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Jesús, vida
Óscar Chavarría

Enfocando la vida

Ante las realidades y situaciones de nuestro diario acontecer, podemos tener dos formas distintas de enfocar la vida: una sin muchas complicaciones: llevar una vida tranquila, sin arriesgar mucho.

Vivir al estilo del rico del evangelio que se decía a sí mismo: “Alma mía, descansa, come, bebe, pásalo bien…” (Lc. 12, 19). Gozar de todo sin privaciones algunas: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. (I Cor. 15, 22).  Sin complicarse mucho la vida y cuantas menos preocupaciones mejor.

Este es el estilo de vida que proclama Pedro, cuando, prácticamente, le dice a Jesús: “Mira, Señor, quítate eso de la cabeza… Nada de pensar en cruces… Tú a vivir” (Mt. 16, 22).

El otro estilo de vida, es el que vive Jesús. Consiste en afrontar la vida con toda responsabilidad, sin eludir riesgos, ni cruces, ni contradicciones posibles. Jesús es consciente de que la vida se pierde, cuando ilusoriamente decimos: “Vamos a gozar de la vida”.

Jesús es consciente de que la vida se gana, cuando se vive con responsabilidad y aceptamos sus consecuencias, sean las que sean.

Vivir la vida es una meta y a la meta solo es posible llegar con esfuerzo, con sudor y hasta con agotamiento y cruz. Nadie puede llegar a la meta tumbado en un sofá. Hay que tener muy presente que vivir es luchar.

Jesús tiene una meta en su vida y su deseo es que se lleve a cabo: cumplir con la voluntad de su Padre que es construir el Reino… Jesús es consciente que solo se puede conseguir esa meta a base de lealtad y fidelidad, aunque eso le suponga la cruz.

Las contradicciones nunca son obstáculo para que Jesús siga adelante: “Padre, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga lo que yo quiero sino lo que tú” (Mc. 14, 36).

Hoy estamos educando para el facilismo y el hedonismo, no nos damos cuenta que el facilismo es una senda que conduce siempre a la pobreza, al conflicto y a la frustración.

Nada queremos de cuanto huela a cruz, trabajo, sacrificio. Fácilmente huimos de nuestras responsabilidades y de cualquier esfuerzo.  Buscamos mesías que nos lo den todo y nos lo arreglen todo. Sin embargo, los paternalismos y mesianismos lo que hacen es atrofiar la vida y convertirnos en unos pobres inútiles.

Como dice Jesús: “La puerta ancha y el camino amplio conducen a la perdición…; pero angosta es la puerta y estrecho el camino que conducen a la salvación” (Mt. 7, 13-14). El libro del Eclesiástico dice: “No te fíes de los caminos fáciles” (Eclo. 32, 21).

Jesús nos habla bien claro. No está de acuerdo con la forma de reaccionar Pedro, cuando Jesús les habla sobre su muerte: “¡De ningún modo te sucederá eso!” (Mt. 16, 22). Jesús tiene que decirle unas palabras muy duras: “¡Quítate de mi vista, Satanás!” (Mt. 16, 23).

Pedro pensaba como todos nosotros (Mt. 16, 23). No le importaba sino una vida cómoda y sin problemas. Pedro estaba siendo un “escándalo” para Jesús (Mt. 16, 23): pretendía llevarlo por los caminos de los hombres y no por los caminos de Dios (Mt. 16, 23).

Para Jesús el gran valor de la vida es la fidelidad al Padre y a los hombres, aunque esto conlleve cruces y lágrimas. Por eso, termina Jesús diciendo a sus discípulos que el que quiera seguirle y sea fiel como él, no tendrá más remedio que experimentar algunas o muchas veces el sinsabor de la cruz (Mt. 16, 24). “Vivir es tomar decisiones y asumir las consecuencias”.0

El autor es sacerdote.

Opinión Jesús archivo
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