Nada sucede de repente y menos en el beisbol, donde el desarrollo de un talento requiere de tiempo, recursos y conocimientos. Sin embargo, el crecimiento registrado por el Frente Sur-Rivas no fue calculado por nadie. Ha superado cualquier expectativa optimista.
Hablo de la inspiración que muestra ese equipo, de la energía adicional que imprime a sus ejecuciones y de la confianza que transmite mientras avanza hacia un terreno que le ha sido ajeno por 17 años y anhela un éxito que no ha saboreado en 35 años.
Ninguno de sus jugadores había nacido cuando Rivas se coronó por última vez en 1982. Y la mayoría eran niños cuando se midió al Norte en la Final del 2000. Así que todos viven experiencias nuevas y parecen determinados para ir por la cima.
Sin embargo, el Frente Sur es un equipo un poco extraño. Su bateo (.276) fue el número 12 en una liga de 18 equipos, varios de los cuales son de expansión y no logran crecer aún. Su defensa es también 12 (111 errores) en la liga, pero su picheo ha sido el número uno (3.24).
Quizá se podría concluir entonces, que se trata de un equipo cuyo fundamente es el picheo, que pone la bola en juego (solo bateó 31 HR) y corre muy bien las bases (53 robos), lo cual significa que son agresivos y con buenos instintos en las colchonetas.
No obstante, hay componentes de este equipo que no están registrados en las estadísticas y que son decisivos como las agallas, combatividad y coraje, que han sido puestos de manifiesto a través de esta temporada y su historia.
Ahora que regresa a una Final por primera vez en 17 años, el Rivas va a necesitar de todos sus elementos para atrapar la corona y probar la validez de un proyecto que se sacudió indisciplinas y apostó por juventud y trabajo.
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