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Carlos Alberto Rosales Purizaca

¿Y la libertad de expresión en Venezuela?

Hace poco llegó a las salas de redacción una noticia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) de Venezuela que, ante la reciente salida arbitraria del aire de dos conocidas emisoras de radio, denunció que en lo que va del año, 49 medios de comunicación han sido cerrados por el gobierno venezolano.

Según Marco Ruiz, secretario del SNTP, Nicolás Maduro promueve una política de acorralamiento y asfixia de espacios que permitan el ejercicio libre de la expresión, de la crítica y la disidencia.

Hasta hace unos años, cuando creíamos que América Latina se había librado de regímenes dictatoriales y nefastos, que tanto daño le han hecho durante su historia, Venezuela nos muestra que en pleno siglo XXI hay mucho tramo por recorrer en la defensa de uno de los principales derechos humanos: la libertad de expresión.

La actitud con la que Nicolás Maduro intenta callar a sus opositores es retrógrada y contraproducente. Lejos de solucionar la profunda crisis política, social y económica en la que se sume su país, usa el poder para intimidar a los periodistas con ataques permanentes a la prensa escrita, radial, televisiva y digital.

Hace poco, el periodista argentino Jorge Lanata, conductor del programa Periodismo para todos fue deportado a su país de origen, al intentar cubrir la elección de la última Constituyente.

Por si fuera poco, periodistas de la agencia Reuters fueron expulsados de una rueda de prensa que ofrecía el presidente venezolano y agredidos mientras realizaban una transmisión en vivo.

La violación del derecho a la libertad de expresión es una censura que no se puede ni debe permitir en ninguna parte del planeta. No es posible que la autocensura ronde en las redacciones de los medios venezolanos y los periodistas eviten referirse a temas políticos que le son incómodos al poder de turno.

Penosa resulta también la actitud de algunos países que hasta ahora prefieren guardar silencio respecto a las medidas autoritarias de Maduro, sabiendo que hace poco varios diplomáticos, representantes de varias naciones, adhirieron sus firmas en rechazo de la Asamblea Constituyente.

¿Quién responde por las decenas de muertos registrados desde hace meses en las protestas? ¿Quién asume la responsabilidad del cierre de tantas emisoras, diarios y medios televisivos en Venezuela?

La censura debe ser rechazada de manera unánime, venga de donde venga. Quienes detentan el poder jamás lograrán intimidar o amedrentar a quienes ejercemos el periodismo desde cualquier lugar.

Nuestra solidaridad con los periodistas venezolanos que, pese a las difíciles circunstancias que están viviendo, se las ingenian para informar al mundo de lo que ocurre en su país.

Generosidad también con nuestros hermanos venezolanos, en especial con aquellos ciudadanos, que en vista de la difícil situación que están viviendo, han decidido migrar a países vecinos como Ecuador, Perú y Colombia.

Desde el extranjero podemos generar corrientes de opinión y reflexión, pero son los ciudadanos venezolanos los únicos capaces de cambiar el rumbo de su país. Tarde o temprano, el régimen autoritario de Maduro, que ha causado una gran fractura social en Venezuela, acabará.

El autor es periodista.

Opinión libertad de expresión Venezuela archivo
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