de empresas grandes, medianas, pequeñas y pequeñísimas, tanto del sector industrial como del agropecuario, y dígase también del comercial y los servicios, incluyendo el turismo. Y desde luego, la generación de empleos e ingresos para la población.

En la misma semana, y también en LA PRENSA, se ha publicado cómo hay una relativa desaceleración en las importaciones tanto de bienes de capital como de consumo. Son dos caras de la misma moneda. Si tuviésemos menores tarifas de electricidad y las empresas fuesen más competitivas tendríamos mayores niveles de inversión y por tanto más importación de bienes de capital, mientras a la vez los consumidores, ahogados por las altas facturas de la energía eléctrica, tendrían más disponibilidad de recursos para consumir en otros rubros.

Bajo el secretismo informativo del Gobierno, que nunca ha explicado de manera transparente y suficiente las razones para tan altas tarifas, todo conduce a que estamos, con daño para toda la economía y toda la población, ante un caso gigantesco de confusión de intereses entre la cúpula del gobierno, que maneja las decisiones gubernamentales, y sus intereses privados en la importación de petróleo, generación y distribución de energía.

Hace algunos años, cuando el monopolio de la distribución lo tenía Unión Fenosa, se explicaba que las altas tarifas dependían de tres factores interrelacionados: que la matriz energética era inmensamente dependiente del petróleo; que los precios del fósil estaban arriba de los 100 dólares por barril; y qué debido a la obsolescencia de las líneas de transmisión, en la distribución se perdía más del doble de la energía que el promedio de otros países.

Han pasado varios años. Ya no está Unión Fenosa, y la propietaria de Dissur y Disnorte es una misteriosa empresa íntimamente vinculada a los intereses de la cúpula gobernante. Y ojo, cuando apareció esa misteriosa empresa a los nicaragüenses nos dijeron que la tarifa se mantendría para que la empresa del misterio pudiera tener ingresos para invertir en las líneas de trasmisión, y así reducir las pérdidas de energía.

Pues bien, ha cambiado la matriz energética, y ahora el 50 por ciento o más se genera con otras fuentes que no es el petróleo; el precio del mismo está a la mitad o menos, y el Gobierno ha contratado un préstamos de varias decenas de millones de dólares para invertir en la renovación de las líneas de transmisión (lo que se supone haría la misteriosa empresa)… ¡y la tarifa sigue igual!

Obviamente estamos ante un caso de interés nacional. En democracia, debería formar parte de la agenda del parlamento y del debate político. Como desde el punto de vista del gobierno la democracia ha sido sustituida por la “política de alianzas y consenso”, de la que Ortega y sus voceros hacen ostentación, el tema tan detalladamente reportado por LA PRENSA debería formar parte de la agenda de esa “política de alianza y consensos”. Eso, al menos, y así los deberían reclamar lo diferentes gremios que representan intereses empresariales en los diferentes sectores de la economía.

El autor es economista y fue candidato a la vicepresidencia de Nicaragua.

Columna del día consenso política tema archivo

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