Aunque reconozco que tienen todo el derecho de tener sus opciones políticas, creo que ningún atleta ni celebridad puede expresar su adhesión a una dictadura, ni permitirle ser manipulado, porque a lo inmediato el sector opositor a esa dictadura, relaciona a ese atleta o celebridad con esa dictadura, y con ello, gana su repudio y antipatía.
Tal ha sido el estado de la carrera boxística del púgil Román González; otros casos han sido —parcialmente— la trayectoria del bien recordado Alexis Argüello o del controversial Ricardo Mayorga. El ex bigleaguer Denis Martínez, héroe nacional, nunca ha sido relacionado con ninguna dictadura. Su nombre es incólume. Si Bartolo Colón, de 44 años, no supera este año los 245 triunfos desde el box y si no juega la próxima temporada, Denis continuará siendo el pícher latino con más triunfos en las Grandes Ligas. Una honra para él y para Nicaragua.
Alexis Argüello participó en la primera campaña presidencial del general Somoza Debayle; desterrado muchos años, proscrito su nombre y confiscado injustamente, a su regreso la telaraña de la política lo capturó, se dejó manipular, fue candidato por quienes le hicieron daño, ganó la Alcaldía de Managua, hasta su triste desenlace. El caso de Mayorga es nefasto.
González subía a los rings ataviado con símbolos relacionados con la dictadura. Ello resentía a quienes por atavismo sentían simpatía por sus éxitos, pero rechazo hacia sus preferencias políticas; él no se cuidó de evitarlo, y sus razones tendría. Normalmente las dictaduras se valen de personajes famosos para acrecentar sus gobiernos, y no solamente de personajes famosos.
También las dictaduras suelen apoderarse de los valores populares y hasta de sus organizaciones. Payasos, atletas, artistas plásticos, teatristas poetas, autores y de más caen en sus redes.
En los ochenta aquí crearon una Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura, de triste recordación y pronto la cultura nacional estaba politizada y polarizada. Ahora existe un Instituto de Cultura, que no se sabe lo que hace.
Román González es un típico caso de estos. Normalmente estos personajes populares que alcanzan la fama y la gloria a base de esfuerzo, sacrificios y dolores, proceden de estratos sociales y económicos colmados de limitaciones, incluso en la escolaridad, lo que les da una visión limitada del porvenir. Por ello, cuando tienen en sus manos el triunfo no conocen los secretos del mundo de los negocios para preservar sus recursos. Asimismo, quizá para algunos es inevitable recurrir en busca de apoyo y de ayuda a personajes relacionados con las dictaduras. Le sucedió a Alexis. Estos favores después tienen su demanda de retribución.
Hace años la Policía Nacional capturó a un hermano de González, este ya en la fama, y le incautaron un volumen de cocaína, según los medios de comunicación. Poco después la Policía informó que lo incautado no era cocaína sino talco. Aunque fuera cierto, el público, no creyó esta historia de magia kafkiana, y ello lesionó la imagen, no tanto de González, el portador de la droga, sino del exitoso boxeador.
Lamento la derrota de González. Quienes más lo resienten son los escandalosos cronistas deportivos pues con su derrota el boxeo nicaragüense queda árido de campeones. Todo es negocio en estos locutores de deportes. El gran boxeo de antaño ya no existe. Joe Louis, Joe Braddock, Rocky Marciano, Sugar Ray Robinson, Jersey Joe Walcott, Ken Norton, Muhammad Ali, Marvin Hagler, Alexis Argüello, han pasado a la historia. Incluso actualmente ya no hay grandes campeones.
Ha surgido un deporte salvaje, Artes Marciales Mixtas, por un milímetro menos, todo es permitido. Es decadencia y negocios. Lástima.
El autor es abogado.
